Un mundo saludable
El retrato institucional de la presidenta Salgado, con una dedicatoria personalizada: "Al coronel Mengelet, abanderado de las libertades sanitarias y defensor de la Salud P¨²blica, con cari?o y admiraci¨®n de su disc¨ªpula, Elena", preside el despacho del jefe supremo de la PSE, Polic¨ªa Sanitaria del Estado, ubicado en un edificio inteligente de la Puerta del Sol. Jos¨¦ Antonio Mengelet de la Cueva, m¨¦dico y psic¨®pata rehabilitado de las SS (Seguridad Social), es el padre, reconocido, del fundamentalismo sanitario que en los albores del siglo XXI libr¨® con ¨¦xito una vasta operaci¨®n de "limpieza m¨¦dica" con el apoyo de la ministra de Sanidad. Tras el fulgurante ¨¦xito, sobre todo en el aspecto recaudatorio, de la ley antitab¨¢quica de 2006, la ministra Salgado, con la asesor¨ªa de su maestro y colaborador, el doctor Mengelet, puso en marcha nuevas leyes que impusieron severas restricciones a la venta y consumo de alcohol, caf¨¦ y alimentos altos en colesterol, leyes muy pol¨¦micas durante los primeros meses de su aplicaci¨®n pero que no tardar¨ªan en ser aceptadas y celebradas por la ciudadan¨ªa, como qued¨® demostrado con el arrollador triunfo electoral de la ministra como cabeza de lista del PSOE en los ¨²ltimos comicios. Una de las primeras medidas de la nueva presidenta fue crear, como hab¨ªa prometido en campa?a, el cuerpo incorrupto de la Polic¨ªa Sanitaria del Estado, encargado de velar por la salud f¨ªsica y mental de las ciudadanas y ciudadanos, a cuyo frente puso a su mentor, Mengelet, con el rango de coronel.
Las navidades son una mala ¨¦poca para los luchadores sanitarios, las viejas e insalubres tradiciones afloran de nuevo e incluso ciudadanas y ciudadanos de comportamiento ejemplar durante el resto del a?o echan una canita al aire despreocupadamente. Si Mengelet pudiera prohibir¨ªa las navidades, pero las encuestas indican que la sociedad espa?ola todav¨ªa no est¨¢ preparada para digerir una medida tan radical, sobre todo cuando a¨²n no se han asumido totalmente las nuevas leyes antialcohol y antiobesidad. Los controles policiales de obesidad con b¨¢sculas en la calle y multas por cada kilo de m¨¢s, seg¨²n las tablas de relaci¨®n estatura-peso, siguen siendo muy impopulares. El coronel Mengelet hojea en estos momentos el desolador informe sobre los ¨²ltimos excesos navide?os en Madrid, ciudad piloto de todos los proyectos saludables.
La obesidad detectada en los controles ha aumentado este a?o un 7% (2.523 kilos), y las denuncias por posesi¨®n de tabaco y alcohol se han duplicado. Del 20 de diciembre al 6 de enero, los agentes de la PSE clausuraron 17 establecimientos, bares y cafeter¨ªas, en los que se serv¨ªa caf¨¦ sin descafeinar, a veces con leche entera. En otros siete locales, tambi¨¦n cerrados y cuyos propietarios pasaron a disposici¨®n judicial, se detect¨® la venta y el consumo de cerveza con alcohol. Como dato positivo, el coronel subraya la desarticulaci¨®n de una red internacional de traficantes de colesterol a los que se les incaut¨® un alijo de 1500 kilos de embutido, elaborado en Hungr¨ªa con las denominaciones de jam¨®n ib¨¦rico, chorizo de Cantimpalos y salchich¨®n de Vic.
No todo est¨¢ tan mal, el coronel cierra el informe y abre la pantalla del ordenador donde residen, a¨²n en embri¨®n, esperando que les fecunde con su ingenio, nuevos proyectos. La normativa con rango de decreto sobre la prohibici¨®n de comerse las u?as est¨¢ casi ultimada y ser¨¢ aprobada sin grandes problemas, todo el mundo est¨¢ de acuerdo en que se trata de una costumbre poco higi¨¦nica, antiest¨¦tica e improductiva, que debe ser desterrada. El tema del collar¨ªn sanitario obligatorio que cambia de color seg¨²n el estado de salud del usuario, seguramente tambi¨¦n saldr¨¢ adelante, gracias al apoyo de la todopoderosa FEH, Federaci¨®n Espa?ola de Hipocondriacos, que cuenta con dos millones de afiliados. Para su plan-estrella el camino es m¨¢s arduo, la prohibici¨®n del chupete a¨²n est¨¢ en pa?ales, pero hay que atajar los males de ra¨ªz y el chupete es la ra¨ªz de todas las adicciones.
Reafirmado una vez m¨¢s en sus principios, Mengelet se toma un respiro y contempla desde su atalaya a los felices y saludables ciudadanos que, convenientemente protegidos por sus m¨¢scaras obligatorias, pasan por la Puerta del Sol, envueltos en un humo que no es de tabaco, ni de vicio, sino de progreso.
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