Odio y miseria en Fort Libert¨¦
A pesar del clima de violencia, los soldados espa?oles creen que deben continuar su misi¨®n de ayuda en Hait¨ª
Desde arriba, aparte del mar, el color naranja oxidado de los tejados de Fort Libert¨¦ destaca sobre lo dem¨¢s. Tambi¨¦n se ve la plaza de la iglesia, en donde cada domingo tiene lugar el gran acontecimiento social: los cascos azules espa?oles proyectan una pel¨ªcula. "Les fascina, viene toda la familia. Esta semana pusimos El hada novata, para calmar un poco los ¨¢nimos", dice Paco, sonriente, ajust¨¢ndose su uniforme.
Si estuvieron alguna vez inquietos, no se nota. Se respira una gran calma en la Base Cervantes de Fort Libert¨¦, al norte de Hait¨ª, donde viven y trabajan 200 militares espa?oles. El martes pasaron la prueba de fuego. Tocaba patrulla en la frontera y no hubo ning¨²n incidente. Pero a menudo, la miseria de este trozo del Caribe y el odio entre haitianos y dominicanos se convierten en violencia, como la semana pasada en la localidad fronteriza de Ouanaminthe (Juana M¨¦ndez, en espa?ol). Y a los cascos azules espa?oles les pill¨® en medio.
El jueves pasado, el plan era repatriar los cad¨¢veres de 25 haitianos que murieron asfixiados en un cami¨®n al intentar pasar la frontera. Sus cuerpos se trasladaban hacia Ouanaminthe para ser enterrados, escoltados por un grupo de militares espa?oles junto a otros efectivos de la misi¨®n de la ONU y la polic¨ªa haitiana. Cuando el cami¨®n empez¨® a descargar los cad¨¢veres, se desat¨® la violencia. Cientos de personas lanzaron una lluvia de piedras que deriv¨® en tiros, c¨®cteles molotov y barricadas. Se decidi¨® que el veh¨ªculo volviera a Rep¨²blica Dominicana. Al ver que la llamada a la calma por los altavoces no serv¨ªa de nada, los soldados dispararon al aire.
Al menos dos haitianos murieron por impacto de bala. "Todos mis soldados dispararon al aire. No hubo balas perdidas espa?olas, lo que s¨ª hubo fue disparos de otra gente armada", sentencia el coronel Andr¨¦s F. Gacio, comandante del batall¨®n espa?ol de Infanter¨ªa de Marina. "En este pa¨ªs se saca el arma con mucha facilidad", dice un soldado que particip¨® en la refriega.
Unos 800.000 haitianos trabajan en Rep¨²blica Dominicana cortando ca?a de az¨²car o cementando casas, casi todos sin papeles. "Siempre tuvimos sirvientes haitianos en mi casa, pero ya mi abuela me dec¨ªa que nunca se les dejaba solos con los ni?os. No son de fiar", conf¨ªa una secretaria de Santo Domingo. "Los dominicanos nos guardan rencor porque los gobernamos en el pasado, y pueden ser muy malos con nosotros", explica un profesor de una escuela en Hait¨ª.
Los dos pueblos comparten isla, pero sus relaciones siempre han sido tensas. En su ¨²ltima visita oficial a Hait¨ª, el presidente dominicano tuvo que ser evacuado en helic¨®ptero porque la gente se le echaba encima. Gente que ha escuchado en la radio que un compatriota suyo ha sido quemado vivo en una plantaci¨®n o que un pu?ado de emigrantes ilegales van a ser deportados.
"En Ouanaminthe desahogaron su c¨®lera por c¨®mo se iba a enterrar a los suyos, pero no fue contra los espa?oles, se hubieran peleado tambi¨¦n con los marines si hubieran estado all¨ª", dice Colette Lespinasse, coordinadora del Grupo de Apoyo para Refugiados y Repatriados. El contingente espa?ol forma parte de la Misi¨®n de la ONU para la Estabilizaci¨®n de Hait¨ª, cuya tarea es ayudar a la poblaci¨®n a recuperar su seguridad y sus derechos. Hait¨ª, el pa¨ªs m¨¢s pobre de Am¨¦rica y uno de los m¨¢s armados, intenta a trompicones volver a la democracia tras el exilio forzado de su ex presidente, Jean Bertrand Aristide, en 2004.
Alrededor del hotel y del antiguo edificio de aduanas convertido en campamento militar no hay ni una carretera asfaltada. Los del pueblo acarrean cubos de agua para lavarse y beber, y sue?an con tener electricidad. Los pocos que trabajan venden carb¨®n o pescan, y sacan un euro al d¨ªa. La cafeter¨ªa de la base es un oasis de abundancia.
Los que se fuman el pitillo no hablan de la trifulca. "Eso ya pas¨®", dicen m¨¢s bien aburridos. Tambi¨¦n les queda muy lejos el caos de la capital, Puerto Pr¨ªncipe, donde dos soldados jordanos acaban de morir por disparos de bandas locales. Aqu¨ª, a 200 kil¨®metros, el d¨ªa a d¨ªa marca otros temas. Se?alan una foto en la pared de Willy, un chaval de 5 a?os con un ojo hinchado cual pelota de tenis. "Reunimos en un solo d¨ªa los 15.000 gourdes (400 d¨®lares) para operarle el glaucoma, el mi¨¦rcoles lo llevan al hospital", dice orgulloso un soldado.
El capit¨¢n m¨¦dico Juan Plaza tuvo mucho que ver. De vez en cuando monta un ambulatorio de campa?a donde ha examinado a medio pueblo. "Lo de Ouanaminthe fue una decepci¨®n, pero luego viene una ni?a enferma y te coge de la mano, ?qu¨¦ vas a hacer? Pues continuar".
El soldado Alba vigila un aterrizaje de helic¨®ptero rodeado de ni?os de piel chocolate. Al acabar, se dirige al m¨¢s alto del grupo y le pregunta: "Pisha, ?qu¨¦ hay para comer?". "Papas con chocos", le responde con acento andaluz, y todos los peque?os se echan a re¨ªr. Es la broma del d¨ªa. "Hacen con nosotros lo que quieren", exclama Jos¨¦ Aranda. Cuando pueden, piden a sus familias en Espa?a que manden zapatos o ropa para regal¨¢rsela.
"Han disminuido los robos. Est¨¢n contentos con nosotros, aqu¨ª hay mucha miseria", resume el cabo Del Pozo, a escasos metros del r¨ªo Masacre, cuyo nombre recuerda la matanza de 20.000 inmigrantes haitianos, en 1937, por orden del dictador dominicano Trujillo. El contingente regresar¨¢ a Espa?a en marzo, tras ayudar a organizar las elecciones, y el Gobierno espa?ol decidir¨¢ si reemplazarlos o acabar con la misi¨®n. Los ni?os de Fort Libert¨¦ los echar¨¢n de menos.
LOS 'CASCOS AZULES'
- 200 militares espa?oles participan en la misi¨®n de la ONU para estabilizar Hait¨ª tras el exilio forzoso del ex presidente Aristide
- El contingente de Base Cervantes regresar¨¢ a Espa?a en marzo, despu¨¦s de ayudar a organizar las elecciones
- No se han registrado nuevos incidentes en la frontera dominicana tras la refriega que dej¨® dos muertos haitianos
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