Sola
La reforma del Estatuto andaluz se acometi¨®, a pesar de que el PP aseguraba que no interesaba a nadie, que no era algo que preocupara a los ciudadanos. Ese partido contin¨²a entre la desgana y el ruido mirando a Catalu?a y poniendo como excusa la reforma catalana para no avanzar en la andaluza. En realidad, todo el mundo mira a Catalu?a, la mayor¨ªa con la preocupaci¨®n l¨®gica, por los empe?os de quienes han llevado al Congreso un texto que no podr¨¢ salir sin una buena limpieza, no sabemos si para dejarlo como una patena, que dir¨ªa Zapatero, pero desde luego para que todo el mundo pueda decir s¨ª a una reforma de cuya necesidad s¨®lo duda el PP y que los dem¨¢s entienden, pero sin empujar. Es el empuj¨®n y el exceso lo que quiere corregir el Gobierno y, desde Andaluc¨ªa, un Manuel Chaves preocupado por hacer entrar en raz¨®n a un Maragall que un d¨ªa se despierta dispuesto a escuchar y al siguiente dispuesto a hablar. Pero la mirada al Estatut catal¨¢n est¨¢ poniendo a algunos en la circunstancia que deseaban, que no era otra que la de retrasar, estar pero no estar, querer pero no querer la reforma del andaluz. Javier Arenas dec¨ªa que el martes avisaba de su actitud inmovilista cuando aseguraba que el PP condicionar¨¢ su apoyo a la reforma del Estatuto andaluz, a que se logre un acuerdo de financiaci¨®n entre todas las comunidades aut¨®nomas, en el Consejo de Pol¨ªtica Fiscal y Financiera, lo cual era no decir nada nuevo sobre la financiaci¨®n porque eso es lo que tienen claro todos los grupos del Parlamento andaluz y la Junta de Andaluc¨ªa, pero s¨ª era dejar claro que ¨¦se o cualquier argumento le servir¨ªa para retrasar la reforma. Y por si no estaba claro, dijo con toda seguridad que el sistema de financiaci¨®n que m¨¢s le interesa a Andaluc¨ªa es el vigente en la actualidad. El terror a las reformas, la defensa fundamentalista de la Constituci¨®n, como en un escenario de tiempo detenido, est¨¢ haciendo que la derecha andaluza, ciega en el seguimiento de la estrategia de su direcci¨®n, est¨¦ corriendo el riesgo de volver a quedarse sola, una vez m¨¢s, como cuando, obligada por Madrid, tuvo que decir no al refer¨¦ndum del 28-F. Sola frente a la mayor¨ªa, no s¨®lo la mayor¨ªa de partidos, sino la inmensa mayor¨ªa de andaluces, que fue y puede volver a ser, lo realmente grave para una derecha que puede volver a equivocarse seriamente.
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