Los or¨ªgenes de El Zorro
Pelirrojo, irland¨¦s, hijo de buena familia, mujeriego y aventurero, William Lamport, nacido en 1615, fue el aut¨¦ntico Zorro. Su fascinante vida, relatada y recreada durante tres siglos por escritores y artistas, es el origen del h¨¦roe latino, justiciero y rom¨¢ntico que triunfa en la pantalla.
William Lamport naci¨® en Wexford, un neblinoso puerto irland¨¦s situado al sur de la isla, en el a?o 1615 seg¨²n la versi¨®n hist¨®rica m¨¢s aceptada, porque su hermano, por razones que nunca han quedado del todo claras, sosten¨ªa que 1611 era el verdadero a?o de nacimiento del intr¨¦pido William. Era hijo de Richard y Anastasia, y nieto de Patrick, un famoso viejo ingl¨¦s, cat¨®lico y acaudalado, que hab¨ªa invertido parte de su fortuna en comprarse un castillo con vistas a la bah¨ªa de Rosslare, al sur de Wexford. El viejo Patrick era un fan¨¢tico de la escaramuza y se alistaba en cualquier manifestaci¨®n donde hubiera que batirse cuerpo a cuerpo; en su biograf¨ªa consta, por ejemplo, su participaci¨®n en la batalla de Kinsale, aquel episodio hist¨®rico donde el Ej¨¦rcito irland¨¦s se bati¨® contra 3.300 soldados espa?oles que desembarcaron en la isla bajo las ¨®rdenes de don Juan del ?guila.
Desde ni?o, William Lamport se sinti¨® contagiado por el esp¨ªritu justiciero de su abuelo, o¨ªa durante horas un mon¨®logo donde el viejo Patrick, mientras paseaba por sus jardines y decapitaba de cuando en cuando una rosa con la punta de su bast¨®n, desmontaba sus ideas sobre la justicia o contaba detalles de sus escaramuzas, como aqu¨¦llos (por cierto, nunca comprobados) de que don Juan del ?guila cargaba en la grupa de su caballo con una jaula donde iba un ave como la de su apellido, o la de que los soldados espa?oles, antes del combate, sacaban brillo con dientes de ajo a sus espadas. El viejo Patrick ignoraba, o quiz¨¢ no y lo hac¨ªa a mansalva, que aquellas historias que contaba mientras iba descabezando las rosas que con tanto esmero cuidaba su mujer, m¨¢s las metamorfosis que experimentar¨ªa su nieto en dos libros del futuro, terminar¨ªan transformando a William en un superh¨¦roe latino cuyo nombre de guerra ser¨ªa El Zorro.
Pero vayamos por orden; William Lamport, para equilibrar la educaci¨®n rijosa que le impart¨ªa su abuelo, estudi¨® con los agustinos y los franciscanos en Wexford, y despu¨¦s, como todos los hijos de la burgues¨ªa irlandesa de entonces, viaj¨® a Dubl¨ªn para inscribirse en el colegio de los jesuitas. En 1628, su padre, Richard, alarmado porque los d¨ªas de su hijo en la capital oscilaban entre la indolencia y el dise?o mental, y ocioso, de proyectos inviables y enloquecidos, lo matricul¨® en una escuela en Londres con la idea de que un cambio de aires, y de nieblas, le hiciera, a sus trece a?os cumplidos, sentar cabeza.
Pero en cuanto William cruz¨® el mar de Irlanda, o m¨¢s bien cuando iba cruz¨¢ndolo, se interes¨® por la historia que contaba un marinero de sable y pa?oleta en la cabeza, una historia ver¨ªdica sobre las injusticias que sufr¨ªa la gente com¨²n bajo el gobierno de Oliver Cromwell. Al o¨ªr aquello, William, que no perd¨ªa detalle ni del relato ni de las monta?as de Snowdonia que se ve¨ªan en el horizonte, sinti¨® c¨®mo se le disparaban la conciencia social y el gusto por la escaramuza que le hab¨ªa implantado su abuelo en sus paseos por los jardines de Rosslare, y nada m¨¢s tocar tierra inglesa en el puerto de Portsmouth, acept¨® la invitaci¨®n que le hizo el marinero para que se enrolara en la tripulaci¨®n de otro barco donde todos llevaban tambi¨¦n sable y pa?oleta, y parche en el ojo los m¨¢s cl¨¢sicos. As¨ª que durante varios meses, William Lamport particip¨® en toda clase de asaltos y abordajes y, copiando las maneras de aquella tribu de piratas, se fue convirtiendo en un maestro del sable y en un espadach¨ªn experto, hasta que una tarde, conmovido por lo que ¨¦l conoc¨ªa como Tower of Bregon, que era la Torre de H¨¦rcules, pens¨® que ya hab¨ªa tenido suficiente de esa aventura canalla y regal¨® pa?oleta y sable, y baj¨® por la escala del barco al puerto de A Coru?a.
Ah¨ª dej¨® temporalmente la vida que le hab¨ªan contado en los jardines de Rosslare y retom¨® la que deseaba para ¨¦l su padre, inscribi¨¦ndose en el colegio de San Patricio, que adem¨¢s de ser el nombre del santo patr¨®n de Irlanda, era el de su abuelo, y ya metido en el tema de los nombres decidi¨® modificar el suyo, reorientarlo hacia uno que tuviera m¨¢s que ver con el paisaje gallego, y as¨ª fue como despu¨¦s de algunas vueltas William Lamport se transform¨® en Guill¨¦n Lombardo, y a partir de la espa?olizaci¨®n de su nombre, que fue tambi¨¦n en rigor la del hombre, fue combinando sus estudios en San Patricio con la espada y la escaramuza en diversos campos de batalla: primero se enrol¨® en uno de los regimientos irlandeses que peleaban bajo las ¨®rdenes de la corona, y m¨¢s tarde, ya con el colegio abandonado, ingres¨® como capit¨¢n en la Armada espa?ola y al poco protagoniz¨® batallas heroicas en N?rdlingen, en 1634, y en Fuenterrab¨ªa, en 1638. Para ese a?o, Guill¨¦n ya hab¨ªa escalado niveles en el organigrama mon¨¢rquico y se hab¨ªa convertido en consejero y espadach¨ªn del duque de Olivares, el ministro principal de Felipe IV. Todos los logros militares de William o Guill¨¦n est¨¢n escrupulosamente registrados en los anales de The Honourable Society of the Irish Brigade, una sociedad dedicada al estudio de los regimientos o soldados irlandeses que han prestado servicios fuera de su pa¨ªs.
Las caracter¨ªsticas f¨ªsicas de Guill¨¦n Lombardo, que no son asunto menor si pensamos que casi trescientos a?os despu¨¦s iba a metamorfosearse en El Zorro, han llegado hasta nuestros d¨ªas en un retrato que le hizo el pintor Rubens que pertenece a la colecci¨®n del Timken Museum of Art de San Diego, California; ah¨ª aparece Guill¨¦n Lombardo bajo el t¨ªtulo de Retrato de un joven capit¨¢n, y lo que vemos en ese lienzo es un irland¨¦s de pelo rizado y rojo, con facciones y cutis de ni?o, ojos claros y, al parecer, bajo de estatura, es decir, la ant¨ªtesis del h¨¦roe latino, moreno y viril en que, luego de meterle mucha mano, iba a convertirse.
En 1643, el duque de Olivares cay¨® en desgracia y Guill¨¦n Lombardo fue enviado a M¨¦xico con la misi¨®n de averiguar si el ex virrey apoyaba secretamente una rebeli¨®n en Portugal. Guill¨¦n, adem¨¢s de su fama de consejero l¨²cido y espadach¨ªn invencible, hab¨ªa cosechado un s¨®lido prestigio de mujeriego y, de manera paralela, se hab¨ªa casado con Ana Cano y con ella hab¨ªa tenido a Levia Lombardo. Sus mujeres, las suyas y las que le hab¨ªan dado tanto prestigio, se quedaron en Espa?a mientras ¨¦l, una vez cruzado el mar, daba vuelo a sus venas de espadach¨ªn y conquistador pasando sin recato alguno, y sin mucha precauci¨®n, por las habitaciones de buena parte de las mujeres de la alta sociedad del M¨¦xico colonial, entre ellas la de Antonia Turcios, una rica y codiciada heredera, y la de la mujer del marqu¨¦s de Cadereyta, el ex virrey cornudo que por esa causa terminar¨ªa complic¨¢ndole a Guill¨¦n la vida.
Unos meses despu¨¦s de su bulliciosa llegada a M¨¦xico, Lombardo fue arrestado, fugazmente juzgado y de inmediato encarcelado por las fuerzas de la Inquisici¨®n; se le acusaba de brujer¨ªa; de conspirar, junto con una banda de indios y esclavos negros, contra el Gobierno, y de haber orillado a la ex virreina al adulterio. Esa primera estancia en la c¨¢rcel dur¨® siete a?os y le sirvi¨® para proyectar, aupado por su banda de indios y negros, un movimiento independentista, y tambi¨¦n para aprender astrolog¨ªa y perfeccionar su brujer¨ªa. Una joya, aquel irland¨¦s de Wexford.
El 26 de diciembre de 1650, vali¨¦ndose de la baraja, la p¨®cima y la espada, escap¨® de prisi¨®n y durante los siguientes d¨ªas, antes de que la Santa Inquisici¨®n volviera a aprehenderlo, organiz¨® a las fuerzas aut¨®ctonas para hacer la guerra de independencia; Guill¨¦n, igual que su abuelo Patrick en Irlanda, no toleraba que un imperio pisoteara de esa forma a un pueblo.
Durante sus siguientes nueve a?os de encierro escribi¨® varios libelos contra la Inquisici¨®n y cerca de mil salmos en lat¨ªn que a d¨ªa de hoy a¨²n siguen in¨¦ditos. El 19 de noviembre de 1659, Guill¨¦n Lombardo, que hab¨ªa sido William Lamport, fue condenado a muerte en la hoguera. Amarrado de pies y manos al palo y con las lenguas de fuego alcanz¨¢ndole los pies, se las arregl¨® para estrangularse antes de que tuviera lugar la indignidad de morir quemado. La fama de Lombardo se expandi¨® por todo el mundo colonial y sirvi¨® de inspiraci¨®n para varias revueltas, algunas ¨ªntimas y patri¨®ticas, como aqu¨¦lla de fray Diego de la Cruz, un franciscano irland¨¦s que oficiaba misas en Managua, que fue llevado a la c¨¢rcel en el momento en que elevaba desde el p¨²lpito una oraci¨®n por el alma de Guill¨¦n.
Casi doscientos a?os m¨¢s tarde, en 1872, el escritor mexicano Vicente Riva Palacio, inspirado por el estilo mosquetero de Dumas y rigurosamente documentado en las actas del archivo del Santo Oficio, escribi¨® una novela basada en la vida de Guill¨¦n Lombardo que titul¨® Memorias de un impostor. Don Guill¨¦n de Lampart, rey de M¨¦xico. Riva Palacio, que era un entendido de las cifras cabal¨ªsticas, hace que su personaje, un Guill¨¦n Lombardo con el flanco esot¨¦rico reforzado, se defienda de los embates de la Inquisici¨®n fundamentando sus contraataques en el "principio de la vida", en "la chispa divina" o "resplandor" que representa la palabra hebrea ziza, cuyo s¨ªmbolo es la letra Z. "El amor a la ciencia nos reuni¨®", dice Lombardo, Lampart en la novela de Riva Palacio, "pero la ciencia es la luz, y la luz es libertad".
A?os despu¨¦s, en 1919, Johnston McCulley, un periodista neoyorquino (de origen, por cierto, irland¨¦s), escribi¨® The curse of Capistrano, una pulp novel basada en la historia de Riva Palacio, y tuvo a bien aderezarla, o aligerarla, con dos novedades: el "Guill¨¦n de Lampart" que ven¨ªa de "William Lamport" pas¨® a ser, vayan ustedes a saber c¨®mo, "Diego de la Vega", y la Z de ziza se convirti¨® en la inicial de su nombre de guerra: Zorro.
Un a?o m¨¢s tarde, Douglas Fairbanks escribi¨® un gui¨®n basado en el libro de McCulley, donde Guill¨¦n se parec¨ªa m¨¢s a Robin Hood que a William Lampart; despu¨¦s de acabarlo, el propio Fairbanks levant¨® la producci¨®n de la pel¨ªcula y se asign¨® a s¨ª mismo el papel protag¨®nico de The mark of Zorro, la primera pieza de una secuela interminable que sigue recicl¨¢ndose en la pantalla.
De esta manera, William Lamport, aquel h¨¦roe irland¨¦s que naci¨® en el puerto de Wexford en el a?o 1615 fue objeto de la m¨¢s parad¨®jica de las celebridades: la de ser mundialmente famoso con otra patria, otro nombre, otra cara y otra historia.
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