Cuatro son pocos para Cavaco
Los candidatos de la izquierda juntos s¨®lo llegan al 40% en las encuestas de las presidenciales en Portugal
M¨¢rio Soares lleva a sus 81 a?os m¨¢s de un mes recorriendo aldeas y ciudades tratando de seducir de nuevo a sus compatriotas mientras les alerta "del desastre" que supondr¨ªa una victoria del "neoliberal" An¨ªbal Cavaco Silva. El tambi¨¦n socialista Manuel Alegre esmera su ret¨®rica de "limpieza, decencia y justicia" para tratar de recortar la enorme ventaja del candidato del centro-derecha. El comunista Jer¨®nimo de Sousa aprieta los dientes al ver c¨®mo Cavaco es recibido con ba?os de multitudes incluso en los feudos m¨¢s leales al PCP. Y Francisco Lou?a, l¨ªder del Bloco de Esquerda, trata de fajarse con Cavaco en su terreno com¨²n, la econom¨ªa, pero no pasa del 4% de intenci¨®n de voto.
La realidad es la que es. Portugal parece decidida desde hace meses a que An¨ªbal Cavaco Silva sea el primer presidente de derechas de su historia moderna. Ayer, un nuevo sondeo dejaba poco margen de esperanza a sus rivales: si las elecciones fueran ahora (son el 22), Cavaco ganar¨ªa en la primera vuelta con el 60% de los votos.
Aunque la campa?a empieza hoy, las semanas previas han sido intensas, con debates encarnizados, tremendos ataques personales y pol¨ªticos. Cavaco ha sido acusado de ser financiado en secreto por la oligarqu¨ªa del pa¨ªs, de aspirar a montar una dictadura y hasta de no abrir la boca si no se lo dice su jefe de marketing, y las cartas parecen ofrecer ya poco margen de maniobra.
Cavaco ha sobrevivido incluso al cuerpo a cuerpo televisado, el terreno en el que menos c¨®modo aparece, y su actitud parece haber evolucionado poco a poco; al principio opt¨® por un silencio que irrit¨® a sus adversarios, luego empez¨® a hablar (pero poco, para no cometer errores), despu¨¦s se esforz¨® en dar una imagen de socialdem¨®crata que algunos definieron como "socialdemocracia de agencia de publicidad" y en los ¨²ltimos d¨ªas sus intervenciones se han caracterizado por el optimismo (siguiendo la l¨ªnea de su eslogan, S¨¦ que Portugal puede vencer), cierta euforia contenida ("no me gusta decir esto, pero creo que ganar¨¦ en la primera vuelta") y hasta por alg¨²n rapto de desinhibici¨®n que pocos le conoc¨ªan; el viernes, en la revista Vis?o, Cavaco escrib¨ªa a petici¨®n del periodista que le entrevistaba un breve autorretrato para una hipot¨¦tica enciclopedia del futuro, y dec¨ªa: "Algunos cr¨ªticos le acusaban de autoritarismo, confundi¨¦ndolo con su determinaci¨®n en construir; otros, de economicista, confundi¨¦ndolo con su voluntad de utilizar bien los escasos recursos disponibles; otros, de arrogante, confundi¨¦ndolo con su preocupaci¨®n por el rigor y la dignidad en el ejercicio del poder".
Lo cierto es que, a d¨ªa de hoy, sus adversarios no han podido recortar ni siquiera en un punto la ventaja que el ex primer ministro ten¨ªa en octubre, cuando anunci¨® su candidatura.
Jos¨¦ Gil, quiz¨¢ uno de los ensayistas y comentaristas m¨¢s l¨²cidos del pa¨ªs, ha escrito que estas elecciones "marcan, tal vez, en Portugal, el fin del discurso pol¨ªtico-ideol¨®gico y, en la cabeza de los portugueses, el fin de las utop¨ªas surgidas del 25 de abril: es nuestro muro de Berl¨ªn que se desmorona definitivamente". Quiz¨¢ eso explique los magros resultados que las encuestas predicen para el gran animal pol¨ªtico luso, el ex presidente M¨¢rio Soares (13%). Ayer, el iconoclasta y casi siempre certero Vasco Pulido Valente escrib¨ªa en P¨²blico que el gran error de Soares ha sido no ver que "el pa¨ªs ama, no a Alegre, sino a su reality show de falsa rebeld¨ªa, de falsa independencia, de falsa inspiraci¨®n"; y no darse cuenta de que "la fuerza de Cavaco es la fe moderna en la omnisciencia y la omnipotencia del especialista". A su juicio, Soares "ha entrado imprudentemente en un universo al que no pertenece y ha pagado el precio".
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