Defensa de la Constituci¨®n
Se habla, se escribe, se mitinea, se lanzan manifiestos, se solicitan adhesiones. Todo en defensa de la Constituci¨®n vigente. Parecer¨ªa que el d¨ªa de hoy, cuando se cumplen 27 a?os de su aprobaci¨®n en refer¨¦ndum, nos hubiera sorprendido puestos a la defensiva. Antes de volver sobre esta posici¨®n, recordemos que el camino para llegar a la Constituci¨®n, promulgada el 27 de diciembre de 1978, fue dif¨ªcil y requiri¨® grandes dosis de inteligencia sintiente, por decirlo con la acertada expresi¨®n de Xavier Zubiri. A la Constituci¨®n llegamos a partir de un activo examen de conciencia de nuestras barbaries hist¨®ricas; de un sentido dolor de coraz¨®n por los da?os causados anticipado incluso a la memoria de los da?os padecidos; de un prop¨®sito de enmienda, de nunca m¨¢s la guerra civil entre nosotros, de clausurar toda suerte de revanchismos.
La Constituci¨®n inauguraba la paz porque el 1 de abril de 1939, con el ¨²ltimo parte de guerra, empez¨® la victoria franquista, que sum¨ªa a unos en el orgullo de su causa y en la pr¨®spera explotaci¨®n del ¨¦xito y dejaba a otros en la humillaci¨®n de la derrota, de la represi¨®n sangrienta, de las depuraciones, de las sospechas, de las represalias sin fecha de caducidad. La Constituci¨®n significaba la reconciliaci¨®n y era el resultado de la concordia en la que hab¨ªamos decidido convivir para sorpresa de los que siempre apostaron por la incivilidad de los espa?oles. La Constituci¨®n de 1978 plasm¨® una actitud nueva en la que cada uno renunciaba a prevalecer sobre los dem¨¢s. Cualquiera de los textos constitucionales anteriores podr¨¢ presentar aciertos por encima del que ahora estamos conmemorando, seg¨²n quien sea llamado a dictaminar. Podr¨¢n se?alarse en el articulado de la nuestra deficiencias ling¨¹¨ªsticas, como las detectadas por Rafael S¨¢nchez Ferlosio en el art¨ªculo 3?, donde se declara el castellano como lengua oficial. Habr¨¢n tenido otras precedentes m¨¢s ilustres redactores pero, en la voluntad de acogernos a todos bajo su amparo, ninguna la supera. Ahora la Constituci¨®n recibe mucha mayor adhesi¨®n que cuando se debat¨ªa o cuando se aprob¨®. Un repaso a las sesiones de la Ponencia, de la Comisi¨®n del Congreso de los Diputados y del Pleno permitir¨ªa recuperar la memoria de qui¨¦nes apostaban y qui¨¦nes combat¨ªan el texto que se iba perfilando. Tampoco la participaci¨®n en el refer¨¦ndum del 6 de diciembre de 1978 fue arrasadora (buen signo de elegancia frente a tanta unanimidad de plomo y sospecha). Se limit¨® en el conjunto del pa¨ªs al 67,11% del censo, es decir, a 17.873.301 electores, de los cuales lo hicieron en pro 15.706.078 (un 87,78% de los votantes y un 58,97% de electores) y en contra 1.400.505 (un 7,83% de votantes y un 5,25% de electores); votaron en blanco 632.902 (un 3,54% de votantes y un 2,37% de electores) y se registraron 133.786 votos nulos (un 0,74% de votantes y un 0,50% de electores).
Venturosamente, la Constituci¨®n ha ido siendo abrazada cada vez por m¨¢s ciudadanos, incluso por muchos de aquellos que eran m¨¢s refractarios o que la combatieron activamente con las letras o con las armas. Defender la Constituci¨®n es el honor que algunos pueden exhibir, como cuando la intentona del 23 de febrero de 1981. "EL PA?S, con la Constituci¨®n", rezaba el titular de primera del peri¨®dico en aquella noche incierta con el Gobierno y los diputados secuestrados todav¨ªa en el Congreso. Es honroso defender la Constituci¨®n, pero debe hacerse con sumo escr¨²pulo, sin apropiaciones unilaterales excluyentes. Hay amores que matan y los profesados a la Constituci¨®n pueden hacerla padecer.
La Puerta del Sol acogi¨® el s¨¢bado una concentraci¨®n impulsada por el PP a favor de la Constituci¨®n, y ayer se ha insertado como publicidad un manifiesto en defensa de la Constituci¨®n que encabezan Fernando ?lvarez de Miranda y Antonio Font¨¢n P¨¦rez, presidentes del Congreso y del Senado de la Legislatura Constituyente. Los concentrados rechazaron que les hubiera movido su actitud contraria a la propuesta de Estatuto de Catalu?a, aunque Josep Piqu¨¦ haya reconocido la obviedad de que tal actitud estaba en el origen de la convocatoria. Los del manifiesto, por su parte, se refieren al "llamado nuevo Estatuto" como si fuera resultado de la meteorolog¨ªa adversa en lugar del resultado de un acuerdo del Parlament que deber¨¢ tramitarse conforme a la Constituci¨®n.
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