El juguete
Diario de la Tercera Guerra Mundial. Enero del 2006. ?ltimamente, el ¨²nico pol¨ªtico que ha conseguido arrancarme una carcajada ha sido de izquierdas, ni m¨¢s ni menos que Hugo Ch¨¢vez, cantando aquello de Son tus perj¨²menes mujer, insinuando la victoria de la candidata a la presidencia de Chile, Michelle Bachelet. Nunca viene mal re¨ªrse un poco. La justificaci¨®n de un portavoz norteamericano, despu¨¦s de arrasar sus fuerzas un pueblo pakistan¨ª para matar a un solo hombre que no estaba all¨ª ("Am¨¦rica comprende la ira del pueblo paquistan¨ª, pero har¨¢ lo que sea por acabar con Al Qaeda"), me puso los pelos de punta, as¨ª que las payasadas de Ch¨¢vez son de agradecer.
Me entra la risa porque, mientras la guerra se desarrolla, se descubre que los nacionalismos fueron siempre de derechas y parecieron de izquierdas cuando los justific¨® un supranacionalismo autoritario, un hallazgo importante en estos tiempos que corren. Y, por otro lado, no tengo m¨¢s remedio que re¨ªrme porque en un mundo de bloques me siento como un cubo de Rubik con los colores desordenados. Cada movimiento en el cubo, en la aldea supuestamente global, l¨ªa cada vez m¨¢s el resultado, y no se puede pretender conseguir cada una de las caras de un color uniforme.
En efecto, mi comprensi¨®n pol¨ªtica no ha logrado desentra?ar el misterio de la esfera, y se ha quedado en el primitivismo del cubo, o acaso no ve la globalizaci¨®n de la paz por ninguna parte.
Por lo tanto, considero que el mundo -en el fondo- no es redondo, como se dec¨ªa hasta ahora, sino c¨²bico. Y adem¨¢s, tiene muchos colores diferentes en cada una de sus caras. Las sucesivas vueltas de tuerca han enredado sin remedio el camino hacia la armon¨ªa crom¨¢tica, y la impaciencia por llegar a un resultado no ha hecho sino embrollar el hilo del encadenamiento de operaciones y circunstancias necesarias para resolver los conflictos.
Este cubo, por otro lado, est¨¢ muy deteriorado por el maltrato. Los mecanismos que lo hac¨ªan girar se han oxidado y los pensadores intentan como pueden que las combinaciones de colores, si no uniformes, por lo menos queden conjuntadas. As¨ª pues, no ser¨ªa l¨ªcito hablar de globalizaci¨®n, sino de cubizaci¨®n Desgraciadamente, el modelo para completar las caras del cubo tiene variables, y eso es lo que ha provocado el advenimiento de la Tercera Guerra.
Como los Estados Unidos no saben recomponer el cubo, han decidido despegar los cuadraditos de colores para volver a pegarlos uno a uno sin efectuar las operaciones necesarias para que el cubo se complete naturalmente. Es trampa, y adem¨¢s se nota que el juguete ha sido manipulado.
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