Las urbanizaciones ef¨ªmeras
Cifras
No habr¨¢ suficiente gente para llenar todos los millones de metros recalificados, tanto en la costa como m¨¢s adentro, por m¨¢s que se venda todo seg¨²n un principio por el que vale m¨¢s adosado en mano que ciento volando
Marean las cifras que se manejan en el llamado boom urban¨ªstico de la costa mediterr¨¢nea, casi ya tan famoso como el ajado boom latinoamericano en narrativa pero mucho m¨¢s rentable. Se habla de millones de metros cuadrados recalificados que habr¨¢n de acoger centenares de miles de nuevas viviendas y, se supone, a otros tantos o m¨¢s inquilinos o propietarios, as¨ª que no se sabe de d¨®nde diablos va a salir tanta gente. Es una manera de pensar en el futuro, una variante un tanto curiosa de asegurar el derecho (que no el mandato) constitucional a una vivienda digna. Pero es de temer que el agua disponible se agote en su necesaria mezcla con los materiales de construcci¨®n, de modo que urge la demanda a los arquitectos m¨¢s despabilados de un dise?o inteligente de habitabilidad sin licencia de aguas, ni mayores ni menores, a ver si todos nos meamos de risa.
Mar¨ªas
A partir de los a?os setenta, se menospreciaba la obra de Juli¨¢n Mar¨ªas, sobre todo en su vertiente filos¨®fica, tild¨¢ndolo de escol¨¢stico. No era para menos, pues entonces proliferaban los estudiantes althusserianos capaces de discutir hasta la extenuaci¨®n por el uso de una coma, una secta que tanto alimentar¨ªa a?os despu¨¦s los disparates de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y otros conocidos mao¨ªstas lacanianos. Mar¨ªas o la honestidad. Casi nadie repar¨® en ese reposo ex¨®tico en plena dictadura, tal vez porque ven¨ªa de la influencia de Ortega y de Zubiri, como si ambos fil¨®sofos fueran un Derrida cualquiera. La mejor obra de Juli¨¢n Mar¨ªas es, quiz¨¢s, la trayectoria de sus hijos, cuatro figuras en sus diversas especialidades. Se ve que, como padre, era ejemplar, y no como otros. Ense?¨® a pensar tambi¨¦n en su casa.
El pedestal port¨¢til
Novelista tedioso y dramaturgo de ideas, Sartre debe su gloria y su fama, un tanto difusa, a un esfuerzo de representaci¨®n continua por el que corre el riesgo de hacerse pasar en Francia por algo parecido al esp¨ªritu del siglo pasado. Pero su porvenir no est¨¢ acabado. Sin ser nada, lo era casi todo, al contrario que Albert Camus, perdido en su prop¨®sito de serlo todo para terminar casi en nader¨ªas. Ahora bien, convengamos en que cualquier pregunta de Sartre, incluso las ¨²ltimas, val¨ªan m¨¢s que el enjambre de respuestas urdidas por Camus. As¨ª que Sartre ha quedado en pintoresco, mientras que Camus ser¨ªa m¨¢s profundo. Todo a cuenta de la tentativa de disolver lo personal en lo universal, o a la inversa. Cabe la pregunta sobre lo que ambos pensar¨ªan acerca de las p¨¢ginas de divulgaci¨®n sobre el genoma humano. Tonter¨ªas, tal vez dir¨ªan, a cuenta de la presunta libertad de la conducta humana. La libertad, ciertamente. Que cada uno entend¨ªa a su manera. La pregunta es si todo eso vale todav¨ªa para algo. Sin duda.
Apelativo Faulkner
Aqu¨ª cada uno trapichea como puede, cosa que es m¨¢s habitual -para sus frecuentadores- en el territorio de la literatura, donde la confusi¨®n de los prop¨®sitos es m¨¢s terrible que las listas de ventas. Cualquier trapisondista de tres al cuarto -algunos, incluso valencianos de origen, de escritura o de gusto- se acoge a la herencia de Faulkner para colar sus tediosas fantas¨ªas, y esta es la hora en que nadie les ha preguntado por la t¨¦cnica narrativa de Santuario, ya que siempre ser¨¢ mejor no hacerlo por si acaso el entrevistador est¨¢ en dodotis sobre asunto tan peliagudo. Imposturas sin talento se refugian en referencias de mucho lustre y mayor prestigio para colar sus pueriles ocurrencias de supermercado. Pero nunca, en estos ep¨ªgonos de reposter¨ªa, se ha visto impresa una frase de la categor¨ªa metaf¨®rica de "la memoria cree (y no crea, como dijo Javier Rioyo) antes de que el conocimiento recuerde". Y eso pese a la valedictoria del pobre Juan Benet.
Y, ahora, Bolivia
Pasar¨¢ seguramente como en Brasil, que pronto la izquierda sabr¨¢ lo que es tocar poder y la tentaci¨®n corruptora, pero en todo caso la victoria de Evo Morales no puede ser peor que lo que hab¨ªa hasta ahora en Bolivia, uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres de Latinoam¨¦rica. El objetivo de Lula en Brasil era que la poblaci¨®n comiera al menos dos o tres veces al d¨ªa. Todav¨ªa no lo ha conseguido, pero est¨¢ en ello todav¨ªa, pese a todo. Venezuela, Brasil, Bolivia... Una versi¨®n corregida de un cierto indigenismo se une a un vendaval de cambios que, con diversos matices, pretende sobre todo erradicar la pobreza de esos pa¨ªses y la gesti¨®n aut¨®ctona de sus recursos. Por eso lo tienen dif¨ªcil. Pero es posible que ese proceso no haya hecho m¨¢s que empezar. ?Bal¨®n de ox¨ªgeno para Cuba? M¨¢s bien granizada de entusiasmo para el futuro de esos y tantos otros pa¨ªses maltratados.
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