Un arma contra las faltas
Educaci¨®n aprueba un plan integral para contabilizar las ausencias a clase y evitarlas
Durante el curso pasado la Consejer¨ªa de Educaci¨®n trabaj¨® individualmente para que 14.930 chicos de Primaria y Secundaria no faltaran a clase. Estos cerca de 15.000 casos de absentismo no son todos los que se producen en la comunidad, de hecho la proporci¨®n es baj¨ªsima respecto al total de 1.100.000 alumnos que cursan los niveles obligatorios, ya que nunca se han contabilizado de forma sistem¨¢tica. Para conocer realmente el alcance del problema, Educaci¨®n aprob¨® el pasado septiembre una orden que desarrolla el Plan Integral para la Prevenci¨®n, Seguimiento y Control del Absentismo Escolar.
"Lo m¨¢s importante es que los centros van a contar con un protocolo que les dice qu¨¦ se considera absentismo -son cinco o m¨¢s faltas a clase sin justificar en un mes- y los pasos que deben seguir en esos casos. Adem¨¢s, a partir de ahora dispondremos de datos porque se obligar¨¢ a los centros a realizar un control de asistencia que estar¨¢ informatizado", explica la directora general de Participaci¨®n y Solidaridad en la Educaci¨®n, Mercedes Gonz¨¢lez.
"Detr¨¢s de cada ni?o absentista hay un drama familiar", dice Ramona Herranz
"El perfil del absentista es un chico de 3? de Secundaria, entre 14 y 15 a?os, que vive en ciudades de m¨¢s de 50.000 habitantes. Aunque el absentismo se da m¨¢s en los barrios pobres, entre los excluidos sociales y las familias desestructuradas, tambi¨¦n hay bastantes casos en familias sin problemas, pero que no han sabido inculcar a sus hijos el h¨¢bito del estudio. Estos alumnos faltan a clase sin que se lo sepan sus padres, se van en pandillas, y cuando la familia se entera y pretende recuperarlos suele ser demasiado tarde", comenta Mercedes Gonz¨¢lez, quien insiste en que se trata de una definici¨®n en base a la experiencia, no en un estudio contrastado.
En todas las provincias las delegaciones de Educaci¨®n han ido desarrollando programas concretos, aunque sin un protocolo unitario. Entre ellos destaca el trabajo de dos centros de Huelva que realizan Carmen Heredia y Ramona Herranz desde hace cuatro a?os en El Torrej¨®n, una de las barriadas m¨¢s deprimidas de Huelva. Las dos trabajadoras sociales llegan a su oficina a las 8.00 y lo primero que hacen es llamar por tel¨¦fono a diez familias para asegurarse de que sus hijos van a ir a la escuela.
La iniciativa pertenece al programa de desarrollo gitano, dependiente del servicio de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Huelva. El plan se aplica en los centros escolares Onuba y Andaluc¨ªa. Cuando Carmen, que trabaja en el Andaluc¨ªa, y Ramona, en el Onuba, llegan a sus colegios comprueban si todos los alumnos est¨¢n en clase. Si falta alguno, se desplazan a su domicilio para levantarlos y animarlos. Heredia lleva el caso de una alumna que faltaba a clase de manera sistem¨¢tica los lunes y los viernes.
"Cuando llego al colegio, compruebo que est¨¢ y si no, voy su casa, la levanto, con el permiso de madre, la visto y la llevo a clase. Esto ha requerido un delicado trabajo previo con la familia. Por eso cuando llamo a su puerta, la madre no reacciona mal", a?ade.
Seg¨²n la trabajadora social muchas madres se sienten en una situaci¨®n embarazosa cuando ellas entran en sus viviendas. "Pero precisamente ese es el objetivo, que las madres se sientan en la obligaci¨®n de levantar a sus hijos para que vayan al colegio". Carmen Heredia ha logrado que esa ni?a no falte a clase dos semanas seguidas.
Para estas dos profesionales el problema del absentismo est¨¢ en "una desmotivaci¨®n general por el colegio y lo que significa estudiar". "Las familias tienen claro que una vez que sus hijos finalicen primaria, ya no les hace falta seguir estudiando", se?al¨® Ramona Herranz. "Algunas madres afirman que para ir a golfear, mejor se quedan en casa limpiando", a?ade. "Detr¨¢s de cada ni?o absentista hay un drama familiar. Hay casos de drogas o de padres que est¨¢n en prisi¨®n", afirma Herranz. Aun as¨ª, el proyecto marcha "bastante bien" y las familias van adquiriendo poco a poco mayor conciencia del valor de la escuela.
Cuando hay alg¨²n caso que se escapa a nuestra competencia, damos cuenta a la Polic¨ªa Auton¨®mica, que se encarga de avisar a la familia personalmente de que el ni?o debe asistir a clase", explic¨® Ramona Herranz. El jefe de estudios del colegio Andaluc¨ªa, Diego D¨ªaz, precis¨® que el problema "no se soluciona simplemente pasando lista, sino creando un centro abierto, de integraci¨®n de los alumnos, con actividades extraescolares en las que participen tambi¨¦n sus familias". Rosario Angelina, directora del Onuba, afirma que el contacto del centro con las trabajadoras sociales es "muy estrecho". "Nos reunimos diariamente y se analizan los casos de alumnos que faltan a clase para adoptar las medidas pertinentes", concluye.
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