Los sentidos y el alma de Woolf

Este libro contiene una bien escogida selecci¨®n de textos ensay¨ªsticos de la gran escritora inglesa. El conjunto es muy variado, aunque son mayor¨ªa los textos dedicados a biograf¨ªas de personajes y escritores c¨¦lebres. El libro se abre con el ensayo que le da t¨ªtulo y que bien puede oficiar de pr¨®logo: est¨¢ dedicado al lector, a la exaltaci¨®n de la lectura en los tiempos j¨®venes, al peso de la tradici¨®n literaria y al gusto por la actualidad, a la firmeza de los cl¨¢sicos y al inter¨¦s por nuestros contempor¨¢neos. Si lo apartamos como pr¨®logo, veremos que la selecci¨®n se abre y se cierra con dos esbozos narrativos. El primero, In the orchard, que el editor ha preferido traducir por Bajo el manzano, es particularmente emocionante porque en ¨¦l est¨¢ ya tocando con los dedos la nueva colocaci¨®n de la voz narradora que hab¨ªa empezado a asomar en Lunes o martes y a la que pronto dar¨¢ forma en el relato titulado La se?ora Dalloway en Bond Street para fijarlo en La se?ora Dalloway y desarrollarlo de manera esplendorosa en Las olas. Y el libro se cierra con el texto La muerte de la polilla, escrito al tiempo que redactaba su obra maestra, Las olas, que durante buena parte del trabajo de escritura se titul¨® provisionalmente Las polillas.

Entre estos dos movimientos narrativos se encuentran los ensayos, textos aparecidos en revistas a prop¨®sito, generalmente, de otros libros. Los ocho primeros, sin embargo, son generales, ejercicios en prosa. Despu¨¦s, entra en Coleridge y de ah¨ª se dirige derechamente a Pepys, Ruskin, Kipling, Conrad, Emerson, Thoreau, Melville, Turgu¨¦nev, Dostoievski, Jane Austen, Elizabeth Gaskell, Katherine Mansfield y, en fin, otros autores no menos importantes. Lo verdaderamente importante de estos trabajos no es tanto lo que llamar¨ªamos un an¨¢lisis de la obra de todos estos autores, sino la descripci¨®n de ellos mismos y de sus libros. Me explicar¨¦.

Dice Virginia Woolf: "Apren-

der de los libros es una ocupaci¨®n caprichosa en el mejor de los casos, y la ense?anza es tan difusa y tan cambiable que, al final, lejos de llamar a los libros rom¨¢nticos o realistas, uno tiene mayor inclinaci¨®n a pensar en ellos tal como piensa en las personas, es decir, en calidad de algo muy entreverado, h¨ªbrido y diferenciado, muy dis¨ªmil lo uno de lo otro". As¨ª es exactamente como los considera ella y de resultas, encontramos unos comentarios en los cuales se mezclan sin dificultad y aun arm¨®nicamente su propio pensamiento literario, el del autor de que se trata y la descripci¨®n tanto de su escritura como de ¨¦l mismo. Esto dota a los textos de este libro de un inter¨¦s y una variedad sumamente atractivos. Nada mejor que poner un ejemplo para apreciar la singularidad de su manera, a prop¨®sito de La estepa, de Ch¨¦jov: "Sin embargo, a medida que los viajeros se desplazan lentamente por la inmensidad del espacio, deteni¨¦ndose en una posada, rebasando a un pastor, a un carromato, parece que fuera un viaje por el alma rusa, y el espacio desierto, tan triste, tan apasionado, pasa a ser el trasfondo de su propio pensamiento". Como se puede ver, es un caso de empleo de la descripci¨®n para sugerir el sentido de la novela, lo cual, naturalmente, convierte lo que ser¨ªa una cr¨ªtica al uso en un comentario fascinante. Ella lo utiliza no s¨®lo para abrir, mostrar y comentar la novela o la obra de la que habla sino tambi¨¦n para hacer aparecer al autor.

Pero ello no quiere decir que se trate a su vez de esa cr¨ªtica que mezcla vida y obra del autor. Woolf es una gran escritora y su arte es, en esta ocasi¨®n, una manifestaci¨®n de su capacidad de contar no una historia sino un libro ajeno; en realidad, lo que describe muy bien es la escritura del autor de que se trate y al dejarnos ver la mano del autor, nos deja tocarlo. Otro ejemplo, esta vez a prop¨®sito de Dostoievski, nos deslumbra: "La intuici¨®n es el t¨¦rmino que mejor conviene al genio de Dostoievski cuando da lo mejor de s¨ª. Cuando se halla plenamente imbuido de ese genio, es capaz de leer la escritura m¨¢s inescrutable en las mayores honduras del alma oscura, y cuando le abandona es como si toda su asombrosa maquinaria siguiera girando infructuosamente, sin engranarse, en el aire". Hay una visi¨®n del autor impl¨ªcita en este juicio, pero de lo que habla es de su escritura.

No todas las opiniones o lec

turas de Woolf tienen el mismo poder de convicci¨®n; el tiempo ha demostrado que su visi¨®n de la obra de Conrad no es muy atinada, del mismo modo que con Gaskell es injustamente justa; en cambio, su admiraci¨®n por Katherine Mansfield, su retrato de Christina Rossetti o de Lady Holland y sus apreciaciones sobre los novelistas rusos son piezas soberbias. Hay muchos comentarios a autores a prop¨®sito de biograf¨ªas de ¨¦stos: ah¨ª opera a la inversa; el retrato de autor es excelente y el paso a opiniones sobre su obra entra y fluye con toda naturalidad y con notable ingenio. El resultado es un libro para muy lectores, con especial referencia al mundo intelectual brit¨¢nico, que se lee con verdadero placer. No son menos sugerentes los ensayos que analizan el g¨¦nero de la biograf¨ªa y el fundamento de la ficci¨®n, que se recogen al final, casi a t¨ªtulo de recopilaci¨®n de lo le¨ªdo, lo que habla en favor del buen sentido y la buena organizaci¨®n de esta selecci¨®n.