El hombre no tiene naturaleza
Nacido en Santander en 1939, ?lvaro Pombo se educ¨® en el cristianismo m¨¢s convencional y ortodoxo, por lo que su descubrimiento de la homosexualidad supuso al mismo tiempo su gran rebeld¨ªa y su liberaci¨®n personal, que ahora proclama sin ambages. Con el patrocinio de Juan Benet (con quien ri?¨® despu¨¦s) y bajo Rosa Reg¨¤s public¨® un libro de cuentos, Relatos sobre la falta de sustancia, una novela, El parecido, y otros dos libros de poemas, antes de caer en brazos de Jorge Herralde, quien le proporcion¨® el premio que lleva su nombre en 1983, con El h¨¦roe de las mansardas de Mansard, con lo que ya se estabiliz¨® el ritmo de crucero con Anagrama, con quien ha publicado un total de 15 libros. Su formaci¨®n filos¨®fica, el temblor po¨¦tico y la ternura de su prosa, sus riesgos expresivos y la riqueza cultural y conceptual que respira su prosa han hecho todo lo dem¨¢s. Al mismo tiempo, siempre refleja un ¨¢mbito burgu¨¦s, de clase media alta, del que escapa mediante un dato de rebeld¨ªa, que a veces se instala en ¨¢mbitos latinoamericanos, de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, o de la revoluci¨®n cristera mexicana, temas a los que se ha acercado llevado de su inspiraci¨®n religiosa m¨¢s profunda (en El cielo raso y Una ventana al norte).
CONTRA NATURA
?lvaro Pombo
Anagrama. Barcelona, 2005
562 p¨¢ginas. 22 euros
Pero Pombo es fil¨®sofo de formaci¨®n, lo cual le permite refutar de antemano la acusaci¨®n, en el fondo religiosa, de calificar de "contra natura" el amor homosexual, pues como dec¨ªa Ortega, "el hombre no tiene naturaleza sino historia". Prefiero esta afirmaci¨®n a lo que el editor afirma en la solapa de que "no hay homosexualidad sino homosexualidades". La novela, que empieza in media res, se origina en la convivencia entre tres alumnos de un seminario norte?o, futuros homosexuales, entre los que se anuda un amor homoer¨®tico y m¨ªstico que terminar¨¢ tr¨¢gicamente cuando uno de los tres confiese su amor a uno de ellos quien lo rechazar¨¢ violentamente, y que ser¨¢ al fin y a la postre el protagonista de la novela que tambi¨¦n terminar¨¢ no menos tr¨¢gicamente (lo que me recuerda Los delitos insignificantes, pues en el fondo no los hay). Quiz¨¢ este paralelismo final sea lo menos convincente de la novela, como si se tratara de un castigo divino del "mal homosexual", un alto ejecutivo ya jubilado, homosexual refinado y elegante y confortablemente instalado en la vida, pero incapaz de asumir los riesgos de una vida de verdad. Pero, si no hay homosexualidades, sino homosexuales, lo que los une es su inevitable promiscuidad, que Pombo describe con toda minuciosidad -y a veces con realismo escatol¨®gico y cruel-, pese a su fundamental delicadeza, pues se trata de una novela escrita contra la superficialidad, que rechaza todo pensamiento correcto, o mitologizar todas las "leyendas doradas" sobre la homosexualidad, que es lo que m¨¢s va menudeando por ahora -incluido el matrimonio homosexual, que ser¨¢ igual de bueno o malo que el heterosexual, eso Pombo lo tiene claro-, por lo que no ganamos nada al final.
Quiz¨¢ el episodio que m¨¢s disuena es el de la madre asesinada de uno de los personajes (inocente, aunque homosexual), por otra parte irresuelto, donde quiz¨¢ haya un ajuste de cuentas familiar, la de la malague?a Chipri, brutal e intenso, pero que no conduce a nada, pese a estar muy bien escrito. Pues adem¨¢s, Pombo ha a?adido un ep¨ªlogo, donde explica sus intenciones, que sobra quiz¨¢ por su excesivo moralismo. Pues su fondo religioso, cargado de crueldad, cultura, citas y filosof¨ªa -y de un tremendo realismo que a veces resulta profundamente "incorrecto"- le lleva a declarar que hay homosexuales "buenos" y "malos" y a salvar a los primeros y condenar a los segundos. En fin, que as¨ª no aclaramos nada, y que al final de tanta poes¨ªa y de tanta filosof¨ªa, todos seguimos dividi¨¦ndonos en buenos y malos, como en las pel¨ªculas del Oeste, que es donde metaf¨®ricamente seguimos viviendo. Y que es lo que sigue haciendo la santa Iglesia cat¨®lica, que contin¨²a proclamando la homosexualidad como "contra natura", y cerrando el paso a sus seminarios a sus adeptos, con lo que el lector no hubiera podido leer esta novela, que es una intensa, po¨¦tica, tierna, cruel y profunda obra de arte.
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