"La infancia es una utop¨ªa para ni?os afortunados"
Kazuo Ishiguro reside desde ni?o en Inglaterra. Hasta la d¨¦cada pasada no regres¨® a Jap¨®n, temeroso de ver destrozada la memoria que preservaba del pa¨ªs donde naci¨® en 1954. Con esos recuerdos cre¨® los personajes japoneses de sus primeras novelas, P¨¢lida luz en las colinas y Un artista del mundo flotante, e incluso el mayordomo ingl¨¦s de Lo que queda del d¨ªa, la obra que le catapult¨® entre los mejores autores internacionales. En su ¨²ltima novela, Nunca me abandones, cuenta una siniestra f¨¢bula entre pinceladas de ciencia-ficci¨®n para abordar cuestiones de mortalidad y del significado de la vida.
PREGUNTA. ?Se siente forastero en Inglaterra o parte vital del proyecto multicultural?
RESPUESTA. De ni?o me manten¨ªa a distancia de la gente, incluso de mis amigos, porque ve¨ªa el pa¨ªs desde la perspectiva de mis padres, que era muy distinta a la brit¨¢nica. En cierta forma, yo era un prototipo: el ¨²nico extranjero en una comunidad inglesa blanca que a¨²n no sab¨ªa c¨®mo reaccionar ante los de fuera. Nunca nos trataron negativamente y crec¨ª en paralelo al cambio gradual hacia el multiculturalismo. Ahora me siento m¨¢s c¨®modo aqu¨ª que en cualquier otro lugar. Soy un londinense t¨ªpico.
P. ?Por qu¨¦ no regres¨® a Jap¨®n hasta consolidarse como autor?
R. Siempre cre¨ª que pronto nos mudar¨ªamos a Jap¨®n. Era, para m¨ª, un espacio vital. Mis abuelos me enviaban libros y revistas infantiles para seguir en contacto culturalmente. Con el tiempo me di cuenta de que mi memoria de Jap¨®n se debilitaba y que ese lugar que tanta confianza me daba no exist¨ªa. Sab¨ªa que, de regresar, mi precioso Jap¨®n se romper¨ªa en trocitos. Viaj¨¦ por Estados Unidos y Europa, pero nunca a Jap¨®n hasta hace unos a?os. Quise plasmar antes mi versi¨®n de Jap¨®n en un libro. Fue mi gran proyecto inconsciente, el empuje emocional que me llev¨® a la literatura.
P. ?Se identifica con la herencia japonesa y pol¨¦micas como la surgida en torno a los textos escolares de historia?
R. No creo que Jap¨®n haya aceptado su papel en la II Guerra Mundial. Los japoneses han olvidado que fueron los agresores, que cometieron atrocidades y que se comportaron en Asia como Hitler en Europa. Siento la responsabilidad de propagar la memoria de la guerra. No tanto por mi herencia japonesa, sino porque me siento muy pr¨®ximo a la generaci¨®n que vivi¨® la guerra.
P. ?Es preferible olvidar?
R. ?Cu¨¢ndo conviene recordar, cu¨¢ndo es preferible olvidar? Una cuesti¨®n muy importante que quiero plantear en el pr¨®ximo libro. Cada pa¨ªs tiene asuntos que ha enterrado o intenta olvidar. Es dif¨ªcil tomar partido. Comprendo que, en una fase vulnerable, un pa¨ªs quiera olvidar. Y eso implica no enjuiciar a gente implicada ni destituir a pol¨ªticos o empresarios que pueden contribuir a la recuperaci¨®n del pa¨ªs. Desde un plano moral estricto se deber¨ªa echar a esa gente. Tambi¨¦n hay comunidades que deliberadamente recuperan memorias del pasado para manipular y movilizar a la opini¨®n p¨²blica. Me parece que a veces es una batalla pol¨ªtica para controlar el futuro.
P. ?D¨®nde piensa ubicar este debate en su novela?
R. La ubicaci¨®n me acarrea siempre problemas y, con frecuencia, la incorporo en la fase final.
P. Construye una utop¨ªa macabra en el internado de Nunca me abandones.
R. As¨ª veo la infancia: una utop¨ªa para ni?os afortunados. A la mayor¨ªa nos permiten crecer en una burbuja protegida por los adultos, quienes gestionan la informaci¨®n y nos enga?an para que creamos que el mundo es m¨¢s agradable de lo que en realidad es.
P. ?Sirve tambi¨¦n de met¨¢fora de nuestras vidas?
R. Es una met¨¢fora de nuestra condici¨®n universal que el lector descubre emocionalmente. Todos sabemos que vamos a morir pero realmente no lo creemos. Intentamos escapar psicol¨®gicamente, pero no podemos rebelarnos contra la mortalidad. Estos ni?os se enfrentan a su destino, aceptan el papel que les corresponde en la vida e intentan hacerlo bien. La mayor¨ªa de la gente tampoco cuestiona su funci¨®n ni trata de comprender el gran esquema de las cosas. Buscan dignidad y orgullo cumpliendo bien su labor. Son aspectos del ser humano que ya explor¨¦ en Lo que queda del d¨ªa.
P. Se aproxima a la ciencia-ficci¨®n en la novela. ?Es un g¨¦nero que le fascina?
R. Intent¨¦ escribir esta historia hace 15 a?os. Se trataba de unos j¨®venes con un extra?o destino relacionado con las armas nucleares. Soy de la generaci¨®n que piensa m¨¢s en t¨¦rminos nucleares que biotecnol¨®gicos. En el tercer intento, en 2001, di con el encuadre de la clonaci¨®n. La biotecnolog¨ªa no me preocupa tanto como la ciencia en s¨ª, la relaci¨®n entre la ciencia y la sociedad. Aqu¨ª representa a la ciencia: una ciencia aterradora, que no podemos controlar ni entendemos completamente. Una vez abierta la caja, ya no hay marcha atr¨¢s. El mundo se transforma para siempre. Sucedi¨® con la fusi¨®n del ¨¢tomo y puede volver a suceder con la biotecnolog¨ªa. Como novelista, cuando introduces la ciencia, puedes retomar cuestiones de la literatura del XIX: qu¨¦ es el alma, qu¨¦ significa ser humano... Nos dio verg¨¹enza plantearlas al volvernos menos religiosos, pero son cuestiones que siguen interesando mucho a la gente.
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