Oposici¨®n a la oposici¨®n
EL CONOCIMIENTO P?BLICO -gracias a Izquierda Unida (IU)- de la orden transmitida por el director general de la Marina Mercante al jefe del Centro Nacional de Coordinaci¨®n de Salvamento a las cinco de la tarde del 13 de noviembre de 2002 -pocas horas despu¨¦s del naufragio del Prestige ante la Costa de la Muerte- permitir¨¢ examinar bajo una nueva luz las medidas preventivas de las autoridades del Estado para afrontar las consecuencias de la cat¨¢strofe. Seg¨²n la versi¨®n que dio al Congreso -veintinueve d¨ªas despu¨¦s del accidente- el vicepresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, las instrucciones del alejamiento del petrolero habr¨ªan sido impartidas por el ministro de Fomento, Francisco ?lvarez Cascos, sobre la base de un dictamen t¨¦cnico de cuatro personas; la conversaci¨®n ahora divulgada -registrada en su d¨ªa de manera oficial- parece demostrar que la consigna fue dada de inmediato y sin estudio previo. Aunque publicada antes como noticia period¨ªstica, la informaci¨®n ha sido entregada al juzgado de Instrucci¨®n de Corcubi¨®n que instruye las diligencias del sumario.
Ni las elecciones del 14-M pusieron a cero el reloj del debate pol¨ªtico, ni las decisiones adoptadas por los Gobiernos del PP durante las dos legislaturas precedentes pueden quedar a salvo de los comentarios cr¨ªticos
El principal partido de la oposici¨®n atribuye el indeseado reflotamiento del nav¨ªo fantasma a una maniobra diversionista del PSOE encaminada a poner en sordina los graves problemas que asedian actualmente al Gobierno socialista; a su juicio, las responsabilidades de car¨¢cter pol¨ªtico derivadas del hundimiento del petrolero quedaron saldadas en su d¨ªa por la convocatoria del 14-M. El PP env¨ªa a ese imaginario contenedor de cuentas olvidadas otras sombras espectrales de su etapa gubernamental (en especial la guerra de Irak y la cat¨¢strofe del Yak-42), perturbadoras de la paz de sus ensue?os de recuperaci¨®n electoral. No es cierto, sin embargo, que la comprobada eficacia de los sistemas democr¨¢ticos para expulsar del poder a un Gobierno a trav¨¦s de las urnas implique la m¨¢gica supresi¨®n de las huellas del pasado. Porque el recuerdo de las decisiones del PP adoptadas durante las anteriores legislaturas influir¨¢n por tiempo indeterminado sobre la voluntad de los ciudadanos a la hora de emitir sus votos, sobre todo si los hechos demuestran que fueron arteramente tomadas mediante el enga?o y la mentira.
Si la doctrina del PP sobre el papel de las urnas respecto al pasado resultase correcta, la renovaci¨®n del mandato de Bush en noviembre de 2004 habr¨ªa blindado para siempre -con la doble protecci¨®n de la amnist¨ªa y la amnesia- su decisi¨®n de invadir Irak. Ser¨ªa absurdo suponer, sin embargo, que los hechos admitidos esta semana por el presidente de Estados Unidos (la guerra ha costado la vida a 2.140 soldados americanos y a mas de 30.000 iraqu¨ªes; la informaci¨®n sobre las armas de destrucci¨®n masiva justificadora de la invasi¨®n era err¨®nea) fuesen a quedar en el futuro excluidos del debate p¨²blico. El empate t¨¦cnico con el PSOE en las elecciones municipales de mayo de 2003 tambi¨¦n hizo creer a los dirigentes del PP que sus votantes hab¨ªan perdonado el delirio fotogr¨¢fico de Aznar en las Azores: no s¨®lo el 14-M desbarat¨® tal ensue?o sino que la eventual prosecuci¨®n de la carnicer¨ªa de Irak seguir¨ªa castigando en las urnas a los populares.
La rendici¨®n de cuentas de los partidos ante los ciudadanos no goza del plazo de prescripci¨®n propio de los negocios jur¨ªdicos; el reloj pol¨ªtico nunca se pone a cero despu¨¦s de unas elecciones y los motivos que impulsan a votar o a rechazar unas siglas no caducan como productos perecederos. La exhortaci¨®n del PP a silenciar toda referencia cr¨ªtica a su etapa como partido en el poder utiliza el argumento simuladamente deportivo de que el Gobierno no debe hacer oposici¨®n a la oposici¨®n; su portavoz, Zaplana, advierte bondadosamente a los socialistas sobre los peligros de mirar demasiado hacia atr¨¢s: "Pueden tener tort¨ªcolis e incluso dislocarse". Con independencia de que el PP no predic¨® con el ejemplo durante sus ocho a?os de mandato (hizo beber al PSOE hasta las heces sus esc¨¢ndalos reales y supuestos), la tentativa de excluir del debate pol¨ªtico las decisiones adoptadas por los Gobiernos de Aznar durante las pasadas legislaturas ser¨ªa poner puertas al campo.
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