Lapicer¨ªas geniales
En una carta de 1927, Robert Walser mencion¨® haber padecido tiempo atr¨¢s un "tedio de la pluma" que le indujo a cambiar de material de escritura y servirse del l¨¢piz y de todo tipo de papel: hojas de calendario, avisos de cobro, sobres, galeradas, recibos, incluso el margen de los peri¨®dicos. Los modestos utensilios de trabajo, especialmente el hecho de no usar hojas en blanco, libraron al escritor suizo de su bloqueo. Walser, que hab¨ªa escrito Los hermanos Tanner en seis semanas, sin apenas retocar el manuscrito, autoenga?¨® el "colapso de mano" realizando esbozos que posteriormente reelaboraba y copiaba a pluma. Posiblemente utiliz¨® este procedimiento desde 1917, pero no se conservan bocetos de esa ¨¦poca. A partir de 1924 se guardaron y as¨ª los recoge, por orden cronol¨®gico, la presente edici¨®n, concebida en tres tomos. A la curiosidad del material y del origen de los bocetos se suma la fascinaci¨®n de su caligraf¨ªa: fueron redactados en una escritura hoy en desuso y en una letra diminuta, cuyo tama?o concuerda, ciertamente, con la proverbial humildad de su autor y su ideal de escritor invisible.
ESCRITO A L?PIZ. MICROGRAMAS I (1924-1925)
Robert Walser
Edici¨®n de Bernhard Echte
y Werner Morlang
Traducci¨®n de Juan
de Sola Llovet
Madrid. Siruela, 2005
338 p¨¢ginas. 16,90 euros
As¨ª que los llamados "microgramas" no corresponden a garabatos enigm¨¢ticos de un enajenado graf¨®mano, ni representan una derivaci¨®n de la "enfermedad mental" del poeta, como presum¨ªa el amigo y albacea de Walser, Carl Seelig, sino que constitu¨ªan el bloc de notas del escritor. Gracias a ellos se conoce la novela extraviada El bandido y las escenas dram¨¢ticas de F¨¦lix (editadas por separado). Walser apunt¨® en ellos ideas chistosas, observaciones del momento, la primera versi¨®n de poemas y relatos breves; pero ?qu¨¦ primeras versiones! Con la edici¨®n de los microgramas, se abre ahora el taller del escritor -su "almac¨¦n de lenguas y laboratorio ling¨¹¨ªstico"- y nos permite comprobar la asombrosa plenitud creadora de Walser. Sus "lapicer¨ªas", de las que emple¨® menos de la mitad para la publicaci¨®n, est¨¢n en su mayor¨ªa tan magn¨ªficamente redactadas que no se distinguen de los textos corregidos. El propio Walser no tard¨® en revelar el secreto de tama?a excelencia: "Por lo general, antes de ponerme a escribir, me enfundo primero una bata de prosas breves". Si bien la mayor parte del conjunto no fue destinado a la publicaci¨®n, posee una enorme fuerza narrativa, manifiesta desde sus mismos t¨ªtulos: "Al suave viento del este, colgado de la robusta rama de un roble, un gran duque que se hab¨ªa ahorcado agitaba los pies luchando por abandonar el reino de la absoluta certidumbre".
Precisamente por su car¨¢cter
fragmentario, de almac¨¦n literario, en los microgramas se encuentra el Walser de todos los registros y g¨¦neros, en pleno ejercicio parad¨®jico: el l¨ªrico de la calle, el intelectual bufonesco, el irreverente compasivo, el introvertido enamorado de la vida. Uno de los grandes atractivos del libro es que se puede abrir al azar y toparse con una multiplicidad de facetas de un autor convertido en personaje que se prodiga en parodias folletinescas, retratos de tipos observados en calles y tabernas o di¨¢logos con figuras literarias. Estos textos p¨®stumos tratan, sobre todo, y en ello estriba su mayor inter¨¦s, del autor que se contempla en el espejo de la escritura. Escrito a l¨¢piz es un libro eminentemente autorreferencial, donde el yo walseriano reflexiona -con escepticismo y autoiron¨ªa- sobre lo que est¨¢ haciendo mientras escribe: "?No parecer¨¢n estas l¨ªneas escritas por una camarera? Sin duda alguna me saldr¨¢ una de esas novelas tremendamente f¨²tiles en las que soy un gran especialista". Walser confirma aqu¨ª su condici¨®n de "tenedor de ocurrencias", "el que siempre tiene una risa a punto, el estupendo", cuyo esp¨ªritu l¨²dico es la marca espec¨ªfica de su modernidad. Su alegr¨ªa, su saltarina comicidad, embelesan tanto como su agudeza psicol¨®gica y su finura expresiva. No hay mayor felicidad que abrir una p¨¢gina y dejarse llevar: "Oh, era una vida serena, delicada, profusamente adornada con hep¨¢ticas, en esa regi¨®n verde y silenciosa, en medio de la provincia, con sus horizontes en cierto modo refrescantes, que todo lo ponderan".

Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.