ETA y la verg¨¹enza
Se trata de un problema cl¨¢sico, de simultaneidad imposible, que sol¨ªa enunciarse bajo el t¨ªtulo de Comer sopas y sorber, no puede ser. As¨ª que, en alg¨²n momento, tambi¨¦n ?ngel Acebes, actual secretario general del PP y anterior ministro del Interior, deber¨¢ reconocer la incompatibilidad que resulta de alardear de los mayores logros nunca alcanzados en la lucha contra ETA, hasta situarla en la inminencia de la extinci¨®n, y sostener, al mismo tiempo, con una terquedad inatacable por los ¨¢cidos de la realidad que la banda tuvo la responsabilidad de la masacre terrorista del 11 de marzo de 2004. Porque, adem¨¢s, cuando aquel atentado de los trenes que acarre¨® casi 200 muertos, aunque usted querido lector no acierte a creerlo, el titular del departamento competente en cuestiones antiterroristas era ese mismo Acebes que desde entonces anda pi¨¢ndolas como si para nada hubiera afectado a su credibilidad semejante desastre.
Mientras tanto, procedamos a un ejercicio elemental que nos permita el sobrio reconocimiento de la realidad estad¨ªstica. Una realidad a tenor de la cual la ¨²ltima v¨ªctima mortal de ETA cay¨® hace ya m¨¢s de treinta meses. Puede que la percepci¨®n social de esa distancia cronol¨®gica sea todav¨ªa muy tenue. En todo caso, ser¨¢ necesario analizar con cuidado las causas que hayan concurrido para dar como resultante la ausencia de sangre derramada. Pero, en principio, que la sangre haya dejado de ser vertida en absoluto permitir¨ªa acusar al Gobierno de traicionar el compromiso que todos tenemos con las v¨ªctimas ni tampoco adentrarse por la senda de la sospecha para maliciarse que el presidente Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero hubiera consumado graves quebrantos pol¨ªticos, ofrecidos a cambio de la inactividad de las armas en poder de la banda. Quebrantos que, de producirse, arrastrar¨ªan al autor de la felon¨ªa, fuera quien fuese, fuera de las residencias del poder.
En todo caso, el ministro Jos¨¦ Antonio Alonso se ve obligado cada d¨ªa a recordar que en su mandato se han producido 400 detenciones de terroristas para desautorizar con cifras la idea de una polic¨ªa de brazos ca¨ªdos, como aquella de Jaime Mayor Oreja cuando la tregua del rearme. Responde as¨ª el actual ministro a un PP empe?ado en reclamar que se acabe con las "falsas expectativas" sobre el final de ETA. Porque los Rajoy, Acebes y Zaplana sufren los barruntos de una entrega definitiva de las armas como si se tratara de un grave padecimiento, de una indeseada perturbaci¨®n para su particular esquema de urgente regreso al poder, basado en el cuanto peor mejor. Algunos s¨ªntomas, extra¨ªdos del macrojuicio que se celebra en estos d¨ªas, permiten calibrar la magnitud de los cambios operados porque ahora los acusados se instalan en la negaci¨®n de su pertenencia, de su contacto o de su conocimiento de ETA. Actitudes en abierto contraste con las proclamaciones orgullosas de otras oca
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