La batalla por la libertad de expresi¨®n
A ella intentan matarla simplemente porque dice lo que piensa. A ¨¦l, el a?o pasado, le mataron simplemente por haber creado una obra de arte provocadora. Bienvenidos a nuestra nueva Europa, tres siglos despu¨¦s de la Ilustraci¨®n.
Ella es Ayaan Hirsi Ali, pol¨ªtica y escritora holandesa de origen somal¨ª y autora del gui¨®n de la pel¨ªcula Submission. ?l era Theo van Gogh, el director holand¨¦s de la pel¨ªcula que, por ese motivo, fue asesinado en una calle de Amsterdam hace poco m¨¢s de un a?o. Despu¨¦s de degollar a Van Gogh, el asesino le clav¨® una carta en el pecho con un cuchillo de carnicero. "Ayaan Hirsi Ali", dec¨ªa, "acabar¨¢s hecha pedazos a causa del islam". "T¨², Europa, caer¨¢s...", conclu¨ªa la soflama, "t¨², Holanda, caer¨¢s... T¨², Hirsi Ali, caer¨¢s".
A Ayaan Hirsi Ali intentan matarla simplemente porque dice lo que piensa sobre la condici¨®n de la mujer en los pa¨ªses isl¨¢micos
Ali habla de forma atenta, tranquila, clara, casi pedante, en defensa de los derechos individuales, la libertad de expresi¨®n, la igualdad ante la ley
El derecho a la libertad de expresi¨®n se encuentra directamente amenazado por personas cuya postura es muy sencilla: si dices eso, te mataremos
La semana pasada habl¨¦ con Ayaan Hirsi Ali en el Instituto de Arte Contempor¨¢neo de Londres y pude hacerme una m¨ªnima idea lo que significa vivir con un servicio de protecci¨®n de primera categor¨ªa las 24 horas, bajo amenaza permanente de muerte por ejercer el derecho a la libertad de expresi¨®n. Nuestra conversaci¨®n fue precedida de la primera proyecci¨®n p¨²blica en el Reino Unido de Submission. Es un cortometraje deliberadamente provocador y que no me pareci¨® especialmente bueno. (Para juzgar por s¨ª mismos, pueden verlo en Internet, en http://ayaanhirsiali.web_log.nl/log/2292608. Dura s¨®lo 11 minutos). Ahora bien, no tengo la menor duda de que el gui¨®n de Ali trata de exponer algo importante sobre el sufrimiento de las mujeres oprimidas en nombre del islam, un sufrimiento que Ali conoce tanto por propia experiencia como por su labor como int¨¦rprete de mujeres de origen musulm¨¢n en Holanda.
Ayaan Hirsi Ali es mucho m¨¢s que una voz para los oprimidos que no la tienen. En persona, es alguien que habla de forma atenta, tranquila, clara, casi pedante, en defensa de los valores liberales fundamentales de la Ilustraci¨®n: los derechos individuales, la libertad de expresi¨®n, la igualdad ante la ley. Despu¨¦s de la proyecci¨®n, mientras cen¨¢bamos, me cont¨® que esos ideales individualistas del liberalismo hab¨ªan empezado a despertar su inter¨¦s al leer literatura inglesa en el colegio, en Kenia, donde su familia se hab¨ªa refugiado al huir de Somalia. Le encantaban las obras de Charles Dickens y George Orwell. (Cuando era una joven musulmana, durante un breve periodo, pens¨® que el horrible comportamiento de los cerdos en Rebeli¨®n en la granja, de Orwell, ayudaba a explicar por qu¨¦ los musulmanes no comen ese animal). Despu¨¦s, cuando estudiaba ciencias pol¨ªticas en Holanda, descubri¨® a los cl¨¢sicos del liberalismo occidental. Dos autores a los que admira especialmente son John Stuart Mill y Karl Popper.
En mi opini¨®n, su cr¨ªtica del multiculturalismo, en nombre del liberalismo de la Ilustraci¨®n, es demasiado radical. Creo que su apoyo a la prohibici¨®n francesa del hijab en las escuelas y las oficinas p¨²blicas equivale a defender una restricci¨®n innecesaria de la libertad individual en nombre de la libertad individual. Sin embargo, su afirmaci¨®n central me parece crucial e irrefutable: si ser un pa¨ªs libre tiene alg¨²n significado, es el de que la gente tenga la posibilidad de criticar abiertamente, y sin miedo a represalias, el islam, el hinduismo o a los sijs, igual que ahora se insulta, en la pr¨¢ctica, al cristianismo, el juda¨ªsmo o, ya puestos, el darwinismo. Para reafirmar su prop¨®sito est¨¢ decidida a hacer Submission 2, que tratar¨¢ el asunto desde el punto de vista de los hombres, y Submission 3, que sugerir¨¢ una posible respuesta de Al¨¢. Independientemente de la calidad que tengan sus pel¨ªculas, tenemos que admirar su valor y apoyarla como podamos. No est¨¢ luchando s¨®lo por los derechos de las mujeres en las familias musulmanas, sino por un derecho fundamental para todos nosotros.
El derecho a la libertad de expresi¨®n, que es a una sociedad abierta lo que el ox¨ªgeno a la vida humana, se encuentra directamente amenazado por personas cuya postura es muy sencilla: si dices eso, te mataremos. Y no s¨®lo en el caso del islam. En el Reino Unido, las protestas violentas y las amenazas de muerte de extremistas pertenecientes a la comunidad sij obligaron a la autora teatral Gurpreet Kaur Bhatti a esconderse e hicieron que su obra Behzti desapareciera de los escenarios en Birmingham.
La reacci¨®n del Gobierno
?C¨®mo reacciona el Gobierno brit¨¢nico? Ampl¨ªa la protecci¨®n policial a las personas amenazadas, por supuesto, como hizo con Salman Rushdie. Habla como corresponde de tolerancia, protesta pac¨ªfica y libertad de expresi¨®n. Pero tambi¨¦n se propone -de forma vergonzosa, est¨²pida y cobarde- restringir, ¨¦l mismo, ese derecho, en un proyecto de ley mal concebido y peor redactado que pretende prohibir "la incitaci¨®n al odio religioso". Uno de los motivos para recuperar en el ¨²ltimo programa electoral de los laboristas esta propuesta de ley, que ya se rechaz¨® en una ocasi¨®n, fue el deseo de apaciguar a algunos de los que se erigen en portavoces de la comunidad musulmana brit¨¢nica, pero tambi¨¦n intervino un oportunismo pol¨ªtico transparente. Como observa el distinguido abogado de derechos humanos y dem¨®crata liberal lord Anthony Lester en un libro excelente elaborado por el PEN ingl¨¦s en defensa de la libertad de expresi¨®n (Free expression is no offence, Penguin), el proyecto de ley se present¨® "en un claro intento de ganar el voto de los musulmanes brit¨¢nicos para el nuevo laborismo, en unas circunscripciones marginales en las que la hostilidad hacia la invasi¨®n ilegal de Irak hab¨ªa empujado a numerosos musulmanes y otros posibles votantes laboristas hacia los dem¨®cratas liberales".
La C¨¢mara de los Lores ha transformado por completo el proyecto de ley. Las enmiendas, en cuya formulaci¨®n desempe?¨® un papel importante Anthony Lester, hacen tres cosas que sirven para que una mala ley sea algo menos mala. Limitan la condici¨®n de delito a las palabras y las conductas verdaderamente "amenazadoras", y no s¨®lo "abusivas" o "insultantes". Exigen que la acusaci¨®n demuestre una clara intenci¨®n de provocar el odio religioso. Y sobre todo, incluyen una cl¨¢usula de "protecci¨®n de la libertad de expresi¨®n" que dice as¨ª: "Ning¨²n elemento de esta secci¨®n se interpretar¨¢ ni se aplicar¨¢ de forma que suponga prohibir o restringir la discusi¨®n, la cr¨ªtica ni las expresiones de antipat¨ªa, desagrado, burla, insulto o injuria respecto a religiones concretas o las creencias y pr¨¢cticas de sus seguidores, o respecto a cualquier otro sistema de creencias o las creencias y pr¨¢cticas de sus seguidores, ni hacer proselitismo o instar a los seguidores de una religi¨®n o un sistema de creencias diferentes a dejar de practicar dicha religi¨®n o dicho sistema de creencias".
Ser¨ªa mejor para todas las partes interesadas que no existiera esta maldita ley, pero supongo que podemos soportar tener que vivir con una ley que incluya esa salvaguardia tan magn¨ªficamente redactada. La pregunta es: ?podr¨¢ el Gobierno brit¨¢nico? Ahora se sigue negociando. Tal vez tengamos una respuesta antes de Navidad.
Esto es lo que deber¨ªan hacer Tony Blair y el resto de su Gabinete. Primero deber¨ªan volver a leer las magn¨ªficas p¨¢ginas en las que John Stuart Mill explica por qu¨¦ lo que llama la "colisi¨®n de opiniones" es vital para preservar la libertad, y por qu¨¦ "es evidente que a la ley y la autoridad no les corresponde restringir" los ataques a la religi¨®n o a lo que ¨¦l denomina la "infidelidad". Despu¨¦s deber¨ªan reflexionar sobre el ejemplo de una valiente mujer somal¨ª que, inspirada por autores como Mill, pone en peligro a diario su vida para proteger nuestro derecho a la libertad de expresi¨®n. Y luego deber¨ªan reunir el valor necesario para arriesgarse a ser un poco impopulares, quiz¨¢, con una peque?a parte del electorado, y llevar adelante la ley modificada por las enmiendas. ?Es demasiado pedir?
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.