Apoteosis de Boccherini
Se acaba el A?o Boccherini y Los Siglos de Oro lo han clausurado en clima de apoteosis. Con una programaci¨®n ejemplar nos han descubierto aspectos m¨¢s y menos conocidos del compositor de Lucca que trabaj¨®, se enamor¨® y muri¨® en Madrid -calles de la Madera y de Jes¨²s y Mar¨ªa- cuando pod¨ªa haberlo hecho en climas m¨¢s propicios, pues media Europa del XVIII se lo rifaba. Cosas de la vida -y del amor, claro-. Y han decido cerrar con un sensacional concierto en El Pardo, reservando para el final el vino mejor, nada menos que la Orquesta Barroca de Venecia, formaci¨®n puntera en lo suyo -una de las primeras, sin duda alguna- bajo la direcci¨®n de su fundador Andrea Marcon.
Los venecianos poseen un virtuosismo individual -por ejemplo, un par de violonchelos de aut¨¦ntico lujo- y una energ¨ªa colectiva que les hacen ser una de las orquestas especializadas de espectro m¨¢s amplio en cuanto a sutilezas expresivas se refiere. Tardaron un poquito en entrar en calor, y la Sinfon¨ªa G490 sali¨® bien, muy bien, pero con alg¨²n problemilla de empaste. Pelillos a la mar, pues este p¨²blico, entendido y fiel, sab¨ªa lo que ten¨ªa delante. La otra sinfon¨ªa del programa, la G509, result¨® impecable. No cab¨ªa pedir m¨¢s fuego, m¨¢s riesgo perfectamente controlado, m¨¢s fuerza narrativa.
Los Siglos de Oro
Orquesta Barroca de Venecia. Andrea Marcon, director; Mar¨ªa Espada, soprano; Gemma Coma-Alabert, mezzosoprano; Llu¨ªs Vilamaj¨®, tenor; Pau Bordas, bajo. Obras de Boccherini. Capilla del Palacio Real de El Pardo, 20 de diciembre.
El ¨²ltimo tiempo, con esos silencios que suspenden el ¨¢nimo, fue un ejemplo claro de por qu¨¦ las huestes de Marcon son hoy referencia en lo suyo. El concierto presentaba tambi¨¦n un par de obras vocales a cual m¨¢s interesante. Los Villancicos a 4 al Nacimiento de Nuestro Se?or Jesucristo revelaron esos gui?os que Boccherini le hac¨ªa a su tierra de adopci¨®n, con unos pastores un punto chisperos y ese sentimiento popular, ingenuo sin ambages que se sostiene en una m¨²sica preciosa. Cerraba el programa un Gloria que, seg¨²n los organizadores, era pr¨¢cticamente in¨¦dito aunque estuviera catalogado. Como en los villancicos, las cuatro voces solistas lucieron clase, gusto, felicidad y estilo.
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