"Me van a echar a patadas de la modernidad"
Naci¨® en Madrid hace 63 a?os, pero su infancia son recuerdos de una cocina en Rafalbu?ol, en Valencia, y de ah¨ª le viene la pasi¨®n por los bodegones a Alberto Coraz¨®n, dise?ador, pintor, escultor, uno de los art¨ªfices de la modernidad en Espa?a. Esta noche presenta en la galer¨ªa Marlborough, de Madrid, su exposici¨®n de bodegones. A su estilo, pero bodegones. Le dijo a un amigo: "Mira qu¨¦ exposici¨®n presento: ?me van a echar de la modernidad!".
Pregunta. Menudo reto, bodegones...
Respuesta. Lo es. Un reto y un espacio de reposo. Siempre he estado revolvi¨¦ndome en dos zonas, la renovaci¨®n t¨¦cnica y la vuelta al bodeg¨®n; me ayuda a reposar de las turbulencias de la pintura como tal.
"Mi abuelo me ense?¨® la naturaleza, el campo, desde lo sensorial a lo inefable"
P. Ya ser¨¢ otra cosa el bodeg¨®n.
R. Existe desde los egipcios, y est¨¢ tan consolidado que cualquier sugerencia que hagas en el lienzo o en el papel, si debajo dice bodeg¨®n, t¨² lo ver¨¢s como un bodeg¨®n. Puede ser tan elemental como queramos.
P. Usted se educ¨® viendo manzanas, nueces, ciruelas, los productos de la huerta.
R. Y ¨¦sas son las formas elementales que ahora me vienen a la memoria, junto con el espacio de los objetos que le dan sentido a esos frutos: el plato, el cuchillo, el cuenco. Con el m¨ªnimo de expresi¨®n, t¨² puedes convocar esas figuras.
P. ?Por qu¨¦ le interesa tanto?
R. Porque me permite trabajar con lo m¨ªnimo, y porque me permite replantear la relaci¨®n con el p¨²blico: pienso que a finales del siglo XX hemos roto otra vez la relaci¨®n con el contemplador de la obra; las obras sin t¨ªtulo, por ejemplo, son un gesto de desprecio al que mira. La expresi¨®n sin t¨ªtulo es la evidencia de una derrota del artista.
P. ?Tan importante es un t¨ªtulo?
R. Es un gesto de aproximaci¨®n, de buena voluntad con el espectador; el t¨ªtulo es la puerta de entrada. Aqu¨ª pongo t¨ªtulos tambi¨¦n cuando no es preciso: bodegones del azul, bodegones venecianos, napolitanos... Son puertas de entrada.
P. Pero lo que usted ha hecho, sobre todo, es volver a la cocina de sus abuelos en la huerta valenciana...
R. La memoria va creciendo a medida que pasa la vida, la memoria lejana. All¨ª se form¨® mi conciencia moral, y se form¨® mi manera de recordar o ver la belleza.
P. Dice que su abuelo le ense?¨® la naturaleza.
R. La naturaleza, el campo, desde lo sensorial a lo inefable; ver regar por las noches, el olor de la tierra en la que empieza a penetrar el agua. Y, adem¨¢s, me ayud¨® a entender la relaci¨®n con los dem¨¢s... Mi abuelo se ense?¨® a leer de adulto, y ¨¦l quiso rendir homenaje a todo lo escrito. Una vez dio a imprimir un ejercicio m¨ªo del bachillerato.
P. ?Acaso eso le hizo a usted interesarse por todo lo que es gr¨¢fico?
R. Sin duda. ?l pensaba que no hab¨ªa destino m¨¢s noble para nada que el llegar a ser impreso.
P. ?Y qu¨¦ se hizo de aquel campo en el que naci¨® esta vocaci¨®n suya por los bodegones?
R. Ya no existe la casa, la vendieron mis padres sin decirnos nada. Ahora es un territorio sentimental; no he querido volver. Con estas obras regreso a la atm¨®sfera de Levante.
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