Defensa de la Guardia Civil de Almonte
En los tiempos actuales no es normal que un colectivo como la Guardia Civil haya tenido que recurrir a darse de baja por enfermedad como ¨²nico recurso cuando ven que no les queda otra salida, como ha sido el caso de la plantilla de los 27 guardias que integran el cuartel de Almonte en la provincia de Huelva.
Es incre¨ªble que individuos pertenecientes a una instituci¨®n tan prestigiosa a la que se le reconocen m¨¦ritos sobrados por los brillantes servicios conseguidos con aprensiones e incautaciones de droga, detenci¨®n de delincuentes, desarticulaci¨®n de bandas mafiosas, detenci¨®n de pederastas y descubrimiento de redes de pornograf¨ªa infantil, lucha contra la violencia de g¨¦nero, servicios humanitarios... y un sin fin de actuaciones benem¨¦ritas, tengan que verse en esta lamentable situaci¨®n de acoso por parte del pueblo de Almonte -donde velan por sus intereses y propiedades-. Tengan que convivir a diario con las miradas insidiosas, con el boicot, con la marginaci¨®n y el odio, extendi¨¦ndolo a sus hijos y mujeres, asedi¨¢ndoles hasta el punto de pegar fuego a sus propios veh¨ªculos, hacer pintadas en la fachada de la casa-cuartel. Vi¨¦ndose en la necesidad de recluirse, dado el desamparo e indefensi¨®n en el que se encuentran. Todos hemos podido ver el lamentable estado en que se encuentra la casa-cuartel de Almonte, carente de toda medida de seguridad, sin c¨¢maras que filmen su contorno. Las reiteradas veces que hab¨ªan comunicado esta circunstancia a la Comandancia de Huelva, haciendo caso omiso a la petici¨®n. Pero lo m¨¢s lamentable de estos guardias, o cualesquiera otros, es la precaria situaci¨®n en que se encuentran. No es normal que una instituci¨®n con dependencia directa de los ministerios del Interior y de Defensa, cuya misi¨®n primordial es la de velar por los derechos y libertades de los espa?oles, vean, por el contrario, los suyos mancillados, y a la hora de defender sus derechos se encuentren desamparados, como tambi¨¦n es inaceptable que no sean o¨ªdas las reivindicaciones hechas por parte de su asociaci¨®n profesional (AUGC). Circunstancia, parece ser, que a¨²n aprovechan los gobiernos para tener siempre una fuerza fiel, sometida y condicionada a su antojo a cambio de un sueldo irrisorio, supeditados a una disciplina castrense de severas normas y leyes cuyo reglamento se encargan de hacer cumplir sus superiores jer¨¢rquicos.
De una vez por todas, dejemos que la democracia entre definitivamente en todos los entes del Estado espa?ol, sin cortapisas.
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