H5N1 La gran amenaza
La salud ha sido la gran obsesi¨®n. Desde el temor a una pandemia de gripe hasta las v¨ªas abiertas en clonaci¨®n terap¨¦utica y los exitosos ensayos de una vacuna antimalaria.
01 Gripe aviar, alerta global
La Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) lleva a?os alertando sobre el virus de la gripe aviar H5N1, pero ha sido en 2005 cuando, por razones dif¨ªciles de precisar, ha logrado la plena atenci¨®n de los Gobiernos occidentales. Las insistentes advertencias del organismo de la ONU dando por cierta, aunque sin fecha, una futura pandemia de gripe de origen aviar, con cifras millonarias de muertos en todo el planeta, han sido calificadas de alarmistas por algunos sectores, pero en realidad no hacen m¨¢s que recoger las predicciones de la mejor ciencia disponible sobre el virus de la gripe. Lo que dice ahora la OMS viene a ser lo que lleva diciendo 40 a?os Robert Webster, el cient¨ªfico norteamericano que descubri¨® el origen aviar de las tres grandes pandemias de gripe que barrieron el planeta en el siglo XX. Uno de los hitos cient¨ªficos de este a?o ha sido la reconstrucci¨®n del virus que caus¨® la primera de ellas: la c¨¦lebre (y mal llamada) "gripe espa?ola" de 1918. El trabajo ha demostrado que se trataba de un virus enteramente aviar, sin mezclas con el virus de la gripe humana com¨²n.
02 Clonaciones y esc¨¢ndalos en Se¨²l
El aceler¨®n que el cient¨ªfico surcoreano Woo-suk Hwang ha imprimido al incipiente campo de la clonaci¨®n terap¨¦utica s¨®lo es comparable al que dio a la gen¨®mica el norteamericano Craig Venter, pero los proyectos internacionales del primero pueden acabar tambi¨¦n como las iniciativas comerciales del segundo: en manos de terceros. Hwang dej¨® el mes pasado la direcci¨®n del ambicioso Centro Mundial de C¨¦lulas Madre creado por el Gobierno de Se¨²l un mes antes. El centro quiere dedicarse a clonar embriones (con el genoma de un paciente de la enfermedad X), derivar de ellos cultivos de c¨¦lulas madre, y distribuir esos cultivos, a cambio de una tasa, a los laboratorios de cualquier pa¨ªs que vayan a utilizarlos para estudiar la enfermedad X.
La dimisi¨®n de Hwang no implica el fracaso del centro, pero las razones de la dimisi¨®n introducen un factor de incertidumbre, por si hiciera falta alguno m¨¢s. Hwang gan¨® en 2004 la carrera de la clonaci¨®n gracias a que dispuso de 242 ¨®vulos de 16 mujeres, y s¨®lo recientemente ha reconocido que dos de ellas eran sus becarias. Tambi¨¦n se ha sabido que las dem¨¢s donantes cobraron por los ¨®vulos. Ninguna de las dos cosas era ilegal, pero el esc¨¢ndalo ha convertido a Hwang en un tab¨² para sus socios cient¨ªficos estadounidenses, acogotados por un clima pol¨ªtico adverso y un muro de acciones legales.
La revista Scientific American ha elegido a Hwang investigador del a?o. No por el experimento de las becarias, que es de 2004, sino porque este a?o ha conseguido las primeras c¨¦lulas madre clonadas de pacientes, y sobre todo porque ha engrasado la t¨¦cnica hasta un rendimiento medio de una l¨ªnea celular por cada donaci¨®n de ¨®vulos. El centro del que ha dimitido es capaz de generar cien l¨ªneas celulares cl¨®nicas al a?o. Convertir esas c¨¦lulas en tejidos trasplantables es s¨®lo una posibilidad futura, pero usarlas para desentra?ar las claves de la enfermedad humana -para hacer todos los experimentos que no se pueden hacer en los pacientes de los que se clonaron- es una oportunidad inmediata.
03 Darwin y creacionistas, nueva batalla
La derecha religiosa norteamericana no ha evolucionado mucho desde que Samuel Wilberforce, arzobispo de Oxford en 1860, le pregunt¨® a Darwin si cre¨ªa provenir del mono por v¨ªa paterna o materna. Pero mientras el ¨²ltimo envoltorio acad¨¦mico del creacionismo, la teor¨ªa del dise?o inteligente, se abr¨ªa camino este a?o en algunas aulas p¨²blicas de Estados Unidos, 18 instituciones cient¨ªficas de ese mismo pa¨ªs aportaban pruebas apabullantes de los or¨ªgenes darwinianos de nuestra especie, el Homo sapiens.
Se ha repetido mil veces que nuestros genes son id¨¦nticos en m¨¢s de un 96% a los del chimpanc¨¦, y las minuciosas comparaciones entre los dos genomas publicadas este a?o lo han confirmado. Pero Dios mora en los detalles, y los detalles de la gen¨®mica dan la raz¨®n a Darwin. Por v¨ªa materna y paterna.
El motor de la evoluci¨®n propuesto por Darwin, la selecci¨®n natural, consiste simplemente en que los individuos cuyos genes est¨¢n mejor adaptados al entorno local suelen reproducirse m¨¢s. Los creacionistas, que no pueden aceptar que la trascendencia humana se derive de un mecanismo tan inmoral, quieren ense?ar en las escuelas que la selecci¨®n natural se trata de "una simple teor¨ªa". Pero la gen¨®mica actual puede someter la teor¨ªa de Darwin a una rigurosa prueba experimental, porque si un gen ventajoso se ha propagado con rapidez en el pasado, deja muchos rastros gen¨¦ticos en los individuos actuales, sean personas o chimpanc¨¦s, que ya se pueden detectar con gran precisi¨®n comparando los genomas de las dos especies.
Esas comparaciones han revelado que, pese a que los chimpanc¨¦s y los seres humanos llevamos separados seis millones de a?os, muchos de los cambios gen¨¦ticos importantes que nos distinguen ocurrieron en los ¨²ltimos 250.000 a?os, y cada cambio se propag¨® con rapidez por la poblaci¨®n: fue producto de la selecci¨®n natural. Uno de esos cambios anda por la zona de FOXP2, un gen necesario para la capacidad del lenguaje. Otros est¨¢n en genes esenciales para que el cerebro humano supere el tama?o del de un chimpanc¨¦ o un australopiteco. En general, los humanos pertenecemos a un linaje de evoluci¨®n mucho m¨¢s r¨¢pida que el de los chimpanc¨¦s, y las guerras darwinianas de la reproducci¨®n tienen mucho que ver con ello, porque los genes m¨¢s activos en los test¨ªculos humanos huelen a selecci¨®n natural que apestan.
Tienen raz¨®n los creacionistas cuando dicen que el darwinismo es una simple teor¨ªa. Pero se equivocan, al igual que el obispo Wilberforce, al creer que eso es un insulto.
04 Misi¨®n a Venus
Los planet¨®logos no creen que Venus fuera muy diferente de la Tierra en la juventud del sistema solar, as¨ª que algo debi¨® de pasar para que Venus se convirtiera en el infierno que es ahora. Es cierto que est¨¢ m¨¢s cerca del Sol, pero algo tendr¨¢ que ver tambi¨¦n su poderoso efecto invernadero, porque su superficie alcanza temperaturas m¨¢s altas que las de Mercurio, que est¨¢ todav¨ªa m¨¢s cerca.
Aprender todo lo posible sobre el efecto invernadero, en relaci¨®n con el pasado de Venus y tambi¨¦n con el futuro de la Tierra, es el principal prop¨®sito de la nave autom¨¢tica Venus Express, lanzada en noviembre por la Agencia Europea del Espacio (ESA). Llegar¨¢ en abril y se podr¨¢ en ¨®rbita de Venus pregunt¨¢ndose qu¨¦ hay que hacer para caer en el infierno.
05 Impacto profundo contra el cometa
Cuando Newton propuso que el Gran Cometa de 1680 segu¨ªa una ¨®rbita parab¨®lica deducible de sus ecuaciones de la gravedad, no podr¨ªa haber imaginado mejor demostraci¨®n de su teor¨ªa que acertarle de lleno de una pedrada. Y eso es lo que hizo en julio la misi¨®n Deep Impact de la NASA: estrellar un proyectil contra el cometa Tempel 1. Los cometas llevan girando en grandes ¨®rbitas desde los or¨ªgenes del sistema solar.
El objetivo de Deep Impact era hacer saltar al exterior material del n¨²cleo del cometa para analizarlo a distancia mientras el material volv¨ªa a posarse. La misi¨®n fue un ¨¦xito y descubri¨® que el n¨²cleo del cometa no es una bola de hielo, sino un enjambre de part¨ªculas de polvo que se mantienen unidas por la combinaci¨®n de sus modestas atracciones gravitatorias. Este polvo tiene abundantes compuestos org¨¢nicos, el tipo de qu¨ªmica que forma los constituyentes b¨¢sicos de la vida. Muchos cient¨ªficos creen posible que, en la juventud de la Tierra, los cometas aportaran buena parte de esa qu¨ªmica.
06 ?Planeta extrapolar a la vista!
Los astr¨®nomos llevan diez a?os descubriendo planetas extrasolares -han catalogado ya m¨¢s de 150-, pero ha sido este a?o cuando han podido ver el primero de ellos. Hasta ahora se hab¨ªan tenido que conformar con deducir su existencia por criterios indirectos, como las peque?as oscilaciones que su atracci¨®n gravitatoria imprime a la estrella sobre la que giran, o el ¨ªnfimo eclipse de su luz que causan al pasar delante de ella. Pero el ¨²ltimo planeta ha sido, simplemente, fotografiado por los sofisticad¨ªsimos telescopios del Observatorio Europeo Austral, en Chile.
Cuando esa luz fotografiada sali¨® del planeta, por cierto, en Chile estaban formando una junta de gobierno en reacci¨®n a la invasi¨®n de Espa?a por Napole¨®n Bonaparte.
?Tienen los astr¨®nomos al fin un planeta Mongo presentable, uno que les pueda comprar el guionista de Flash Gordon? Bueno, no tiren todav¨ªa los cohetes. Cuando Flash viaje al planeta Mongo romper¨¢ la b¨¢scula de ba?o y perder¨¢ su puesto de comandante, puesto que pesar¨¢ 350 kilos. La raz¨®n es que Mongo tiene cinco veces la masa de la Tierra. Adem¨¢s, el ex comandante Gordon perder¨¢ su bronceado, puesto que Mongo est¨¢ 60 veces m¨¢s lejos de su estrella que nosotros de la nuestra, y encima la suya es una enana marr¨®n. Aun cuando Mongo tuviera algo remotamente parecido a una primavera, el pobre Flash nunca llegar¨ªa a verla, porque el ciclo de las estaciones dura all¨ª 2.450 a?os, que es lo que Mongo tarda en dar una vuelta a su sol marr¨®n. Para colmo, Mongo se llama 2M1207b.
El astr¨®nomo real de Gran Breta?a, Martin Rees, ha escrito: "Creo que la vida inteligente es exclusiva de la Tierra, pero que tiene el potencial de extenderse por toda la galaxia. Esta idea es un sustituto de la religi¨®n, y espero que sea correcta". Si Rees est¨¢ en lo cierto, 2M1207b no nos vale, pero habr¨¢ que seguir buscando.
07 Vuelven las vacunas
Cuando George Bush anunci¨® el mes pasado su plan de 7.000 millones de d¨®lares contra una posible pandemia de gripe aviar, s¨®lo los observadores m¨¢s perspicaces repararon en una medida agazapada entre la letra peque?a: "Eliminar los obst¨¢culos legales que limitan nuestra capacidad de producci¨®n de vacunas". Los 26 grandes fabricantes de vacunas que ten¨ªa EE UU en los a?os sesenta se han quedado en una docena escasa, y una de las causas es la proliferaci¨®n de junk lawsuits (demandas basura) contra los laboratorios.
Por ejemplo, un solo abogado rapaz puede convencer a mil familias de que la vacunaci¨®n tuvo la culpa del autismo de sus hijos. Otro ejemplo: si una vacuna protege al 90% de la poblaci¨®n, los picapleitos se dedican a persuadir al 10% restante para que demande al fabricante, hasta que el fabricante decide dedicarse a fabricar cualquier otra cosa. Aunque las junk lawsuits son m¨¢s raras a este lado del Atl¨¢ntico, las dificultades industriales y los escasos beneficios de ese sector llevan d¨¦cadas marchitando el negocio de las vacunas tambi¨¦n en Europa. La firma francesa Sanofi Pasteur es el mayor productor de vacunas del mundo, pero las vacunas s¨®lo suponen el 8% de su cifra de ventas. Es una tendencia nefasta, porque las vacunas son uno de los mayores tesoros para la salud p¨²blica del planeta. Las cosas han empezado a enderezarse, y ¨¦sa es una de las mejores noticias biom¨¦dicas del a?o. Los gigantes farmac¨¦uticos Sanofi, Novartis, Glaxo, Merck y Wyeth han empezado, por primera vez en 30 a?os, a invertir cientos de millones y construir plantas de ¨²ltima tecnolog¨ªa dedicadas por entero al desarrollo de vacunas: productos revolucionarios contra la malaria, el c¨¢ncer cervical, la meningitis, las infecciones por estreptococos, las diarreas causadas por rotavirus y varias decenas de enfermedades m¨¢s.
Parte de esta afortunada inversi¨®n de tendencia se debe a la gripe aviar, pero, adem¨¢s, las grandes multinacionales est¨¢n recuperando su inter¨¦s en ese viejo campo, porque la biotecnolog¨ªa ya les permite hacer vacunas impensables hace diez a?os, porque una buena vacuna tiene un mercado amplio y predecible, y porque los fabricantes de gen¨¦ricos tienen dif¨ªcil copiar las avanzadas t¨¦cnicas necesarias para entrar en este campo. Vuelve Pasteur.
08 'El gato de Schr?dinger'
Dietrich Leibfried trabaja en Boulder, Colorado (EE UU), y all¨ª est¨¢, por tanto, el grupo de seis ¨¢tomos de berilio que su equipo ha construido hace unos meses. Un segundo despu¨¦s est¨¢n tambi¨¦n lejos de Boulder, muy lejos, en un universo distinto del nuestro. La raz¨®n es que pose¨ªan un estado cu¨¢ntico especial de "superposici¨®n", en el que eran dos cosas distintas a la vez, y una ¨ªnfima perturbaci¨®n rompi¨® esa armon¨ªa en sus dos versiones componentes y situ¨® cada versi¨®n en un universo distinto. Este tipo de magia es lo habitual en el mundo esot¨¦rico de las part¨ªculas subat¨®micas, como los electrones y los fotones, que se pasan la vida estando en dos sitios a la vez y violando los m¨¢s elementales principios del sentido com¨²n. Y, por supuesto, no es lo que ocurre en nuestra escala cotidiana. ?Y en un grupo de seis ¨¢tomos de berilio? Por modesto que parezca, ampliar el reino fantasmag¨®rico de la f¨ªsica cu¨¢ntica a un objeto de ese tama?o -un objeto que hasta ahora pertenec¨ªa a nuestro mundo vulgar- es un avance espectacular. Los f¨ªsicos llaman estados gato a las dos vidas paralelas que lleva el grupo de seis ¨¢tomos de berilio. Se refieren, naturalmente, al gato de Schr?dinger.
Un gato est¨¢ encerrado en una caja junto a un ¨¢tomo de uranio. La f¨ªsica cu¨¢ntica nos permite saber que hay una probabilidad del 50% de que el ¨¢tomo se desintegre en el pr¨®ximo minuto. Si lo hace, un detector conectado a un artilugio venenoso matar¨¢ al gato. Pero eso no lo sabremos hasta que pase el minuto y abramos la caja. Bien.
Pero, mientras abrimos la caja, el esoterismo cu¨¢ntico nos fuerza a describir el ¨¢tomo de uranio como una superposici¨®n de sus dos posibles estados: est¨¢ 50% intacto y 50% desintegrado a la vez. Pero entonces, ?el gato est¨¢ 50% vivo y 50% muerto a la vez? Y si al abrir la caja vemos que el gato est¨¢ vivo, ?d¨®nde est¨¢ el 50% de gato muerto? El gran f¨ªsico te¨®rico Erwin Schr?dinger compuso esta paradoja para reducir al absurdo las interpretaciones probabil¨ªsticas de la mec¨¢nica cu¨¢ntica, que no iban con su car¨¢cter. Sin embargo, ¨¦sas son las interpretaciones que mejor han funcionado en el mundo subat¨®mico, y si no funcionaran para el gato, deber¨ªamos concluir que las leyes f¨ªsicas cambian a cierta escala de tama?o. Hay f¨ªsicos que, antes que eso, prefieren pensar que el gato de Schr?dinger existe, que todos somos muchas cosas a la vez, y que continuamente nos vamos ramificando en todas las posibles vidas que nos permiten las leyes cu¨¢nticas, cada biograf¨ªa instalada en un universo paralelo e incomunicado con el resto. Hay f¨ªsicos que no aceptan esta teor¨ªa, pero sus defensores sostienen que algunas de sus predicciones podr¨¢n someterse a prueba experimental a medio plazo.
Leibfried acaba de mostrar que la magia cu¨¢ntica sigue funcionando en un objeto compuesto por seis ¨¢tomos de berilio. ?se es el tama?o actual del gato de Schr?dinger.
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