Estr¨¦s y c¨¢ncer, una sospecha que no cesa
Pacientes y m¨¦dicos creen que los sucesos estresantes pueden influir, pero faltan pruebas
Christina Koenig descubri¨® que padec¨ªa c¨¢ncer de mama un viernes por la tarde. Ten¨ªa s¨®lo 39 a?os. El lunes cre¨ªa saber por qu¨¦ le hab¨ªa sobrevenido el c¨¢ncer. "Fui a hablar con un equipo de profesionales m¨¦dicos que finalmente me practicaron una lumpectom¨ªa [extracci¨®n de un bulto del pecho] y dije: '?Cu¨¢nto hace que lo tengo?'. Y me respondieron: 'De cinco a 10 a?os'. Y mi mente pens¨® de inmediato: 'Claro, pas¨¦ por un divorcio. Sufr¨ª estr¨¦s". Koenig, que vive en Chicago, se divorci¨® cuatro a?os antes de que se le diagnosticara el c¨¢ncer. "?Era una mera coincidencia?", se preguntaba.
Ahora, cuatro a?os despu¨¦s, sigue pregunt¨¢ndoselo. Trabaja para la Y-ME National Breast Cancer Organization, que recibe 40.000 llamadas al a?o en su l¨ªnea de asistencia. Una y otra vez, dice, las mujeres preguntan si el estr¨¦s les provoc¨® el c¨¢ncer al debilitar su sistema inmunol¨®gico y permitir que el tumor creciera. "Es una creencia generalizada", afirma Koenig.
Los padres con hijos muy enfermos o que han muerto no tienen mayor riesgo de c¨¢ncer
A los pacientes con estr¨¦s les preocupa el estar perjudicando a su propio pron¨®stico
La pregunta de si existe un v¨ªnculo entre el estr¨¦s y el c¨¢ncer ha confundido e interesado tanto a investigadores como a pacientes. Un estudio tras otro ha preguntado si la gente que desarrolla un c¨¢ncer ha padecido m¨¢s estr¨¦s en los a?os anteriores al diagn¨®stico y, a la inversa, si la gente que ha experimentado un estr¨¦s extremo tiene m¨¢s probabilidades de desarrollar c¨¢ncer. Los investigadores tambi¨¦n han estudiado los posibles mecanismos preguntando, por ejemplo, si el estr¨¦s puede inhibir las c¨¦lulas del sistema inmunol¨®gico que podr¨ªan ser necesarias para aplacar las c¨¦lulas cancer¨ªgenas malignas. Y han intentado determinar si en un principio el sistema inmunol¨®gico, el sistema de defensa del cuerpo, protege a la gente contra el c¨¢ncer. Lo que ha surgido es una relaci¨®n indirecta entre el estr¨¦s, el sistema inmunol¨®gico y el c¨¢ncer, con una sorprendente nueva perspectiva que est¨¢ alterando el rumbo de la investigaci¨®n: ahora parece que las c¨¦lulas cancer¨ªgenas fabrican prote¨ªnas que en realidad indican al sistema inmunol¨®gico que las deje en paz e incluso que las ayude a desarrollarse. En cuanto a si el estr¨¦s provoca c¨¢ncer, la cuesti¨®n sigue abierta. "No tengo ni idea, y los dem¨¢s tampoco", dice Barbara Andersen, catedr¨¢tica de Psicolog¨ªa de la Ohio State University, que estudia la reducci¨®n del estr¨¦s en pacientes de c¨¢ncer.
Los resultados de varios estudios realizados entrevistando a pacientes con c¨¢ncer de mama han sido claros: no exist¨ªa ninguna asociaci¨®n entre los acontecimientos estresantes en los cinco a?os anteriores y el diagn¨®stico de c¨¢ncer. Pero Barrie Cassileth, jefa del servicio de medicina integral del Memorial Sloan-Kettering Cancer Center, insin¨²a que hay otra forma de formular la pregunta. "Son lo que denominamos experimentos naturales en el mundo real", afirma Cassileth. "Estudiar las situaciones de estr¨¦s o angustia extremos: estar en un campo de concentraci¨®n, ser prisionero de guerra. ?Y qu¨¦ hay de una madre que pierde a un hijo? Se ha realizado un seguimiento a personas en todas esas circunstancias. Y no presentan una incidencia m¨¢s elevada de c¨¢ncer".
En Dinamarca se han realizado muchos estudios amplios sobre el c¨¢ncer y el estr¨¦s. Uno estudi¨® la incidencia del c¨¢ncer en 11.380 padres cuyos hijos padec¨ªan c¨¢ncer, sin duda un acontecimiento estresante, asegura Cassileth. Sin embargo, los padres no sufr¨ªan m¨¢s c¨¢ncer que los miembros de la poblaci¨®n general. Otro estudio investig¨® el ¨ªndice de c¨¢ncer entre 21.062 padres que hab¨ªan perdido a un hijo. No se dio un incremento del c¨¢ncer entre los padres hasta 18 a?os despu¨¦s. Un tercer estudio dan¨¦s observ¨® las tasas de c¨¢ncer entre 19.856 padres con un hijo esquizofr¨¦nico. Tampoco hubo un aumento del c¨¢ncer. "Si la pregunta es: '?Lo hemos determinado?', la respuesta es: 'No", afirma Sheldon Cohen, catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa de la Carnegie Mellon University que ha estudiado el papel de los grupos de apoyo y la reducci¨®n del estr¨¦s en el c¨¢ncer. "Si la pregunta es: '?Funcionar¨ªa?', tampoco conocemos la respuesta".
La preocupaci¨®n, afirma Cassileth, es que a los pacientes de c¨¢ncer, sometidos a un enorme estr¨¦s, a menudo les preocupa el estar perjudicando a su propio pron¨®stico. Y los pacientes que rememoran su vida y recuerdan que han pasado por momentos estresantes antes de su diagn¨®stico con frecuencia llegan a la conclusi¨®n de que se han provocado ellos mismos la enfermedad.
"La gente necesita respuestas", dice Cassileth. Para muchos, un diagn¨®stico de c¨¢ncer es un impacto total. Cre¨ªan que estaban sanos; practicaban ejercicio y com¨ªan bien. "No saben discernir por qu¨¦ les ha ocurrido eso", afirma. Y agrega que cualquiera puede encontrar estr¨¦s en su vida si lo busca. "Les digo que no se han provocado el c¨¢ncer. En absoluto", explica Cassileth.
La cuesti¨®n para Drew Pardoll, directora del programa de inmunolog¨ªa contra el c¨¢ncer del Kimmel Comprehensive Cancer Center de la Johns Hopkins University, no es si el estr¨¦s provoca c¨¢ncer. Es el mero hecho de que los c¨¢nceres existan. Los gl¨®bulos blancos del sistema inmunol¨®gico siempre se topan con las c¨¦lulas cancer¨ªgenas. Deber¨ªan atacar a los c¨¢nceres como cuerpos extra?os y destruirlos. ?Por qu¨¦ no lo hacen? ?Es que el sistema inmunol¨®gico es demasiado d¨¦bil? ?O se trata de otra cosa? Al parecer, seg¨²n descubrieron Pardoll y otros, es otra cosa, y en absoluto lo que la mayor¨ªa de los cient¨ªficos esperaba. La vieja idea, dice Pardoll, era que los c¨¢nceres surgen a diario pero el sistema inmunol¨®gico los destruye. Cualquier cosa que debilite el sistema inmunol¨®gico -por ejemplo, el estr¨¦s- podr¨ªa dificultar esta vigilancia. La consecuencia podr¨ªa ser un c¨¢ncer que crezca lo suficiente como para resistir el esfuerzo del cuerpo por curarse. "Ya nadie lo cree as¨ª", afirma Pardoll.
Fred Applebaum, director del departamento de investigaci¨®n cl¨ªnica del Fred Hutchinson Center, afirma que ¨¦l y una mayor¨ªa de expertos en c¨¢ncer cre¨ªan en esa teor¨ªa. Pero luego estudiaron a ratones gen¨¦ticamente alterados para que su sistema inmunol¨®gico no funcionara. "Realmente no muestran un gran incremento en la incidencia del c¨¢ncer", dice Applebaum. Por ejemplo, los investigadores estudiaron a personas cuyo sistema inmunol¨®gico se encontraba inhibido porque estaban tomando f¨¢rmacos para prevenir el rechazo a un ¨®rgano trasplantado o porque padec¨ªan sida. "Se dan peque?os incrementos en ciertos tipos de c¨¢ncer", explica Applebaum, pero tienden a ser c¨¢nceres vinculados a infecciones. "Los tipos habituales de c¨¢ncer, los que provocan una enorme carga de sufrimiento a los humanos, realmente no han aumentado", dice.
? The New York Times
La vigilancia inmunol¨®gica
Qu¨¦ le ocurre al sistema inmunol¨®gico de los pacientes de c¨¢ncer? Deber¨ªa protegerles. Todos los tejidos del cuerpo est¨¢n salpicados de gl¨®bulos blancos, y los c¨¢nceres no son una excepci¨®n. De hecho, afirma la inmun¨®loga Drew Pardoll, en algunos tumores, incluidos los melanomas y los c¨¢nceres de ri?¨®n, los gl¨®bulos blancos suponen hasta el 50% del peso del c¨¢ncer. Y no cabe duda de que las c¨¦lulas cancer¨ªgenas son tejidos extra?os. Su superficie est¨¢ plagada de prote¨ªnas con un aspecto muy distinto al de las prote¨ªnas de las c¨¦lulas normales. Las c¨¦lulas T del sistema inmunol¨®gico son perfectamente capaces de reconocer que las c¨¦lulas cancer¨ªgenas son un cuerpo extra?o. Pero, por alg¨²n motivo, no lo hacen.
?Por qu¨¦ no? La respuesta, seg¨²n han descubierto Pardoll y otros, es que las prote¨ªnas de la superficie de las c¨¦lulas cancer¨ªgenas desactivan el ataque del sistema inmunol¨®gico. A su vez, el tumor excreta mol¨¦culas que reclutan a c¨¦lulas del sistema inmunol¨®gico para que le ayuden a realizar la met¨¢stasis y extenderse as¨ª por tejidos y ¨®rganos. "Hasta hace muy poco exist¨ªa una gran escasez de informaci¨®n sobre qu¨¦ regula estas respuestas inmunol¨®gicas a los tumores", afirma Pardoll. "Ahora nos encontramos en posici¨®n de plantear una versi¨®n totalmente nueva".
Una consecuencia inmediata de esta l¨ªnea de pensamiento es una nueva idea para un tratamiento: los cient¨ªficos podr¨ªan sellar las prote¨ªnas de las c¨¦lulas cancer¨ªgenas que bloquean el sistema inmunol¨®gico y permitir que los gl¨®bulos blancos maten al tumor. O podr¨ªan aumentar la agresividad del sistema inmunol¨®gico. Para lograrlo, pueden bloquear una mol¨¦cula de la superficie de las c¨¦lulas T, la CTLA-4, que tiende a mitigar la respuesta inmunol¨®gica. La primera estrategia s¨®lo se est¨¢ empezando a investigar, ya que los descubrimientos son muy nuevos, pero la segunda ya est¨¢ en proceso avanzado. En ratones, dice James Allison, presidente del programa inmunol¨®gico de Sloan-Kettering, algunos c¨¢nceres desaparecieron despu¨¦s de una sola inyecci¨®n de un anticuerpo a la CTLA-4. Otros c¨¢nceres tambi¨¦n requirieron una vacuna para reforzar el ataque inmunol¨®gico reci¨¦n emprendido. Pero entonces, Allison observ¨® que incluso los tumores m¨¢s intratables en ratones eran destruidos.
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