Por un Internet respetuoso con los derechos de autor
NUNCA EN LA HISTORIA de la humanidad ha habido tanta cantidad de informaci¨®n disponible, a trav¨¦s de tantos medios y para tantas personas como en la actualidad. Los mensajes circulan sin fronteras, en tiempo real e ininterrumpidamente. El paradigma de este fenomenal desarrollo es Internet, la red que conecta millones de ordenadores del mundo entero. Todos estos progresos nos acercan al objetivo de la llamada sociedad del conocimiento un nuevo modelo de organizaci¨®n industrial, cultural y social caracterizado por el acercamiento de las personas al conocimiento a trav¨¦s de las nuevas tecnolog¨ªas de la comunicaci¨®n. Hoy consideramos que la sociedad es m¨¢s democr¨¢tica y avanzada cu¨¢nta m¨¢s informaci¨®n de calidad se difunda y cuanto m¨¢s r¨¢pidamente se pueda acceder a ella. No es por eso extra?o que se afirme que la informaci¨®n, los contenidos, es "la gran industria del futuro".
Desproteger al autor implica desincentivar el desarrollo cultural de nuestro pa¨ªs, y sin desarrollo cultural adecuado no puede haber una sociedad democr¨¢tica moderna
El acceso del ciudadano a la cultura no puede realizarse vulnerando los derechos de autor. Para el autor ese derecho representa su salario
Los contenidos son el elemento central para el desarrollo de esa sociedad del conocimiento. Es obvio que no puede haber sociedad del conocimiento sin contenidos. El acceso de los ciudadanos a la informaci¨®n y a las obras culturales es el motor para su adecuado desarrollo. Por esa raz¨®n, los contenidos constituyen la mejor apuesta estrat¨¦gica para la construcci¨®n de la moderna sociedad del conocimiento. Ahora que tanto se habla de "convergencia", debemos incorporar a nuestro lenguaje la convergencia de los contenidos con las tecnolog¨ªas como uno de los elementos clave para el desarrollo social y econ¨®mico. Cuantos m¨¢s y mejores contenidos se divulguen, mayor inter¨¦s tendr¨¢ el ciudadano por las redes digitales; ¨¦stas ganar¨¢n en usuarios, al tiempo que crecer¨¢ la comercializaci¨®n de dispositivos y soportes en los que disfrutar de las obras. Esa es la raz¨®n fundamental para el crecimiento en las demandas de ADSL y de dispositivos port¨¢tiles para disfrutar de m¨²sica y pel¨ªculas. La penetraci¨®n en los hogares de l¨ªneas ADSL (del 3,3% en 2002, al 19,5% en 2005) y de reproductores MP3 (del 10% en 2004, al 25 % a finales de 2005) no deja de crecer y se debe, b¨¢sicamente, a la posibilidad de acceso a bienes culturales. Pero para que existan contenidos, se deben proteger eficazmente los derechos de propiedad intelectual de quienes los crean. Si no se protege la propiedad intelectual, las bases de la sociedad del conocimiento no se sostendr¨¢n. Ni tampoco el desarrollo de las TIC. El reto ahora es doble: debemos adaptar la distribuci¨®n de contenidos culturales a los nuevos canales, por un lado, y garantizar la eficiencia en la producci¨®n de contenidos y en su inversi¨®n protegiendo los derechos de propiedad intelectual. Por ello, nos parece un gran acierto que el Plan Avanza aprobado por el Gobierno fije como uno de sus ejes de trabajo "estimular la protecci¨®n de los derechos de propiedad intelectual en sus distintas formas de modo que este est¨ªmulo favorezca la normalizaci¨®n y garantice la interoperabilidad como factor de competitividad, con el objeto de mejorar el aprovechamiento de los resultados de la innovaci¨®n del sector TIC".
El acceso del ciudadano a la cultura no puede realizarse vulnerando los derechos de autor. Es cierto que ese acceso debe convertirse en una prioridad en las pol¨ªticas de desarrollo. Pero ello ha de hacerse dentro del marco legal que protege los derechos de autor, es decir, respetando el derecho del creador a ser remunerado por el uso que se hace de sus obras. Para el autor ese derecho representa su salario.
El "mercado de los contenidos" en Internet est¨¢ protegido constitucionalmente por el derecho fundamental a la libertad de expresi¨®n e informaci¨®n. Sin embargo, ni la Constituci¨®n ni los cat¨¢logos internacionales de derechos reconocen estas libertades con car¨¢cter ilimitado y absoluto. Quienes act¨²an en Internet est¨¢n sometidos a la ley y, por tanto, a los l¨ªmites generales de la libertad de expresi¨®n. Internet es un medio de comunicaci¨®n m¨¢s y los mensajes difundidos deben respetar los mismos l¨ªmites y principios que se exigen jurisprudencialmente en los medios convencionales.
?ltimamente escuchamos que desde algunos sectores se proclama la desaparici¨®n en Internet de los derechos de autor o, al menos, su desnaturalizaci¨®n. Queremos volver a los fundamentos pol¨ªticos y econ¨®micos de esos derechos para demostrar que su existencia en el nuevo entorno digital est¨¢ m¨¢s justificada que nunca.
Para empezar, debemos recordar que ning¨²n avance tecnol¨®gico puede implicar la desaparici¨®n de derechos fundamentales consolidados. Pero es que, adem¨¢s, la existencia de los derechos de autor est¨¢ sustentada en poderosas razones econ¨®micas, pol¨ªticas y jur¨ªdicas. Son, fundamentalmente, dos: el derecho de autor constituye un incentivo para el creador y, en segundo lugar, el fomento de la creaci¨®n cultural que supone el reconocimiento de tal derecho beneficia al inter¨¦s social. La propiedad intelectual es una herramienta de la que se dota la sociedad para proporcionar a los autores el sustento econ¨®mico necesario para garantizarles un proceso de creaci¨®n libre de injerencias y para enriquecer el patrimonio cultural de la sociedad, beneficiando as¨ª el inter¨¦s general. Sin una garant¨ªa legal firme de ese derecho de propiedad intelectual la libertad creativa estar¨¢ mediatizada y amenazada, y el desarrollo cultural perder¨¢ el vigor necesario.
Quienes proclaman de forma demag¨®gica la "publificaci¨®n" de las obras, es decir, su utilizaci¨®n y explotaci¨®n sin que su creador lo autorice, no se dan cuenta de que ese sistema est¨¢ muy lejos de beneficiar al inter¨¦s general. El p¨²blico y la cultura ser¨ªan, sin duda, las principales v¨ªctimas de esa "expropiaci¨®n". Es precisamente la satisfacci¨®n del inter¨¦s p¨²blico lo que exige fortalecer la protecci¨®n de los derechos de propiedad intelectual. Lo primero que debemos recordar es que, seg¨²n la teor¨ªa jur¨ªdica y econ¨®mica, los derechos de propiedad intelectual son an¨¢logos, en lo fundamental, al resto de los derechos de propiedad. Se trata de un derecho de propiedad m¨¢s. Es decir, detr¨¢s del derecho de autor subyace un sistema de incentivos para el creador con el que se le pretende compensar por su esfuerzo y, al mismo tiempo, promover la creaci¨®n futura beneficiando as¨ª el inter¨¦s general. Lo que alguien ha creado como fruto de su esfuerzo personal tiene un valor y, por tanto, es merecedor de una remuneraci¨®n.
Las innovaciones t¨¦cnicas han afectado siempre a la protecci¨®n de la propiedad intelectual. Es posible recordar, en este sentido, el efecto que produjo la aparici¨®n de los primeros fonogramas o la llegada de la radio y la televisi¨®n, medios de comunicaci¨®n de masas que terminaron de facilitar el acceso masivo del p¨²blico a las obras y que alteraron las formas de comercializaci¨®n de las mismas que exist¨ªa hasta ese momento. Desde esta perspectiva, Internet no es diferente. Sin embargo, el cambio tecnol¨®gico no ha afectado nunca a los fundamentos de la propiedad intelectual: tanto los expertos como la propia UE coincide en que no es preciso definir nuevos conceptos en materia de derechos de autor como consecuencia de la utilizaci¨®n de obras empleando las TIC, sino que basta con completar las regulaciones adopt¨¢ndolas a las nuevas formas de explotaci¨®n. Creemos que deben promoverse desde los poderes p¨²blicos, tal y como proyecta el Plan Avanza, las condiciones para que el desarrollo de las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y de las comunicaciones y el del sector de los contenidos sea paralelo. S¨®lo as¨ª conseguiremos un modelo sostenible de la sociedad del conocimiento.
Para ello, resulta absolutamente necesario que, desde la perspectiva de los creadores culturales, se operen las siguientes medidas con car¨¢cter inmediato:
1) Garantizar que los derechos de autor se protegen eficazmente en Internet. Es absolutamente necesario que se articulen mecanismos de responsabilidad para los distintos actores de Internet, de forma parecida a lo que ya sucede en el entorno de los medios de comunicaci¨®n tradicionales. No hay libertad sin responsabilidad. Por ello, creemos firmemente en un principio fundamental cuya aplicaci¨®n nos gustar¨ªa que fuera asumida, al fin, por el sector tecnol¨®gico: debe exigirse a cada actor de Internet una responsabilidad proporcional al grado de participaci¨®n en la producci¨®n del eventual resultado lesivo o a las posibilidades de control efectivo de que disponga para impedir o mitigar el da?o a los derechos de un tercero. Ignacio Ramonet lo ha manifestado claramente en un reciente art¨ªculo en Le Monde Diplomatic (El control de Internet). Ya nadie discute que Internet ha de estar sometido a un orden, como sucede con cualquier otra manifestaci¨®n social, sino la legitimidad de la autoridad que supervisa esa red mundial.
2) Creemos que los poderes p¨²blicos deben fomentar con firmeza en las escuelas un uso de Internet que respete la propiedad intelectual. La implantaci¨®n de las denominadas redes digitales debe venir acompa?ada de una cultura que ponga en valor los contenidos que circulan por ellas, as¨ª como la necesidad de defenderlos y protegerlos.
Todos debemos ser conscientes de que desproteger al autor implica desincentivar el desarrollo cultural de nuestro pa¨ªs, y sin desarrollo cultural adecuado no puede haber una sociedad democr¨¢tica moderna y avanzada. La sociedad del conocimiento debe ser alentada desde los poderes p¨²blicos, pero su construcci¨®n no puede realizarse sin proteger los derechos de propiedad intelectual. El grado de desarrollo y la calidad de esa sociedad del conocimiento dependen, como el propio desarrollo econ¨®mico, de la eficaz protecci¨®n de las creaciones intelectuales. Pero no s¨®lo eso, otras trascendentales circunstancias como la necesaria promoci¨®n de la diversidad cultural dentro de nuestro pa¨ªs y, con ella la calidad y rigor de nuestro sistema democr¨¢tico, en buena medida, est¨¢n tambi¨¦n en juego.POR PEDRO FARR?
Pedro Farr¨¦. Director de Relaciones Corporativas de la SGAE. Profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Nebrija
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