Antropolog¨ªa gansteril
El pasado a?o, la proyecci¨®n, primero en Cannes y luego tambi¨¦n en Sitges, de un trepidante filme criminal, Breaking news, fue la ocasi¨®n para que los no especialistas en cine oriental pudieran entrar en relaci¨®n con el hongkon¨¦s Johnnie To, un hombre que, empero, lleva m¨¢s de 20 a?os haciendo pel¨ªculas. El rendido homenaje que le tribut¨® este a?o en Sitges un reverente Quentin Tarantino, que le entreg¨® en mano un premio a toda su carrera, indic¨® a las claras que el sagaz americano conoc¨ªa de antiguo las andanzas de Mr. To, de profesi¨®n cineasta de pel¨ªculas de acci¨®n. Y sus filmes, en especial las dos partes de Kill Bill, son buena prueba de ello.
Tiene To el oficio aquilatado de un artesano que no rueda ampar¨¢ndose en los efectos especiales y un sentido del ritmo y de la pausa que hace que su cine rezume ese mismo aire de sabidur¨ªa narrativa y de conocimiento de las reglas del g¨¦nero que se aprecia en las pel¨ªculas que Scorsese o Abel Ferrara, por no hablar ya de Coppola, han dedicado a la mafia y sus turbulentos asuntos. De eso va tambi¨¦n Election: de un ejercicio casi de antropolog¨ªa gansteril, de un acercamiento al d¨ªa a d¨ªa, al fatigoso mundo de las transacciones econ¨®micas y af¨¢n de poder que subyace debajo de la violencia de la Tr¨ªada, la mafia china que act¨²a tambi¨¦n en Hong Kong.
ELECTION
Direcci¨®n: Johnnie To. Int¨¦rpretes: Simon Yam, Tony Leung Ka-Fai, Louis Koo, Nick Cheung. G¨¦nero: acci¨®n, Hong Kong, 2005. Duraci¨®n: 101 minutos.
Ello no excluye, como podr¨¢ comprender hasta el lector m¨¢s despistado, el empleo de la violencia, que tambi¨¦n aparece, y c¨®mo, en esta pel¨ªcula inusualmente elegante, bien que en ocasiones un tanto dif¨ªcil de seguir por los vericuetos de tanta conversaci¨®n, tanto pacto, tanta negociaci¨®n encubierta. La cosa no puede ser m¨¢s simple, y la historia, en realidad, ha sido ya contada muchas veces, aunque muy pocas con el ascetismo con que aqu¨ª se hace: el ascenso de un truh¨¢n que tiene mucha prisa y que pretende saltarse los escalones que le tocar¨ªa esperar para llegar a la cumbre, en ocasi¨®n del retiro de un gran padrino.
Pero a partir de ah¨ª, lo que To propone es otra cosa, mucho m¨¢s cotidiana, menos espectacular y muy efectiva: una disecci¨®n de la mentalidad criminal, en una narraci¨®n que se debe seguir con especial cuidado, so pena de perderse entre la mara?a de asuntos que en ella se tratan. Pero tambi¨¦n un duro ejercicio de violencia casi artesanal, en la que los g¨¢nsteres matan con las manos y los c¨®digos de honor parecen hoy mucho m¨¢s vulnerables que nunca.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.