Una visi¨®n optimista del c¨¢ncer
Su descubrimiento del primer oncog¨¦n humano, en 1982, fue vital para conocer el origen del c¨¢ncer. Eugenio Santos es uno de los 'cerebros' que volvi¨® de Estados Unidos para dirigir el Centro de Investigaci¨®n del C¨¢ncer, en Salamanca, hoy un Centro Europeo de Excelencia.
Su descubrimiento del primer oncog¨¦n humano, en 1982, fue vital para conocer el origen del c¨¢ncer. Eugenio Santos es uno de los 'cerebros' que volvi¨® de Estados Unidos para dirigir el Centro de Investigaci¨®n del C¨¢ncer, en Salamanca, hoy un Centro Europeo de Excelencia.
"Las nuevas terapias contra el c¨¢ncer tienen una ventaja esencial, la especificidad. Y hay avances espectaculares"
"Las figuras no van a salvar el sistema cient¨ªfico. Me lo aplico a m¨ª mismo y no tengo miedo de aplicarlo a los dem¨¢s"
Fue uno de los "chicos de la Costa Este", como les bautiz¨® Severo Ochoa, un grupito de j¨®venes investigadores, inteligentes, entusiastas y atrevidos que, en los a?os ochenta, nada m¨¢s terminar sus carreras en Espa?a, aterrizaron en prestigiosos laboratorios de la Costa Este de Estados Unidos dispuestos a dejarse las pesta?as en sus primeros trabajos posdoctorales. Muy pronto ser¨ªan conocidos por sus hallazgos relacionados con el c¨¢ncer.
El nombre de Eugenio Santos salt¨® a la fama, y a los peri¨®dicos de todo el mundo, en 1982, cuando solo ten¨ªa 29 a?os, por haber logrado aislar e identificar, por primera vez en la historia, y en una competencia feroz entre varios laboratorios -que ahora recuerda con a?oranza- un oncog¨¦n humano, el H-Ras, presente en cerca del 30% de los tumores. Un paso de gigante en la investigaci¨®n del c¨¢ncer, ya que permit¨ªa estudiar los mecanismos desencadenantes de los tumores en humanos. Santos trabajaba entonces en el Instituto Nacional del C¨¢ncer de EE UU, en un equipo en el que Mariano Barbacid era ya un s¨¦nior. Hay quien mantiene, todav¨ªa hoy, que si estos cient¨ªficos hubieran sido norteamericanos su descubrimiento les hubiera valido un Premio Nobel.
Eugenio Santos decidi¨® regresar a Espa?a en 1999 para dirigir el Centro de Investigaci¨®n del C¨¢ncer (CIC), en Salamanca, su tierra natal y donde estudi¨® biolog¨ªa molecular. Una instituci¨®n que comenz¨® a funcionar en 2000 y se ha convertido ya en un Centro Europeo de Excelencia para formaci¨®n en investigaci¨®n oncol¨®gica, con varias patentes registradas, cientos de publicaciones en revistas internacionales y proyectos cient¨ªficos con financiaci¨®n exterior. El CIC coordina una red de centros nacionales de c¨¢ncer y suele contar con premios Nobel en sus reuniones internacionales, pero cuando se le hace notar a Santos que su instituto es bastante ins¨®lito en el panorama espa?ol, pega un respingo y responde a la velocidad del rayo: "No es mi centro; si fuera el de Santos ser¨ªa un mal centro, todo responde a un trabajo de equipo".
Alto, atl¨¦tico y de aspecto juvenil -bastante m¨¢s del correspondiente a sus 52 a?os-, discreto y t¨ªmido, Santos se explaya tranquilo y con un divertido sentido del humor, una vez pasados los primeros momentos de la entrevista, sin duda un trago duro para un t¨ªmido oficial. Su naturalidad es palpable mientras recordamos al ni?o que se aficion¨® a los libros a los cinco a?os, cuando un problema de cadera le oblig¨® a pasar un a?o en la cama, con la pierna derecha sujeta con hierros. Del reposo sali¨® con una bota de alza y una muleta, pero cuando los ni?os de Zamay¨®n -el pueblo salmantino donde viv¨ªa- le llamaban cojo, ¨¦l les tiraba la muleta sin complejos (lo contaba Julio C¨¦sar Iglesias en EL PA?S, en 1982). Luego empezaron a llamarle Richard, por su admiraci¨®n por el actor Richard Widmark, y en pocos a?os se hizo un buen deportista con marcas en 1.500 y 3.000 metros lisos.
Parece que ya desde peque?o se defend¨ªa bien?
Lo de Richard Widmark fue por los cromos de cine. Ese actor me gustaba mucho y de peque?o siempre estaba con sus cromos. Por eso mi familia empez¨® a llamarme Richard, porque al cine no iba, sus pel¨ªculas las vi mucho despu¨¦s. En cuanto a lo de la muleta, ja, ja, bueno, por mi manera de ser b¨¢sica probablemente era un ni?o muy tozudo, muy brutote, y eso conectado con aquella enfermedad que me oblig¨® a estar en la cama y luego varios a?os con el aparato en la pierna? Me acuerdo s¨®lo porque cuando quer¨ªa correr no pod¨ªa con aquel aparato de hierro, con una pata estirada, pero no me produc¨ªa ning¨²n trauma personal. Aquello que dec¨ªa mi familia, que daba a los ni?os con la muleta, puede que fuera verdad? Quiz¨¢, esos condicionamientos unidos a mi forma de ser me hicieran m¨¢s tozudo. Siempre me he autoevaluado, he tratado de mirar lo que hago de un modo muy objetivo, esto est¨¢ bien o mal, y plantearme lo que tengo que hacer de un modo muy met¨®dico y voluntarioso.
Adem¨¢s de voluntarioso, dicen que es sobrio, t¨ªmido, cauto, tenaz, pero tambi¨¦n creativo y entusiasta. ?Se reconoce en esos adjetivos?
T¨ªmido, si; lo de cauto, no. Pienso que soy lanzado y me gusta la aventura en todos los aspectos de mi vida. Me considero lanzado, pero, eso s¨ª, creo en el trabajo y en la perseverancia.
Su descubrimiento del primer oncog¨¦n humano, el H-Ras, result¨® esencial en la batalla contra el c¨¢ncer. ?Fue una cuesti¨®n de clarividencia, de tenaz entusiasmo juvenil o simplemente de suerte?
Hab¨ªa tres laboratorios en la carrera (el MIT de Boston, el Cold Spring Harbor y el nuestro del Instituto Nacional del C¨¢ncer), y nos dimos cuenta de que una t¨¦cnica que hab¨ªa puesto a punto un equipo de la Universidad de Columbia, en el que estaba ?ngel Pellicer -introducir ADN extra?o dentro de una c¨¦lula y hacerlo comportarse como si fuera propio-, era la apropiada para responder a una pregunta que nos hac¨ªamos todos: cu¨¢l era el origen del c¨¢ncer. Entonces, unos dec¨ªan que era un virus, otros que radiaciones, y otra hip¨®tesis era que ten¨ªa un origen gen¨¦tico. Nosotros pensamos: vamos a coger ADN de un tumor, vamos a meterlo en una c¨¦lula y ver qu¨¦ pasa. Y vimos que la c¨¦lula se convert¨ªa en cancerosa.
?Qu¨¦ sucede cuando, sin tener todav¨ªa 30 a?os, se hace un descubrimiento cient¨ªfico que da la vuelta al mundo?
Cient¨ªficamente yo soy esc¨¦ptico y ten¨ªa mis dosis internas de escepticismo. Ve¨ªa que en c¨¢ncer, en los a?os setenta, se hab¨ªa avanzado mucho en biolog¨ªa b¨¢sica y pensaba que quiz¨¢ lo que hab¨ªamos hecho era importante desde el punto de la biolog¨ªa b¨¢sica celular, pero me preguntaba: ?esto tendr¨¢ o no que ver con el c¨¢ncer? En aquellos momentos sent¨ªa una aceleraci¨®n tremenda porque hab¨ªa una competencia brutal entre los tres laboratorios, trabaj¨¢bamos 30 horas al d¨ªa, sab¨ªamos que todos los grupos est¨¢bamos en lo mismo? De 1979 al 81 fue una carrera incre¨ªble. Y cuando los resultados se hicieron p¨²blicos, yo pensaba que pod¨ªan ser interesantes desde el punto de vista b¨¢sico, como trabajo de laboratorio, pero que a lo mejor no ten¨ªan que ver con el c¨¢ncer de verdad?
Pero poco despu¨¦s demostr¨® que s¨ª ten¨ªan que ver con el c¨¢ncer de verdad.
Por eso, a m¨ª, mucho m¨¢s que ese art¨ªculo de Nature de 1982, que salt¨® a los peri¨®dicos porque fue el descubrimiento del primer oncog¨¦n humano, me satisfizo el que publicamos en 1984 en Science, porque en ¨¦l demostr¨¢bamos, por primera vez con un paciente, que hab¨ªamos aislado del tumor el oncog¨¦n mutado. Era la demostraci¨®n de que el c¨¢ncer no ten¨ªa un origen hereditario. Y se trataba de un c¨¢ncer de verdad, de un paciente de verdad -un fumador italiano con c¨¢ncer de pulm¨®n-, y ten¨ªamos su sangre, sus c¨¦lulas normales, y luego vimos la mutaci¨®n. Y con respecto a la repercusi¨®n en los medios de comunicaci¨®n, sent¨ªa una verg¨¹enza tremenda. Como sali¨® tanta informaci¨®n en los peri¨®dicos espa?oles, hab¨ªa gente que nos llamaba para que le di¨¦ramos el "remedio contra el c¨¢ncer" que hab¨ªamos descubierto? Recuerdo a una se?ora que ten¨ªa un hijo peque?o con una leucemia terminal y me ped¨ªa que le mand¨¢ramos "el suero que curaba el c¨¢ncer". Eso fue tremendo.
Parece que los laureles del hallazgo se los llevaron otros m¨¢s que usted, que era el primer firmante del art¨ªculo?
Cada uno tiene su manera de ser. Quien tiene que sacar partido de los descubrimientos es la base cient¨ªfica y luego la sociedad, pero ninguno de nosotros sac¨® partido. El art¨ªculo, y sus autores, est¨¢n ah¨ª y esa es la realidad. La ciencia es una labor de equipo, y si antes Pellicer y Richardson no hubieran puesto a punto la t¨¦cnica de transfecci¨®n no hubi¨¦ramos podido hacer nuestro descubrimiento. Fue tremendo pero muy positivo que estuvi¨¦ramos tres grupos compitiendo, porque entonces nosotros ¨ªbamos contra los dogmas, contra lo que se esperaba, y el jefe de nuestro laboratorio dec¨ªa que est¨¢bamos haciendo tonter¨ªas. Pero cuando descubrimos el primer oncog¨¦n, muchos laboratorios se sumaron a los test y eso dio una gran eficiencia a la investigaci¨®n.
?Cree que si hubieran sido anglosajones les habr¨ªan dado el Nobel?
?Uf!? Es natural que un grupo de extranjeros j¨®venes tuviera menos resonancia. La realidad est¨¢ en las publicaciones. Con el Premio Nobel siempre va a haber controversias, se d¨¦ o no se d¨¦; es humano, y es como funciona.
En esos momentos se junt¨® en Estados Unidos un grupo de investigadores espa?oles que luego result¨® muy potente y de una proyecci¨®n internacional. ?Eran muy buenos, o estaban en el lugar adecuado en el momento oportuno?
Un poco la combinaci¨®n de todo. Fue una generaci¨®n de investigadores muy interesante, Ochoa nos llamaba los East Cost boys. Adem¨¢s de ?ngel Pellicer, Manuel Perucho, Mariano Barbacid y yo mismo, tambi¨¦n se empezaba a hablar de Joan Massagu¨¦, que era m¨¢s joven y estaba en Massachusetts. No s¨¦ por qu¨¦ raz¨®n, pero en esa ¨¢rea los investigadores espa?oles han sido muy potentes desde hace a?os. Nosotros nos conoc¨ªamos y fueron llegando otros, como Vicente Notario o Dionisio Mart¨ªn-Zanca, y unos iban enriqueciendo a otros. Y s¨ª, fue una generaci¨®n muy potente.
Usted ha seguido investigando todos estos a?os con los oncogenes H-Ras, ?Qu¨¦ sabe ahora que no supiera entonces?
La investigaci¨®n que he hecho, sumada a la de otra mucha gente, ha resultado muy satisfactoria, porque ha sido un poco el paradigma de lo que se ha ido haciendo con todos los oncogenes. Para aislar el primer oncog¨¦n tuvimos que estudiar, desde la biolog¨ªa molecular, c¨®mo era el gen, secuenciarlo y luego ver cu¨¢l era su funci¨®n. Para entender c¨®mo aparec¨ªa el c¨¢ncer tuvimos que volver hacia atr¨¢s y entender c¨®mo funcionaban las c¨¦lulas normales, qu¨¦ es lo que hacen los Ras en las c¨¦lulas normales. En los a?os ochenta fue entender los genes, y en los noventa ver cu¨¢l era la funci¨®n de las prote¨ªnas producto de esos genes. Nuestro organismo est¨¢ hecho de c¨¦lulas que se hablan unas a otras, y cuando una c¨¦lula recibe se?ales del exterior puede dar tres respuestas: proliferar -ponerse a crecer sin m¨¢s-, parar de crecer y diferenciarse, o morir. Pues lo que hemos aprendido es que Ras, que est¨¢ en la careta de la membrana celular, es quien recibe todas las se?ales de fuera y las canaliza, y por eso podemos entender el c¨¢ncer, cuando esa se?al se altera la respuesta es mala. El trabajo de muchos a?os ha sido comprender que las prote¨ªnas Ras son el sistema de traducci¨®n de se?ales, son esenciales, quiz¨¢ por eso fue el primer oncog¨¦n que sali¨® r¨¢pidamente. Y en los a?os noventa contribuimos a conocer la funci¨®n de los genes. Hemos aprendido bastante de los genes y de su funci¨®n.
?Y ha resultado ¨²til para los enfermos de c¨¢ncer?
Pues hasta el final de los a?os noventa no pod¨ªa ser ¨²til para el paciente. En estos momentos, s¨ª, porque lo que nosotros tardamos nueve meses en descubrir en el laboratorio -la mutaci¨®n del gen-, ahora hay kits comerciales, desarrollados a partir de nuestro trabajo y otros, que en dos o tres horas hacen esa determinaci¨®n, y eso ya es ¨²til para el cl¨ªnico. Y, adem¨¢s, porque todo esto se est¨¢ aplicando ya en diagn¨®stico y tratamiento. En diagn¨®stico es util¨ªsimo, porque hemos visto que las mutaciones de Ras aparecen muy pronto en el proceso tumoral. Por ejemplo, en c¨¢ncer de colon las mutaciones de Ras aparecen bastantes a?os antes de tener una manifestaci¨®n cl¨ªnica, cuando el m¨¦dico dice que no hay c¨¢ncer? Y la detecci¨®n de Ras puede hacerse en heces o esputo con las tecnolog¨ªas de PCR, sin invasi¨®n. Y con el kit se ve la mutaci¨®n de Ras que puede ser indicativa del comienzo de un proceso de c¨¢ncer de colon. En diagn¨®stico se ha avanzado much¨ªsimo.
?Y si el c¨¢ncer se ha iniciado ya, tambi¨¦n es eficaz?
S¨ª, porque desde que se inicia la mutaci¨®n hasta que se ve un bultito m¨ªnimo de nada, que te quitan con bistur¨ª, pasa tiempo; y hasta la met¨¢stasis, que es lo que mata a la mayor¨ªa de los pacientes, pasan muchos a?os. Si encontramos la mutaci¨®n al principio, es una ¨²nica c¨¦lula que puede desaparecer o te la puedes cargar. Y la siguiente fase es el tratamiento. Se est¨¢ empezando a hacer un dise?o racional de f¨¢rmacos antitumorales dirigidos, muy espec¨ªficos, que matan s¨®lo a las c¨¦lulas tumorales, y no a las normales. En el caso del Ras hay ya una serie de f¨¢rmacos, todav¨ªa experimentales, los inhibidores de farnesil transferasa, que est¨¢n en fase de estudios precl¨ªnicos, con unos resultados fant¨¢sticos en ratones, en los que han desaparecido los tumores de forma extraordinaria. En humanos ya no es tan positivo. Y en un centro como este, donde hacemos investigaci¨®n b¨¢sica, cl¨ªnica y aplicada, adem¨¢s de seguir aprendiendo la funci¨®n de los Ras con animales transg¨¦nicos, podemos aplicar el diagn¨®stico molecular en hospitales de Castilla y Le¨®n, y para mi es muy satisfactorio empezar a aplicar la investigaci¨®n b¨¢sica. En este sentido soy un privilegiado.
Su colega Joan Massagu¨¦ dice que, en c¨¢ncer, se han coronado los picos m¨¢s altos, y ahora, desde la cima, se puede ver mucho mejor el panorama general.
Exacto, eso es tambi¨¦n lo que esta pasando con nosotros. El H-Ras fue el primer oncog¨¦n y ha sido un poco paradigm¨¢tico, lo mismo est¨¢ pasando con los dem¨¢s. Pero hay que ser muy realista. Yo creo que ahora estamos en una situaci¨®n fant¨¢stica, nunca hemos estado con una perspectiva tan optimistas respecto al c¨¢ncer. En estos ¨²ltimos veinte a?os se ha pasado del 30-40% de curaci¨®n a casi el 60%, y esto sin aplicar casi las nuevas pr¨¢cticas de las que hablamos, usando s¨®lo las armas tradicionales, quimioterapia, radioterapia y cirug¨ªa, que se han refinado y empezado a aplicar un poco antes. Pero a ellas se suman estas nuevas terapias que tienen una ventaja esencial, la especificidad, y hay unos avances espectaculares. Ahora hay miles de mol¨¦culas, como el Glivec, que ha tenido un resultado espectacular, m¨¢s del 95% de regresiones en tumores de leucemia mieloide cr¨®nica o tumores gastrointestinales. Y el ¨¦xito del Glivec se va a ir produciendo, casi con toda seguridad, en otro tipo de tumores que ya conocemos asociados a otros oncogenes, porque se va a encontrar el agente farmacol¨®gico espec¨ªfico contra el desencadenante.
La famosa 'bala m¨¢gica', el f¨¢rmaco que puede eliminar una c¨¦lula tumoral sin da?ar las normales.
No va a haber una bala m¨¢gica para el c¨¢ncer en general, ni una vacuna para el c¨¢ncer, va a haber muchas, y eso da idea de su complejidad, porque si hay 400 o 500 genes que pueden mutar para producir c¨¢ncer, eso significa que es bastante m¨¢s complejo que el sida, por ejemplo. Hay que hacer una bala m¨¢gica para cada tipo de esos genes que pueden mutar. En el tratamiento del c¨¢ncer hay tres grandes direcciones. La primera, estos nuevos agentes farmacol¨®gicos, que son el hoy y ya est¨¢n teniendo ¨¦xito. La segunda, a medio plazo, es la aproximaci¨®n inmunol¨®gica, las vacunas antitumorales o sacar las c¨¦lulas de la persona, estimularlas y volv¨¦rselas a meter para que ataquen al tumor, aproximaciones que tienen ¨¦xito s¨®lo en algunos casos. Y la tercera, y a m¨¢s largo plazo, la terapia g¨¦nica, que ser¨ªa realmente curar el c¨¢ncer, quitar la versi¨®n mala del gen y poner la buena. En laboratorio ha tenido alg¨²n ¨¦xito, pero se tiene que desarrollar. Las tres terapias surgen de aplicar racionalmente esos conocimientos que hemos adquirido.
Los investigadores son generalmente esc¨¦pticos, como usted mismo se defin¨ªa antes, pero le veo muy optimista con relaci¨®n al c¨¢ncer.
El mensaje es totalmente optimista y por los resultados farmacol¨®gicos es para serlo. Va a haber bastantes m¨¢s mol¨¦culas del tipo Glivec que ir¨¢n apareciendo en los pr¨®ximos a?os, y van a ser espec¨ªficas para tipos concretos de c¨¢ncer. Pero hay que ser realista; la perspectiva es muy optimista, pero tampoco sabemos cu¨¢ndo vamos a tener el 70% de curaciones. Los ¨²ltimos a?os se ha subido un 1% cada a?o, y creo que ir¨¢ a m¨¢s.
Para los actuales enfermos de c¨¢ncer, ?el objetivo es hacer cr¨®nica la enfermedad?
Efectivamente, el ¨¦xito de estas terapias es cronificar la enfermedad. Siendo tremendamente realista, estos agentes farmacol¨®gicos, o incluso la aproximaci¨®n inmunol¨®gica, no curan el c¨¢ncer, lo paran; pero si quitas el agente lo est¨¢s evitando. Lo que consiguen es convertir la enfermedad en cr¨®nica y los pacientes tienen que seguir siempre con la medicaci¨®n. Curaci¨®n, curaci¨®n, ser¨ªa la terapia g¨¦nica, siendo estrictos. Pero lo m¨¢s inmediato y que promete much¨ªsimo es el tratamiento farmacol¨®gico, y el c¨¢ncer ser¨¢ una enfermedad cr¨®nica.
Usted se hizo muy amigo de Severo Ochoa en EE UU, pero no le hizo mucho caso cuando le recomend¨® que no volviera a Espa?a. Parece que ¨¦l se arrepinti¨® de su vuelta?
Yo ten¨ªa idolatrada la figura de Severo Ochoa, posiblemente una de las razones que me llev¨® a escoger la carrera era lo que el profesor de biolog¨ªa nos contaba de Severo Ochoa, ten¨ªa unas ganas enormes de conocerle. Y cuando fui, con una beca, al Instituto Roche, la relaci¨®n con el doctor Ochoa fue estupenda, aunque no estaba en su grupo, trabajaba en el laboratorio de al lado. Mi relaci¨®n fue m¨¢s personal, como un nieto con su abuelo, me acogi¨® maravillosamente. Yo estaba asustad¨ªsimo cuando, al poco de llegar, me toc¨® hacer un seminario y all¨ª estaba ¨¦l haci¨¦ndome preguntas? Ochoa ten¨ªa una mente fant¨¢stica, nos segu¨ªa mucho, quer¨ªa estar totalmente al d¨ªa de lo que hac¨ªamos, y alguna vez nos invit¨® a todo el grupo espa?ol a cenar, con ¨¦l y su mujer, para que le cont¨¢ramos lo que hac¨ªamos con los oncogenes. Realmente nos apreciaba much¨ªsimo, fue una relaci¨®n fenomenal. Y s¨ª, creo que se arrepinti¨® de volver a Espa?a.
?Por qu¨¦, por la situaci¨®n de la ciencia en Espa?a o porque no tuvo apoyos suficientes para su trabajo?
Una mezcla de todo, y tambi¨¦n por su situaci¨®n familiar. ?l hubiera querido poder hacer m¨¢s de lo que le dejaron. De hecho, cuando yo ven¨ªa por aqu¨ª me dec¨ªa: Gen, porque ¨¦l me llamaba siempre Gen, no te vuelvas? La muerte de su mujer le afect¨® much¨ªsimo. A m¨ª me causaba una pena enorme ver c¨®mo estaba al final de su vida; pod¨ªa pasarse d¨ªas enteros solo en su casa de Miguel ?ngel, comiendo una lata de sardinas al d¨ªa?
Pero, insisto, no le hizo caso y volvi¨®? ?Demasiada competitividad y presi¨®n en la ciencia estadounidense?
Que Estados Unidos es muy competitivo es cierto, pero para m¨ª aquello era el para¨ªso. Pod¨ªas hacer lo que quer¨ªas, ten¨ªas disponibilidad econ¨®mica, y si se te ocurr¨ªa alguna idea, siempre hab¨ªa alguien en el campus con quien discutirla, pod¨ªas estar al d¨ªa con charlas de la mejor gente de todo el mundo? Yo no ten¨ªa, personalmente, ninguna gana de volver a Espa?a porque para m¨ª aqu¨¦l era el sitio ideal.
?Entonces?
Yo ven¨ªa a Espa?a una vez al a?o a ver a la familia y los amigos. Muchos compa?eros estaban en Salamanca y segu¨ªa en contacto con ellos, algunos eran posdoctorales que hab¨ªan pasado por mi laboratorio y hecho unos trabajos fant¨¢sticos. Aqu¨ª ha habido siempre gente de muy buena calidad, islitas, porque no hab¨ªa masa cr¨ªtica en absoluto; pero en Salamanca hab¨ªa un poquito de masa cr¨ªtica, gente de investigaci¨®n b¨¢sica, del CSIC (Dionisio Mart¨ªn Zanca, Fernando Leal), y un n¨²cleo bastante fuerte en el hospital Cl¨ªnico, alrededor del departamento de Hematolog¨ªa, y empezaron a hacer proyectos juntos. Y con esa idea de los Comprehensive Cancer Center de EE UU -donde hay investigaci¨®n b¨¢sica, cl¨ªnica, y aplicada interaccionando- pensamos que este grupo pod¨ªa ser el embri¨®n para un centro de ese tipo. La idea fue creciendo y creciendo, y lleg¨® un momento en que se empez¨® a hablar de un edificio y una persona dedicada al cien por cien al centro. Yo no me hab¨ªa planteado nunca lo de volver, pero me lo propusieron y lo expuse en casa, a mi mujer y mis tres hijos. Mi mujer siempre hab¨ªa preferido vivir en Espa?a?
Usted dijo entonces que sab¨ªa a lo que ven¨ªa, ?realmente sab¨ªa a lo que se enfrentaba?
Sab¨ªa lo que me iba a encontrar, ja, ja?
?C¨®mo lo ve ahora, unos a?os despu¨¦s y con la experiencia de haber creado un centro de investigaci¨®n puntera?
Yo sab¨ªa a lo que ven¨ªa y las dificultades que ten¨ªa. Me plante¨¦ que, si daba el paso, nunca me iba a quejar, porque cuando he visto quejarse a personas que hab¨ªan vuelto, pensaba: si sab¨ªas a lo que ibas para qu¨¦ te quejas? Me plante¨¦ que, tomara la decisi¨®n que tomara, fuera ¨²til. Y luego me puse una serie de condiciones, la primera que el proyecto no fuera Santos. Yo no he hecho un instituto, y no es falsa modestia es la realidad. La clave de este proyecto es que cada uno de los que nos pusimos a trabajar juntos se especializ¨® en una cosa, y esa conjunci¨®n sirvi¨® para atraer a muchos buenos investigadores de fuera. Y eso es este centro, gente de gran calidad. Yo me asegur¨¦ de que los investigadores tuvieran buenas condiciones de trabajo y que pudi¨¦ramos depender de nosotros mismos, porque la ciencia es calidad y competitividad, y si compites tienes subvenciones.
Parece que lo ha conseguido.
?ste es un instituto universitario y del CSIC -los patronos del centro son el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC), la Universidad de Salamanca, el Instituto de Salud Carlos III y la Junta de Castilla y Le¨®n-. Por lo primero entran 12.000 euros al a?o y por el segundo 60.000. ?se es el dinero institucional que tenemos y no pedimos m¨¢s, s¨®lo queremos que nos dejen ser competitivos. Pedimos subvenciones a todas partes y competimos con gente de todo el mundo. Ahora tenemos dos o tres subvenciones europeas, y tambi¨¦n de EE UU, y eso nos obliga a hacer buena ciencia. El grupo de Atanasio Pandiella y Jes¨²s de Miguel ha obtenido una subvenci¨®n de EE UU para ensayar nuevos f¨¢rmacos de mieloma m¨²ltiple, en competici¨®n con grupos de todo el mundo. Nosotros somos peque?os, pero lo poco que hagamos tenemos que hacerlo mejor que otra gente. La clave es la calidad y la competitividad; en ciencia no hay que inventar nada, todo est¨¢ inventado.
Este modelo de centro integral es bastante novedoso en Espa?a, ?ha sido dura la batalla?
Somos un centro peque?o con 180 personas y 20 laboratorios. Hay un comit¨¦ cient¨ªfico externo, respetado por todos, que eval¨²a las solicitudes de admisi¨®n y decide lo que hay que hacer, y c¨®mo, cada a?o. No hemos inventado nada, la investigaci¨®n m¨¢s eficaz de cara al c¨¢ncer son los Comprehensive Cancer Center, que tienen que demostrar que realizan una investigaci¨®n excelente en b¨¢sica, cl¨ªnica y aplicada, y eso es lo que queremos hacer aqu¨ª, aunque seamos peque?itos. Cada cinco a?os investigadores externos nos hacen una evaluaci¨®n estricta, acabamos de pasar la primera. Es una estructura que me cost¨® que la admitiera el CSIC y la Universidad, pero es importante. Y hemos puesto en marcha un banco de tumores y un servicio de patolog¨ªa molecular que ahora utilizan centros de toda Espa?a y de fuera. Tenemos un programa de detecci¨®n de c¨¢ncer de mama hereditario (un 5%), y a punto toda la tecnolog¨ªa para detectar las 20 o 25 mutaciones que se producen en los genes BRACA1 y BRACA2. Y en cada hospital de Castilla y Le¨®n una persona entrenada identifica a los pacientes que pueden beneficiarse de esa detecci¨®n.
?Tiene sentido que haya en Espa?a una serie de centros oncol¨®gicos, como el que usted dirige, existiendo un supercentro como el CNIO que se lleva econ¨®micamente la parte del le¨®n?
No es deseable que haya un supercentro. Una red de centros, como la actual, que permita colaborar en igualdad de condiciones es lo ideal, y en esta red de centros, el Centro Nacional de Investigaciones Oncol¨®gicas (CNIO) y nosotros somos uno m¨¢s, cada uno aporta lo que puede. Hay nueve ¨¢reas transversales y cada centro ha dicho de las que puede aportar y de las que puede recibir. Mi animalario lo puede utilizar quien lo necesite, pagando lo establecido. Ha sido una experiencia muy positiva porque ha cambiado la cultura que hab¨ªa en Espa?a, ahora se habla de trabajo conjunto que antes no exist¨ªa. Hay grupos que eran peque?os y han podido crecer mucho y son muy competitivos, y grupos grandes que han podido transmitir su experiencia y ser mucho m¨¢s efectivos. Eso es mucho m¨¢s realista que un supercentro, que puede ser muy bueno en un ¨¢rea y malo en otra. Y as¨ª es como se funciona en todo el mundo. El Instituto Carlos III pens¨®, cuando Barbacid volvi¨® a Espa?a, que era bueno aplicar este sistema en un centro que estuviera f¨ªsicamente en Madrid, y yo creo que es muy positivo, pero tiene que haber centros en todas partes y cada uno ser muy competitivo en su ¨¢rea, porque eso enriquece a los dem¨¢s. La clave es la evaluaci¨®n y la transparencia continuada.
?C¨®mo ve la situaci¨®n actual de la investigaci¨®n en Espa?a?
He visto una evoluci¨®n bastante positiva. En nuestro caso concreto, en la red ha subido mucho la competitividad, de modo que grupos que eran muy peque?itos al principio ahora son muy competitivos, y no est¨¢n ni en Madrid ni en Barcelona. Algunos grupos l¨ªderes est¨¢n en distintos puntos de Espa?a, y eso se ha desarrollado en estos ¨²ltimos a?os. Los resultados pod¨ªan ser mejores, pero son bastante optimistas.
?Qu¨¦ le parece el fichaje que se hace de 'cerebros' espa?oles en el extranjero?
Creo que es totalmente err¨®neo.
?Pero usted es uno de ellos!
Lo he criticado siempre. Fichas al cerebro y luego viene y se queja? Aqu¨ª hay gente tan lista o m¨¢s que los que est¨¢n o est¨¢bamos fuera, y la soluci¨®n de la ciencia en Espa?a no se basa en traer al supercerebro, sino en tener la masa cr¨ªtica que se necesita. Las figuras no van a salvar el sistema cient¨ªfico. Eso me lo aplico a m¨ª mismo y no tengo ning¨²n miedo de aplicarlo a los dem¨¢s. Es positivo que alguien sirva de aglutinador, s¨ª, pero el salvador cient¨ªfico no existe. Es cierto que hemos tra¨ªdo otra manera de ver las cosas, y en ese aspecto lo veo positivo, el cient¨ªfico aporta lo que ha visto fuera para formar masa cr¨ªtica en el pa¨ªs. Enfocado as¨ª, vale. Pero como cerebro salvador no funciona.
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