'S¨ªndrome 17'
Para bien o para mal, este a?o 2006 que acaba de comenzar va a ser el a?o de la Espa?a plural. Ser¨ªa para bien si se aprobase un nuevo Estatuto de Autonom¨ªa para Catalu?a consensuado con todos, incluida la oposici¨®n del PP, pues eso lo institucionalizar¨ªa de forma irreversible haciendo posible la futura reforma del Senado como c¨¢mara de representaci¨®n territorial. Y ser¨¢ para mal si la negociaci¨®n fracasa y los grupos catalanes retiran su proyecto de nuevo Estatuto, o si se aprueba un arreglo dictado por los catalanistas sin el consentimiento del PP, con lo que se convertir¨ªa en inviable a largo plazo, frustrando as¨ª la reforma por consenso de la Espa?a plural.
Pero tanto si sale bien como si sale mal, este proceso negociador nos est¨¢ obligando a poner en tela de juicio el actual desarrollo del Estado de las autonom¨ªas. Cuando se han cumplido las bodas de plata de su botadura, no est¨¢ nada claro cu¨¢l es el rumbo al que su deriva nos conduce, si la uni¨®n federal o la confederaci¨®n soberanista. Pero en cualquier caso, no hay duda de que la navegaci¨®n auton¨®mica resulta incierta, preocupante y problem¨¢tica. As¨ª lo revela el hecho de que los nacionalistas perif¨¦ricos deseen cambiar de rumbo mientras el partido en el poder propone refundar la Espa?a plural y el partido en la oposici¨®n se resiste al cambio, por temor a que el remedio sea peor que la enfermedad: virgencita, que me quede como estoy. Y tanto ruido hace el desarrollo auton¨®mico que a no tardar mucho surgir¨¢n como reacci¨®n propuestas de involuci¨®n unitaria.
Por eso la ocasi¨®n parece propicia para discutirlo todo antes de que sea demasiado tarde. Y aqu¨ª deseo contribuir a ello planteando una reflexi¨®n de calado sobre los efectos perversos de la l¨®gica auton¨®mica. Hace seis d¨ªas, en estas mismas p¨¢ginas, el consejero catal¨¢n de Justicia diagnosticaba una grave alergia al diecisiete que, seg¨²n ¨¦l, aquejaba a todos los cr¨ªticos del confederalismo. Pues bien, yo tambi¨¦n me declaro al¨¦rgico al 17 con razones fundadas, pues dividir por 17 los centros de decisi¨®n pol¨ªtica mientras se multiplican por 17 los ¨®rganos de administraci¨®n ejecutiva tiene unos evidentes efectos perversos, seg¨²n la teor¨ªa de la elecci¨®n p¨²blica.
Descentralizar por descentralizar no es bueno per se. Hay materias en que la autonom¨ªa local resulta beneficiosa para todos, como sucede con la educaci¨®n. Seg¨²n los expertos en calidad de la ense?anza, cuanta mayor autonom¨ªa posean las instituciones educativas (incluso respecto a sus propias autoridades auton¨®micas), m¨¢s valioso ser¨¢ el capital humano que generen tanto a nivel personal como colectivo. De ah¨ª la conveniencia de que la educaci¨®n est¨¦ transferida a las autonom¨ªas, pues produce efectos ben¨¦ficos. Pero con otras competencias sucede exactamente a la inversa.
Es lo que ocurre con las competencias en materia urban¨ªstica, que est¨¢n transferidas en exclusiva a las comunidades aut¨®nomas en virtud del art¨ªculo 148/1/3 de la Constituci¨®n. Pero al dividir por 17 las competencias urban¨ªsticas se ha producido una catarata de efectos perversos (boom de la construcci¨®n, espiral especulativa inmobiliaria, hipertrofia urbanizadora, destrucci¨®n de la costa mediterr¨¢nea...) que s¨®lo ahora estamos empezando a advertir. Tanto es as¨ª que hasta Bruselas se ha visto obligada a intervenir, pero s¨®lo para constatar su impotencia, pues no puede obligar m¨¢s que a los Estados nacionales, y el espa?ol ya carece de competencias en la materia.
As¨ª que nada de alergia al 17 sino m¨¢s bien s¨ªndrome del 17. Pues seg¨²n la teor¨ªa de los bienes p¨²blicos (que el se?or Vall¨¨s conoce bien, pues es de su competencia profesional), cuando un espacio p¨²blico carece de regulaci¨®n com¨²n se ve sometido a una l¨®gica de intensificaci¨®n explotadora que concluye inexorablemente con su agotamiento, seg¨²n la tragedia de los bienes comunales que Garret Hardin describi¨® ya en 1968 (Science, 162). Es la tragedia del confederalismo que, de momento, est¨¢ destruyendo el suelo espa?ol.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.