"Era un drag¨®n buscando a sus v¨ªctimas"
Una familia recuerda c¨®mo se salv¨® subi¨¦ndose al barco que el agua lanz¨® sobre su casa
Las olas que penetraron varios kil¨®metros tierra adentro en Banda Aceh durante el tsunami llegaron cargadas de todo tipo de objetos -muebles, ¨¢rboles, tablones, barcos rotos o coches reventados-, que actuaron como proyectiles contra las viviendas y la gente. Aunque muchos han sido retirados, a¨²n es posible ver en las calles veh¨ªculos achatarrados que parecen enormes nueces oxidadas.
Uno de los objetos m¨¢s extraordinarios que arrastr¨® el agua, y que un a?o despu¨¦s permanece como testigo mudo de lo que ocurri¨® aquella ma?ana del 26 de diciembre, es un barco de pesca de m¨¢s de 20 metros de eslora, que, cuando bajaron las aguas, qued¨® varado en el segundo piso de una casa en un barrio de las afueras de Banda Aceh. Es un aut¨¦ntico monumento a la furia del mar y a la supervivencia humana, un arca de No¨¦ en dique seco sobre los muros blancos y rotos de una edificaci¨®n semiderruida. Gracias a ¨¦l se salvaron 52 personas.
En una calle en la que viv¨ªan una veintena de familias, s¨®lo cinco sobrevivieron
Erlina Mariana, de 20 a?os, dice que no quiere recordar lo que pas¨®, pero al final se decide a contarlo: "Eran las ocho de la ma?ana, y estaba durmiendo cuando se produjo el maremoto. Fue muy fuerte, y mi hermana me dijo que saliera de casa. Nos sentamos fuera. All¨ª estaban todos los vecinos. Mi madre nos pidi¨® que fu¨¦ramos a ayudarle a arreglar el desorden que hab¨ªa producido el temblor en el puesto del mercado en el que vende arroz. A las ocho y cuarto, todo el mundo vino corriendo, gritando: 'El agua est¨¢ subiendo'. Desde el mercado, se puede ver el mar. En pocos segundos, lleg¨® el agua. Subimos r¨¢pidamente al segundo piso de la casa de nuestros vecinos. ?ramos 25 personas. El agua nos llegaba al cuello. Pasaba muy r¨¢pido. Era como un drag¨®n buscando sus v¨ªctimas".
La madre de Erlina -Bunidiah, de 53 a?os, viuda antes del maremoto- prosigue el relato: "Comenzamos a rezar, y a pedir perd¨®n, porque quiz¨¢s eran los ¨²ltimos momentos de nuestra vida. Est¨¢bamos desamparados. En el segundo piso, flotaban muchos objetos. O¨ªamos golpes contra las paredes, sacudidas. Entonces, nos dimos cuenta de que hab¨ªa un barco al lado, y nos subimos. No s¨¦ c¨®mo pudimos. Era muy alto. Al final nos juntamos 52 personas. El m¨¢s peque?o ten¨ªa tres meses".
Erlina, sentada en la calle, levanta la cabeza y mira la quilla de la nave: "El agua arrastraba muchos cad¨¢veres y animales muertos. Intentamos salvar a dos personas, pero la cuerda era muy corta y la corriente muy fuerte. Logramos recoger a otras dos, pero murieron. Estuvimos en el barco cinco horas. Cuando bajamos, intentamos ir al centro de la ciudad, a un lugar seguro, y pedir ayuda. Pero todo el mundo estaba igual. Caminamos entre basura, restos. Hab¨ªa cad¨¢veres por todos lados. S¨®lo cinco de las 20 familias que viv¨ªan en nuestra calle sobrevivieron".
La familia de Erlina, que sigue viviendo en lo que qued¨® de su casa, frente al arca de No¨¦ que les salv¨® la vida, mira al futuro con esperanza. "Puedo seguir con mi negocio, y comprar comida. Pero dentro de m¨ª, tengo un dolor muy profundo", afirma Bunidiah.
"Todos los d¨ªas estoy triste. En mi interior, tengo un gran dolor. Han muertos mis amigos. Pero la vida debe continuar. Debo sobreponerme", dice Erlina mientras las l¨¢grimas descienden por sus mejillas. "En la vida hay alegr¨ªa, y tristeza, tiene que haber de todo. Hay que aceptarlo, la vida no es inm¨®vil. No puedo estar siempre triste", dice con una amplia sonrisa que se mezcla con las l¨¢grimas. "Pero aunque sonr¨ªo, dentro de m¨ª algo permanece".
La casa de Erlina ha vuelto a tener electricidad desde el mes pasado, pero sigue sin agua corriente. A su lado, el barco que les salv¨® la vida reposa orgulloso junto al cielo. No se sabe si son los muros los que mantienen en alto el barco, o es ¨¦ste el que con su peso evita que se derrumbe la vivienda. Las autoridades de Banda Aceh est¨¢n considerando convertir el conjunto en un monumento. Pero de momento dicen que no tienen dinero. "Lo que queremos es que reconstruyan cuanto antes el barrio", dicen las dos mujeres. El monumento ya est¨¢ ah¨ª. Y Erlina y Bunidiah se sientan junto a ¨¦l todos d¨ªas.
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