El maestro Strehler

En las v¨ªsperas de los primeros compases del A?o Mozart (2006, en el 250? aniversario de su nacimiento), los teatros de ¨®pera se est¨¢n posicionando para rendir homenaje al gran humanista de la m¨²sica. El S?o Carlos de Lisboa, siempre tan atinado e imaginativo a las ¨®rdenes de Paolo Pinamonti, ha presentado la hist¨®rica versi¨®n esc¨¦nica de Giorgio Strehler para El rapto en el serrallo, con 40 a?os de vida a sus espaldas pero que se mantiene hoy tan fresca como el primer d¨ªa.

En estos tiempos de tantos disparates esc¨¦nicos conviene de cuando en cuando volver los ojos al gran maestro del teatro humano. Strehler es un genio de la sencillez. Con una est¨¦tica de claroscuros, hace al espectador que r¨ªa o sufra con los personajes, en un proceso de identificaci¨®n con los mismos sustentado principalmente por el placer de contar. Pero qu¨¦ manera de contar, incorporando la tradici¨®n de la Comedia del Arte, a?adiendo a cada momento la sugerencia po¨¦tica o los valores teatrales del silencio, poniendo cada elemento en funci¨®n del libreto y de los valores de la m¨²sica. A veces, Strehler ha afirmado que el teatro es la forma m¨¢s completa del conocimiento del ser humano y de la historia. Hay que creerle, viendo lo que hace. Su lectura de El rapto en el serrallo, en particular, es de una ingenuidad y una hermosura deslumbrantes. Mozart era su compositor preferido, desde luego, pero en este t¨ªtulo de juventud del compositor salzburgu¨¦s vuelca Strehler la quintaesencia de su personal estilo y sus convicciones m¨¢s profundas. Con una iluminaci¨®n lateral y cercana que diferencia expresivamente los pasajes hablados y cantados, realzando el valor musical de las arias con un tratamiento de sombras chinescas que acent¨²a los perfiles; con un sentido del detalle que enriquece -o tal vez sencillamente hace justicia- la globalidad de la obra y el m¨¢s m¨ªnimo de sus matices. Una gozada.

La segunda gran sorpresa de la noche fue la direcci¨®n musical de Julia Jones, de una energ¨ªa y vitalidad arrolladoras, pero con una capacidad de control sobre los detalles y un esp¨ªritu concertador con los cantantes verdaderamente admirables. A las ¨®rdenes de la directora inglesa, la Orquesta Sinf¨®nica Portuguesa son¨® francamente bien. No as¨ª el coro, muy blando en pasajes que requer¨ªan algo m¨¢s de br¨ªo.

El elenco vocal fue correcto, con la soprano costarricense Iride Mart¨ªnez arrancando la ovaci¨®n m¨¢s fuerte de la noche en la complicada aria Martern aller Arten, con un ajustado equilibrio en el maravilloso cuarteto del final del segundo acto, con ligereza mel¨®dica en las voces de tenor de Ford y Alves y con continuidad y solidez interpretativas en el Osmin del island¨¦s Thor Kristinsson. Menci¨®n aparte merece el mimo Marco Merlini como criado mudo en el m¨¢s puro estilo goldoniano de la Comedia del Arte.

La representaci¨®n, a la que asisti¨® el presidente de la Rep¨²blica, Jorge Sampaio, tuvo una gran acogida entre el p¨²blico que abarrotaba el teatro. El pr¨®ximo verano, la Quincena Musical de San Sebasti¨¢n rendir¨¢ homenaje a Mozart con este magistral montaje.