Los rostros de una vida
Cuentan que el pintor mexicano Jos¨¦ Luis Cuevas, de 71 a?os, se hace una fotograf¨ªa cada ma?ana desde hace m¨¢s de medio siglo. Unidos esos fotogramas se pueden ver los cambios de su rostro en pocos minutos, como en una pel¨ªcula de su vida. Muchos artistas se han visto tentados por el autorretrato y Rembrandt fue uno de los m¨¢s persistentes y originales, aunque sus intenciones hayan sido quiz¨¢ menos narcisistas. Se han certificado como aut¨¦nticos 47 autorretratos del maestro holand¨¦s realizados en diferentes t¨¦cnicas y formatos. Desde grabados del tama?o de un sello hasta pinturas complejas y suntuosas. Pero lo que m¨¢s llama la atenci¨®n a admiradores y estudiosos es la variedad de atuendos y actitudes que eligi¨® para pintarse a s¨ª mismo.
Lo que m¨¢s llama la atenci¨®n a admiradores y estudiosos es la variedad de atuendos y actitudes que eligi¨® para pintarse a s¨ª mismo
Desde muy joven se concedi¨® el placer del autorretrato, a veces con peinados y trajes que desafiaban las convenciones de la ¨¦poca, y otras escondido entre los personajes de una composici¨®n -como uno de los lapidadores de san Esteban o un marinero asustado en el mar de Galilea-. La voluntad del autoconocimiento a trav¨¦s del autorretrato es una idea del siglo XIX, por lo que los expertos descartan ese empe?o en las obras de Rembrandt, pero no se puede negar cierta complacencia en las im¨¢genes del joven pintor holand¨¦s. O tal vez haya sido simplemente un ejercicio para este artista en su fase de formaci¨®n y, m¨¢s adelante, el deseo de dejar un testimonio vital. El caso es que Rembrandt hizo de s¨ª mismo una especie de actor de sus propios cuadros. La enorme influencia de Rubens se deja sentir en sus primeros autorretratos de medio cuerpo, en los que copia los de su maestro cambiando el rostro de ¨¦l por el suyo, o haciendo un autorretrato h¨ªbrido de ambos. Y es que los autorretratos de Rembrandt surgen enteramente de su imaginaci¨®n. Se pinta a veces maquillado, aunque sin ocultar los defectos de un rostro con la nariz algo bulbosa, los granos y hoyuelos de su piel, las venillas enrojecidas. Pero aun as¨ª, no se conforma con una visi¨®n homog¨¦nea y es capaz de transformar su rostro, conservando s¨®lo algunos de sus rasgos caracter¨ªsticos. A veces parecen ejercicios de estilo, estudios de rostros y expresiones. Dispuesto a afirmar su inconformismo, se retrat¨® como mendigo, como se?or burgu¨¦s, como personaje b¨ªblico, como fil¨®sofo, como pintor famoso; lo hizo con todo tipo de sombreros y gorgueras, con peinados y bigotes diversos, se autorretrat¨® junto a su esposa, Saskia -en ocasiones alegre, otras serio-, y tambi¨¦n lo hizo, al final, para observar sosegadamente su lenta transformaci¨®n. Su declive. Los ¨²ltimos autorretratos los hizo el a?o de su muerte, en 1669, y sobre ellos parece sobrevolar el fin. Se deja ver vestido de forma austera, lejos ya de las vanidades, y pintando a¨²n. En 1999 se hizo una exposici¨®n en Londres donde se juntaron casi la mitad de los autorretratos conocidos. Variaciones sobre un rostro a lo largo de la vida. El sue?o de un espejo.
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