La imagen del otro

Hay una larga historia detr¨¢s de la relaci¨®n entre fotograf¨ªa y etnolog¨ªa, que arranca casi simult¨¢neamente con la aparici¨®n de ambas disciplinas en el siglo XIX. Un intenso recorrido que ha ido delimitando los contornos de una pr¨¢ctica en la que el fot¨®grafo equilibra la dimensi¨®n est¨¦tica de su trabajo con la intenci¨®n documental, hasta hacer de la fotograf¨ªa un instrumento b¨¢sico de aproximaci¨®n al otro. De hecho, el fot¨®grafo es siempre un observador minucioso del mundo, pero cuando se aplica a registrar y transmitir la imagen del otro, de lo que nos es ajeno o extra?o, se convierte tambi¨¦n en un mediador que nos acerca lo lejano, aquello que desconocemos. C¨®mo ejerce esa mediaci¨®n es un asunto determinante que tiene que ver con el punto de vista y con la mirada del fot¨®grafo.

En este contexto se sit¨²a la exposici¨®n de Carlos D¨ªez Polanco, que tiene una extensa trayectoria dedicada a ahondar en diferentes aspectos de los pa¨ªses iberoamericanos.

En esta ocasi¨®n se ha acercado a los kuna, una antigua comunidad del Caribe paname?o que cuenta con apenas 35.000 miembros, donde la propiedad de la tierra es colectiva y en la que la mujer participa activamente en la vida pol¨ªtica. Coherente con la funci¨®n de mediador que antes rese?aba, en este trabajo hay un esfuerzo de descripci¨®n que no cae en ning¨²n momento en el exotismo o en el voyeurismo. Su mirada no se centra as¨ª en resaltar o recalcar lo que nos hace diferentes de los kuna sino en transmitirnos su cotidianeidad.

Son im¨¢genes asentadas en un tiempo largo, con una atm¨®sfera en la que predomina la armon¨ªa y la distensi¨®n, sin duda, aquella que corre el riesgo de desaparecer cuando no se toma conciencia de la alteridad. De hecho, ¨¦sa es la principal funci¨®n del fot¨®grafo cuando se aplica a la tarea de etn¨®grafo: permitirnos un mejor conocimiento de nosotros mismos a trav¨¦s del conocimiento del otro y permitirnos valorar lo que hemos perdido o lo que podemos destruir.