No fume (por favor)
A no pocos fumadores, ex fumadores y no fumadores les han podido parecer demasiado dr¨¢sticas las recientes medidas contra el tabaquismo, pero hay que admitir que se atienen a una obviedad de la cultura actual: casi todo aquello que no es efectista carece de efecto social. Gracias a esta ecuaci¨®n, la ley ha obtenido en estos d¨ªas resultados espectaculares. El impacto medi¨¢tico impulsa el cumplimiento de la inhibici¨®n personal. As¨ª, los expertos opinan que la venta de cigarrillos disminuir¨¢ este a?o en torno al 10%, como ocurri¨® en Italia o Irlanda el a?o pasado.
Las 55.000 muertes atribuidas al tabaco anualmente en Espa?a legitiman la intervenci¨®n del Gobierno sobre ese h¨¢bito privado, aunque siempre podr¨¢ argumentarse que una intervenci¨®n verdaderamente dr¨¢stica exigir¨ªa actuar sobre el cultivo o la producci¨®n. El Comit¨¦ de Prevenci¨®n del Tabaquismo espera que cerca de medio mill¨®n de espa?oles abandonen su consumo en este primer a?o de aplicaci¨®n de la ley, y que el n¨²mero de adolescentes que comienzan a fumar se reduzca en 70.000. Otro factor de legitimaci¨®n de la norma es que el 70% de los 10 millones de fumadores dice en las encuestas que desear¨ªa dejarlo, aunque un porcentaje similar confiesa haberlo intentado sin ¨¦xito al menos en una ocasi¨®n. Pero la evidencia indica que es una adicci¨®n vencible, sin el dramatismo de otros abandonos.
Siendo un h¨¢bito, se trata sobre todo de estimular la voluntad individual de abandonarlo y, como objetivo intermedio, de reducir el n¨²mero de cigarrillos diarios. La prohibici¨®n de fumar en el trabajo favorece ese efecto de manera no demasiado traum¨¢tica, creando h¨¢bitos temporales m¨¢s espaciados. As¨ª ocurri¨® con la prohibici¨®n de fumar en los aviones, inicialmente s¨®lo en vuelos de menos de una hora de duraci¨®n.
El car¨¢cter s¨²bito y radical de la prohibici¨®n ha suscitado una amplia casu¨ªstica: ?es un lugar de trabajo la cabina del camionero? ?Lo es un domicilio particular para la empleada de hogar? En el l¨ªmite: ?puede fumarse en un tanatorio? No se puede, pero ?podr¨ªa alguien hacer de ello un conflicto personal, exigir la aplicaci¨®n estricta de la ley? No es dif¨ªcil imaginar situaciones en las que ser¨ªa razonable una cierta flexibilidad, pero si la norma entrase en su detalle pronto la excepci¨®n se har¨ªa norma y la ley ser¨ªa papel mojado.
La tolerancia no deber¨ªa esperarse, por ello, de la norma o de su aplicaci¨®n por las autoridades, pero s¨ª de los ciudadanos en sus relaciones personales. Para que las discusiones familiares, vecinales o laborales a cuenta del tabaco no produzcan ansiedad adicional en los fumadores dispuestos a dejar de serlo si no les empujan, ni irritaci¨®n que empuje a fumar a quienes nunca lo hab¨ªan hecho o hab¨ªan conseguido dejarlo.
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