La historia m¨¢s triste
En Cuando fuimos hu¨¦rfanos, su novela anterior, se invent¨® al detective Banks para hacernos creer desde buen principio que ten¨ªamos entre manos una de detectives. Pero lo que en realidad ten¨ªamos era un nuevo caso de travestismo textual. A las primeras de cambio el autor deja claro que le traen sin cuidado las pesquisas que su h¨¦roe emprende en el Londres de 1930 y en su Shanghai natal, y es que, por en¨¦sima vez en la narrativa de Ishiguro, las apariencias enga?an, apenas si interesa la trama y lo ¨²nico que en realidad importa es la construcci¨®n de la genuina identidad del protagonista a trav¨¦s de su proceso mental, una ¨ªntima exposici¨®n moral de la condici¨®n humana que trasciende la an¨¦cdota y escoge al personaje por encima de la acci¨®n. Nunca me abandones, su ¨²ltima y espl¨¦ndida novela, tampoco es lo que parece, y sus hechuras de f¨¢bula futurista con ecos g¨®ticos de la claustrofobia y la sordidez de Flannery O'Connor resultan el persuasivo espejismo con el que el autor de Lo que queda del d¨ªa le esconde al lector su verdadero objetivo: tejer una alegor¨ªa de la inmanente orfandad del individuo que funcione a la manera de una f¨¢bula moral. Se nos invita a creer que se trata de una novela de ciencia-ficci¨®n, pero no lo es. Una novela de Ishiguro jam¨¢s es lo que pretende ser, sino un tramposo ejercicio de enmascaramiento del g¨¦nero que confunde y que desbarata el horizonte de expectativas del lector.
NUNCA ME ABANDONES
KAZUO ISHIGURO
TRADUCCI?N DE JES?S ZULAIKA
ANAGRAMA. BARCELONA 2005
351 P?GINAS. 18 EUROS
Kathy H. hilvana un caudaloso y abstruso mon¨®logo que escarba en el recuerdo intenso de su adolescencia entre extra?os maestros tutores como Madame en el id¨ªlico internado de Hailsham. En el colegio rodeado de naturaleza -el lector avezado advertir¨¢ que el paisaje resulta aqu¨ª metaf¨®rico- la narradora y sus compa?eros Tommy y Ruth juegan, sonr¨ªen, pintan y crecen, sin embargo el discurso cr¨ªptico de Kathy abunda en voces como "nebuloso", "oculto", "descubrir", "turbador", "custodios" o "donantes", subraya en cursiva palabras que ocultan significados, menciona que los maestros "sienten miedo ante la idea de que tu mano pueda rozar la suya" y, con eufemismos, reticencias, omisiones y elipsis -habituales aperos de la ret¨®rica de Ishiguro- ti?e de sombras, secretos y conjeturas un relato desasosegante. Acabaremos sabiendo que Kathy, esa enigm¨¢tica muchacha de Balthus que se ha colado en el paisaje naif de un cuadro de Rousseau o, Margaret Atwood dixit, esa colegiala de Enid Blyton infiltrada en un universo pr¨®ximo a Blade Runner es, como los dem¨¢s alumnos hu¨¦rfanos y est¨¦riles de la granja biotecnol¨®gica de Hailsham (id¨¦ntico marco conceptual que el de la pel¨ªcula La isla, de Michael Bay, pero sin otra tecnolog¨ªa que la introspecci¨®n mental de Kathy), un clon cultivado con el objeto de donar ¨®rganos a los ciudadanos que lo requieran. Y sucede, dec¨ªamos, que a Ishiguro no le interesa desarrollar esa pesadilla de modernos esclavos replicantes e ingenier¨ªa gen¨¦tica hasta convertirla en un relato de ciencia-ficci¨®n, como hacen en cambio Atwood en Oryx and Crake, Mulisch en El procedimiento y Houellebecq con La posibilidad de una isla. Prefiere ilustrar la necesidad humana de proteger, de subsistir y de amar y, acariciando las palabras, llevar a la perfecci¨®n el arte oblicuo de la ambig¨¹edad y la insinuaci¨®n, de dar a entender sin revelar, tras los pasos de Kafka.
Una imagen todopoderosa cierra esta claustrof¨®bica novela y ninguna duda le queda ya al lector de que Nunca me abandones es una inyecci¨®n de melancol¨ªa en vena, un dardo envenenado con tristeza que Ishiguro, ep¨ªgono de Pico, arroja con fuerza para despertarnos la conciencia de la dignidad humana. Todo lo dem¨¢s aqu¨ª no es sino un pretexto o un decorado.
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