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Tenemos la superstici¨®n de los n¨²meros redondos, acabados en cero, y los celebramos, tres nacimientos y una muerte en 2006, el a?o Rembrandt, el a?o Mozart, el a?o del silencioso Samuel Beckett, que ahora tendr¨ªa los a?os de nuestro Francisco Ayala, y el primer centenario de la muerte de Cezanne, y en realidad estas cosas hablan de qui¨¦nes somos nosotros, de qu¨¦ queremos recordar para vivir. Ya en 1956, en los 200 a?os de Mozart, Luis Cernuda homenajeaba al perpetuo prodigio: Mozart es la m¨²sica misma, escrib¨ªa Cernuda en su exilio mexicano, "el cuerpo entero de la armon¨ªa impalpable e invisible". En abril har¨¢ 70 a?os justos de que Cernuda publicara por primera vez, en 1936, La realidad y el deseo.
Habr¨¢ tambi¨¦n, en 2006, celebraci¨®n de alg¨²n n¨²mero redondo s¨®lo a medias, los 25 a?os del regreso del Guernica de Picasso a Espa?a y el cumplea?os 125 de Picasso. Preparan exposiciones el Museo del Prado, del que Picasso fue nombrado director en 1936, el Reina Sof¨ªa, y los museos Picasso de M¨¢laga y Barcelona. Encontr¨¦, entre los libros del 2005 recomendados por los lectores del peri¨®dico ingl¨¦s The Guardian, que Richard Burnett, de Manchester, propone Guernica: la biograf¨ªa de un icono del siglo XX, de Gijs van Hensbergen, donde se reconstruye la irradiaci¨®n del Guernica sobre el arte de EE UU desde el Museo de Arte Moderno de Nueva York, y la lucha por devolver el cuadro a Espa?a, "su hogar espiritual", dice el lector ingl¨¦s, "un proceso ¨ªntimamente ligado a los cambios de percepci¨®n de la democracia y la identidad espa?ola".
Se conmemorar¨¢ en 2006 el 70 aniversario del principio de la guerra de Espa?a. Queda lejos 1936, y a¨²n deber¨ªa quedar m¨¢s lejos, tan lejos como el fin de la guerra de Crimea en 1856, hace 150 a?os. Pero la guerra del 36 sigue siendo un recuerdo resonante, retumbante, y nunca acaba de pasar a la memoria pura, si la memoria es el futuro del pasado, o del poco pasado que tiene futuro. Esta conmemoraci¨®n b¨¦lica es temible, porque existe una tendencia en los que recuerdan la guerra a perorar para fortalecer las convicciones del bando ideal de cada uno, como si todav¨ªa quedara una batalla pendiente. Pero en 2006 tambi¨¦n celebramos el 20 aniversario de la entrada de Espa?a en Europa, ocasi¨®n de equilibrio, una vez que Espa?a acept¨® los valores democr¨¢ticos de los vencidos en la Guerra Civil.
Hay cosas que no acaban nunca. Hace unos meses, en la catedral, el arzobispo de Granada preve¨ªa "mucho sufrimiento" a prop¨®sito de las discusiones auton¨®micas, y ahora, en la Capitan¨ªa General de Sevilla, el general jefe de la Fuerza Terrestre, que dice manifestarse "por expreso deseo" de sus subordinados, avisa de que, ante el Estatuto catal¨¢n, las Fuerzas Armadas podr¨ªan intervenir para defender la integridad de Espa?a, de acuerdo con el art¨ªculo octavo de la Constituci¨®n. Yo cre¨ªa que las Fuerzas Armadas espa?olas defend¨ªan el territorio nacional contra un posible enemigo exterior, pero, seg¨²n el general de Sevilla, nuestro ej¨¦rcito ve al enemigo entre sus propios conciudadanos, y temo que en 2006 estemos volviendo a la idea de ej¨¦rcito que ten¨ªan los triunfadores de la Guerra Civil de hace 70 a?os.
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