El borr¨®n de un pol¨ªtico aseado

El presidente Francisco Camps ha transitado por la pol¨ªtica sin arrugarse el doble del pantal¨®n. Podr¨¢ parecernos m¨¢s o menos eficiente su gesti¨®n, pero lo bien cierto es que ni se ha embarcado en aventuras azarosas ni su larga y variada hoja de servicios registra m¨¢cula alguna por compincheos o irregularidades. En ese aspecto, est¨¢ limpio como una patena, lo que no es poca cosa en el ambiente que prima por estos lares, y particularmente por los suyos, tan polucionados por la corrupci¨®n o su sombra. El molt honorable, y el PP en tromba, podr¨¢n negar este ambiente, aducir que se trata de maledicencias o, en el colmo de la ingenuidad, invocar la necesidad de un fallo judicial antes de se?alar con el dedo el desm¨¢n de los presuntos chorizos. Pero la verdad es que cada d¨ªa les amanece con una novedad m¨¢s penosa o alarmante.

Y seguramente no es justo que este turbi¨®n de fechor¨ªas leves, graves o pintorescas que acontecen en la ¨®rbita del partido gobernante, pero a costa del erario p¨²blico, enlode la trayectoria de un hombre que, pol¨ªticamente, ha tenido tanto cuido en no pisar charcos ni mezclarse con malas compa?¨ªas, m¨¢s all¨¢ de las inevitables para viabilizar los equilibrios partidarios. No es justo, decimos, pero s¨ª l¨®gico, pues, al fin y al cabo, como cabeza del Consell, es el referente ¨²ltimo del ejecutivo, adem¨¢s del responsable de las siglas que lo sustentan, en la salud y en la enfermedad, como los matrimonios antes de disolverse. Y por otra parte, cargar con el mochuelo de la corrupci¨®n ajena, incluso con el esc¨¢ndalo, es el precio que nuestro presidente ha de pagar por su debilidad.

Porque ese es su drama: la debilidad pol¨ªtica que le impide erigirse en l¨ªder incuestionado de su partido y poner coto a las mangancias y trapisondas que salpican el colectivo que abandera a lo largo y ancho del pa¨ªs, como se cuida en cartograf¨ªar puntualmente el PSPV, que tampoco anda limpio de polvo y paja. Torrevieja, Orihuela, Mercalicante, Terra M¨ªtica, Calpe, Ciegsa, Ivex, Carlos Fabra y etc¨¦tera, son los top¨®nimos sub judice o en expectativa de estarlo en el mapa de la corrupci¨®n que los populares protagonizan y la oposici¨®n divulga. Claro que tambi¨¦n -todo hay que decirlo- el PP valenciano ha pagado con la misma moneda mediante un mapa judicial con los empapelamientos de concejales y dirigentes socialistas. Un debate gallin¨¢ceo en el que se compite por la cantidad de porquer¨ªa que mutuamente se arrojan los dos grandes partidos. Mera degradaci¨®n de la pol¨ªtica como arte para el progreso y la convivencia.

Pero dec¨ªamos, y era el eje de esta cr¨®nica, que el presidente lleva camino de culminar sus mandatos al frente de la Generalitat con el bald¨®n de la corrupci¨®n a cuestas. Ya tuvo que resignarse a asumir y administrar un legado financiero, el de su predecesor, aderezado de pufos que le han hipotecado econ¨®micamente su propio programa -si es que tiene alguno-, y ahora, como don Tancredo, se limita a ver c¨®mo algunos de sus partidarios allanan el c¨®digo ¨¦tico y redondean pelotazos de calibre variado y, en ocasiones, poco menos que circense por el desahogo de los implicados. Y lo que es peor, cuando ha dicho una palabra al respecto, que siempre ha querido ser exculpatoria, ha sonado a humorada, de tan forzada e incre¨ªble.

Inerme como est¨¢, por la mentada inconsistencia de su liderazgo, comprendemos que se mantenga como ausente y distante de esta feria de las corruptelas. No puede disciplinar, para que no se le revuelvan, a los pecadores que, siendo de su partido, no son de su cuerda, ni tampoco -y por lo mismo- a los tramperos que le son leales. Ha de inhibirse y consolarse con la bondad de los sondeos de opini¨®n electorales que le siguen siendo favorables por goleada, aunque en su entorno cunda el fraude y los pelotazos.

Un fen¨®meno comprensible por la falta de alternativa en el centro y en la izquierda. Es seguro que ma?ana, cuando inaugure el Congreso de Econom¨ªa de la CV, con la habitual pirotecnia ret¨®rica, no aluda a estas lacras que probablemente no afectan a nuestro PIB o la prosperidad del pa¨ªs, pero no dejan de ser una losa moral, evaluable tambi¨¦n en euros, y una m¨¢cula en la semblanza pol¨ªtica del presidente, tan aseada.