El continente il¨ªcito
Cada noche, Fortuna Garc¨ªa canta una nana a su hija Carmen cuando la ni?a de seis a?os se va a dormir en casa de su abuela en Cochabamba, Bolivia. Fortuna vive en Gaithersburg, Maryland, y no ha visto a Carmen desde que abandon¨® Bolivia hace tres a?os. Pero cada noche, gracias a una tarjeta telef¨®nica de prepago y por menos de un euro, le canta a Carmen hasta que se duerme. Y cada mes, Fortuna manda unos 250 euros a su madre, que se ocupa de Carmen. Los env¨ªos de Fortuna han ayudado a pagar las mejoras de la casa de su madre y tambi¨¦n han costeado la operaci¨®n que salv¨® la vida a su sobrina enferma. Fortuna es uno de los 500.000 extranjeros que entran ilegalmente en Estados Unidos cada a?o, una cifra que no ha descendido de sus niveles previos al 11-S, a pesar de los esfuerzos por fortificar las fronteras de EE UU. Debido a que es una inmigrante ilegal, Fortuna carece de una cuenta bancaria en Estados Unidos y, por tanto, recurre a un encomendero, un compatriota boliviano que, por una comisi¨®n, entrega en mano el dinero que ella y sus vecinos de su comunidad de expatriados env¨ªan habitualmente a casa. Estos canales informales que se utilizan para mover dinero internacionalmente son comunes a muchos grupos de inmigrantes. Entre los inmigrantes de Oriente Pr¨®ximo y el sur de Asia, el sistema se denomina hawala. Entre los chinos se conoce como chop.
Hace poco en una reuni¨®n en Argentina los jefes de Estado de Am¨¦rica Latina tuvieron fuertes enfrentamientos sobre c¨®mo promover el libre comercio en las Am¨¦ricas sin llegar a ning¨²n acuerdo. Mientras tanto, los traficantes ilegales -de gente, dinero, drogas, armas o art¨ªculos falsificados- est¨¢n teniendo enorme ¨¦xito conectando el Sur con el Norte y transformando a ambos en el proceso. Puede que los acuerdos de libre comercio no est¨¦n prosperando en las Am¨¦ricas, pero el comercio il¨ªcito sin duda est¨¢ en pleno apogeo.
Fortuna Garc¨ªa y otros latinoamericanos que viven en el extranjero enviaron casi 40.000 millones de euros a sus pa¨ªses de origen el a?o pasado, m¨¢s que todas las empresas multinacionales juntas y mucho m¨¢s que todas las ayudas externas repartidas por EE UU, la Uni¨®n Europea, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. El flujo de capital ya supone un 10% del PIB de Latinoam¨¦rica, y est¨¢ creciendo a m¨¢s de un 10% anual. Algunas transferencias son realizadas por emigrantes legales a trav¨¦s de canales leg¨ªtimos, pero un porcentaje importante se gana y env¨ªa de forma il¨ªcita.
Pero los narc¨®ticos, que no los env¨ªos de dinero, son la principal actividad ilegal en Latinoam¨¦rica y una importante fuente de divisas extranjeras. Seg¨²n Naciones Unidas, las ventas de droga en el extranjero superaron con creces los 64.000 millones de euros en productos agr¨ªcolas que la regi¨®n exporta cada a?o. Para muchos pa¨ªses latinoamericanos, las drogas no son s¨®lo la principal y m¨¢s lucrativa exportaci¨®n, sino tambi¨¦n una importante fuente de poder pol¨ªtico y, lamentablemente, tambi¨¦n una letal fuente de violencia y conflicto social.
Brasil, por ejemplo, ya no es tan s¨®lo una ruta de tr¨¢nsito para la droga transportada desde los Andes a Europa, sino que se ha convertido en un enorme mercado de consumo final. En la frontera entre EE UU y M¨¦xico, poderosas bandas de traficantes rivales est¨¢n librando una intensa batalla entre s¨ª y contra el Gobierno. En Bolivia, los carteles de la coca¨ªna han forjado complejas alianzas con grupos ind¨ªgenas politizados dispuestos a hacerse con el control del pa¨ªs. Recientemente, militares de alto rango venezolanos fueron acusados por el Gobierno de EE UU de tr¨¢fico de drogas, cargos que el presidente Hugo Ch¨¢vez inmediatamente desech¨® como otro intento de Bush y su Gobierno de desestabilizar su r¨¦gimen. Meses antes, Venezuela hab¨ªa sido incluida en la lista de los peores pa¨ªses del mundo en cuanto a su tolerancia con los traficantes de personas. No cabe duda de que, independientemente de la animadversi¨®n de Bush hacia Ch¨¢vez, Venezuela, gracias a sus muy porosas fronteras, un sistema financiero muy vulnerable al blanqueo de dinero, un sistema judicial muy d¨¦bil, polic¨ªas plagadas de corrupci¨®n y su especial localizaci¨®n geogr¨¢fica, se ha convertido en un importante puente facilitador del comercio internacional il¨ªcito.
Y no es s¨®lo Venezuela, por supuesto. La mitad de la actividad econ¨®mica de Latinoam¨¦rica se desarrolla en el sector informal. Muchos de esos empleos son precarios, pero, seg¨²n encuestas, los trabajadores a menudo los prefieren a los trabajos tradicionales, ya que, en el sector informal, ganan m¨¢s y son m¨¢s independientes. De hecho, s¨®lo se considera "grandes" a un 2% de las empresas formales de Latinoam¨¦rica, e incluso las que son grandes en Latinoam¨¦rica son bastante peque?as seg¨²n criterios internacionales. Por el contrario, la econom¨ªa il¨ªcita de la regi¨®n es enorme y su competitividad es de nivel mundial. Las econom¨ªas latinoamericanas nutren toda clase de redes empresariales importantes, altamente globalizadas y eficaces que son capaces de transportar personas o droga desde los lugares m¨¢s remotos de los Andes o la jungla amaz¨®nica a Miami o Amsterdam en cuesti¨®n de d¨ªas. Pocas empresas latinoamericanas formales son as¨ª de competitivas y eficientes.
La econom¨ªa il¨ªcita prospera a plena vista y conecta a Am¨¦rica Latina con el resto del mundo de muy poderosas y a menudo delictivas maneras. Desde esta perspectiva, los furiosos debates que enfrentan a los presidentes latinoamericanos sobre el tema del libre comercio lucen menos importantes. Los acuerdos de libre comercio se firman entre Gobiernos, e involucran principalmente a empresas exportadoras en el sector m¨¢s formal. Estos enfrentamientos ideol¨®gicos ignoran la realidad de que mientras la econom¨ªa formal est¨¢ creciendo poco y creando insuficientes empleos, el sector informal y su hermano siam¨¦s, el tr¨¢fico il¨ªcito, est¨¢n experimentando un gran boom.
El libre comercio y los flujos internacionales de capital ya son una realidad incontrovertible de las econom¨ªas latinoamericanas. L¨¢stima que muchos de ellos sean il¨ªcitos.
Mois¨¦s Na¨ªm, director de la revista Foreign Policy, es el autor de Illicit: how smugglers, traffickers and copycats are hijacking the global economy [Il¨ªcito: c¨®mo contrabandistas, traficantes y piratas secuestran la econom¨ªa global]. Traducci¨®n de News Clips.
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