Ronaldo resuelve, Beckham enloquece
Un gol del brasile?o salva al peor Madrid que se recuerda y el ingl¨¦s se gana la expulsi¨®n ante un gran Getafe
Apareci¨® Ronaldo y se hizo la luz. Una arrancada salvaje, una pared de museo con Zidane, el brasile?o que se planta ante el portero tras llevarse el bal¨®n con la mano sin que nadie, y mucho menos el ¨¢rbitro, se entere y el golpeo f¨¢cil (para ¨¦l), abajo, pegado al poste, perfecto. Gol. El peor Madrid de la temporada, que ya tiene m¨¦rito, logr¨® superar a un Getafe que durante todo el partido le sac¨® los colores, asunto poco complicado en estos tiempos que corren. Pero se despert¨® la bestia. El futbolista m¨¢s determinante del mundo se asoci¨® con Zidane y se hizo la luz en un Bernab¨¦u que fue testigo, no precisamente mudo, de un partido casi delictivo del considerado mejor equipo del siglo XX, que no del XXI.
REAL MADRID 1 - GETAFE 0
Real Madrid: Casillas; Salgado, Pav¨®n, Helguera, Roberto Carlos; Beckham, Pablo Garc¨ªa, Guti, Zidane; Robinho (Baptista, m. 46) y Ronaldo (Gravesen, m. 85).
Getafe: Calatayud; Contra, Belenguer, Tena (Craioveanu, m. 75), Pern¨ªa; Diego Rivas, Celestini; Cotelo (Nano, m. 68), Paunovic, Riki; y G¨¹iza (Pach¨®n, m. 68).
Gol: 1-0. M. 18. Ronaldo bate a Calatayud de disparo cruzado tras hacer una pared con Zidane.
?rbitro: Teixeira Vitienes. Amonest¨® a G¨¹iza, Pablo Garc¨ªa, Guti, Celestini, Salgado y Diego Rivas. Expuls¨® por roja directa a Beckham (m. 56).
Unos 70.000 espectadores en el Bernab¨¦u.
Jug¨® fatal el Madrid, que vivi¨® en el alambre, con Beckham, m¨¢s acelerado que nunca, al mando. Mal asunto. Porque la posibilidad de que el equipo funcione cuando es Beckahm el encargado de sacar la pelota est¨¢ descartada hace ya tiempo. Ser¨¢n precisos sus pases, sin duda; llegar¨¢ la pelota donde su bota derecha la mande, claro que s¨ª. Pero al Madrid, salvo contadas ocasiones, le sirve de bien poco. El equipo, agarrado a los env¨ªos del ingl¨¦s, se rompe por la mitad y, lo que es peor, no descansa. Bal¨®n largo, y a correr. Sin tregua. Que al lado de Beckham viva un se?or que ejerce de medio centro es anecd¨®tico, m¨¢s que nada porque Pablo Garc¨ªa est¨¢ ah¨ª porque alguien tiene que estar ah¨ª.
As¨ª las cosas, el bal¨®n fue del Getafe y, por consiguiente, el partido. Mostr¨® un juego din¨¢mico el conjunto de Schuster, al que no arredr¨® el escenario y, mucho menos, el rival. A los dos minutos ya hab¨ªa cabeceado Paunovic pegado al palo y a los diez ya la hab¨ªa mandado Riki a la madera. Tiene alg¨²n que otro jugador agradable el Getafe, con Riki a la cabeza, y con eso, y mucha disciplina, le basta. Como le basta con Diego Rivas en el centro del campo, un futbolista que nunca amenaza con nada bueno pero que se ofrece, acude al quite y ordena. T¨¦cnica no le sobra, pero nadie dijo que en el Getafe haya sitio para un Schuster m¨¢s all¨¢ del banquillo. Rivas sac¨® de quicio a unos cuantos rivales, con Guti a la cabeza, y el Madrid, que bastante ten¨ªa con ser gobernado por Beckham, se li¨® de mala manera.
La pag¨® el p¨²blico con Robinho, que pasaba por all¨ª. Se ha ganado el brasile?o la inquina de buena parte de la grada y el chico no sale del agujero. Se vio aislado en la banda derecha, como si de un fantasma se tratara, una orden aqu¨¦lla, por parte de Luxemburgo, de dif¨ªcil justificaci¨®n. Sali¨® Robinho del equipo en el descanso y en su lugar entr¨® Baptista. Y, adem¨¢s, para jugar en su sitio, como segundo delantero, una noticia que se antojaba buena para el Madrid. Pero tampoco existi¨® Baptista, por mucho que su potencia le permitiera llevarse alg¨²n que otro bal¨®n a¨¦reo.
Andaba por entonces Beckham m¨¢s revolucionado que nunca. Iba a todas, desaforado, como loco, maltratando al bal¨®n, a los rivales, a todo el que se le pusiera delante, fuera el entrenador rival o el suyo propio. Discuti¨® con su sombra y tir¨® patadas aqu¨ª y all¨¢. Y en una de ¨¦stas, encontr¨® hueso, el de Riki, al que mand¨® a la lona. Es imposible que un futbolista haga m¨¢s majader¨ªas en menos tiempo. Lo consigui¨® Beckham, que estuvo de psiquiatra. El ¨¢rbitro le mand¨® a la calle y el ingl¨¦s se puso a discutir con Schuster, que le afe¨® su conducta. El Madrid se vio con diez, lo que tampoco tuvo demasiada trascendencia. Peor que con once no lo pod¨ªa hacer y su incapacidad para ejecutar algo digno de menci¨®n era evidente.
Pero le falt¨® instinto asesino al Getafe para llevarse un triunfo m¨¢s que merecido. Manejaba el bal¨®n, se acercaba a la porter¨ªa de Casillas, abr¨ªa a una y otra banda, sin adornos, con criterio, deprisa, deprisa... Pern¨ªa las tuvo de todos los colores, ducho como es el lateral en el disparo. No tuvo premio. En el tramo final se vio el Madrid m¨¢s exigido que nunca, acogotado all¨¢ en su ¨¢rea. Pero se defendi¨® con cierto orden y por ello salv¨® los muebles.
Cinco minutos quedaban de partido cuando Luxemburgo se hizo presente. Decidi¨® el t¨¦cnico blindar el centro del campo, nada extra?o teniendo en cuenta que viv¨ªa un suplicio, y estaba con uno menos, y puso en escena a Gravesen. Pero prescindi¨® de Ronaldo y la grada, que estaba de u?as, tron¨® contra el entrenador. Acab¨® as¨ª el Madrid, roto, encerrado, sin delanteros y bajo una lluvia de silbidos, como si de un equipo peque?o se tratara. Y quiz¨¢ se trate de eso.
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