Falsa apariencia
?Es Batasuna una pieza necesaria para alcanzar la paz en Euskadi, es decir, para acabar con ETA? S¨ª y no. El problema con esta organizaci¨®n pol¨ªtica es que siempre tenemos que utilizar con ella el condicional: si hubiera hecho o si hiciera. Y esa condici¨®n nunca se cumple. Parece obvio que una condena expl¨ªcita por su parte de la violencia etarra, o una exigencia clara y contundente a la organizaci¨®n armada de que declarara un alto el fuego definitivo, ser¨ªan vitales para que finalizara nuestra pesadilla. Si as¨ª lo hiciera, Batasuna ser¨ªa, en efecto, una pieza necesaria para acabar con ETA. Lo sabemos todos, y ellos tambi¨¦n. Pero jam¨¢s han dado ese paso y no parece que est¨¦n dispuestos a darlo. Fundamentan su negativa en la inutilidad de las condenas, o en que los dem¨¢s partidos ya lo han hecho sin que surtiera efecto alguno, con lo que tratan de simular que est¨¢n fuera -como los dem¨¢s partidos- manteniendo una actitud que los sit¨²a inequ¨ªvocamente dentro. Batasuna siempre ha tenido gran capacidad para construirse un limbo que escapa a toda clarificaci¨®n y al ¨¢mbito de las ideas claras y distintas: es sin ser, y cuando hablamos de ella -de la evidencia de sus actos- siempre se encarga de demostrarnos de que estamos hablando de otra cosa. En todo momento ha buscado amparo en la ley y en las argucias legales para diluir su real existencia. Y en esas seguimos.
Ya en el seno mismo de la coalici¨®n abertzale, y en c¨ªrculos conniventes, se oyen voces que califican a ETA de obst¨¢culo para el futuro de la izquierda nacionalista y para lograr los objetivos que aqu¨¦lla dice defender. Si es un obst¨¢culo hoy, y no lo era ayer, lo es porque ha perdido toda capacidad de incidir en la evoluci¨®n de los acontecimientos pol¨ªticos; es decir, lo es porque, sea cual sea su solvencia operativa, es ahora mismo una organizaci¨®n d¨¦bil. El problema para Batasuna reside en que en ning¨²n momento ha contribuido a ese debilitamiento, sino todo lo contrario. Si es la debilidad de ETA el hecho fundamental que nos permite abrigar esperanzas para un final cercano del terror, en ese caso no nos cabe m¨¢s que constatar que Batasuna nada ha hecho para que se diera esa circunstancia, que Batasuna no ha sido una pieza necesaria para acabar con ETA. No pod¨ªa ser de otra forma porque iban en el mismo barco, y la debilidad de los unos conlleva la debilidad de los otros. Lo que ahora pretenden, con su habitual t¨¢ctica de ser sin serlo, no es tanto acabar con ETA como la transubstanciaci¨®n del movimiento. Pero chocan para ello con su propia debilidad.
No soy adivino para saber si Batasuna celebrar¨¢ su acto el d¨ªa 21, tras la prohibici¨®n judicial para llevarlo a cabo. Pese al contratiempo, Otegi asegura que el proceso es irreversible y que lo que vaya a ocurrir el s¨¢bado no va a suponer una r¨¦mora. Lo que no sabemos es si el proceso irreversible del que habla es el mismo que otros deseamos, el del final de ETA. Desde esta ¨²ltima perspectiva, no he entendido muy bien las expectativas que hab¨ªa despertado el congreso del s¨¢bado. Cabe suponer que lo que Batasuna presentara en ¨¦l fuera un lavado de cara, al tiempo que nos ofrec¨ªa una exhibici¨®n de unidad y fuerza, prop¨®sitos ambos de efectos m¨¢s bien internos y escasamente favorables para el objetivo que la mayor¨ªa de los vascos desea. En su proceso de transubstanciaci¨®n del movimiento, el final de ETA es s¨®lo una inc¨®gnita, que se resolver¨¢ quiz¨¢ si su brazo pol¨ªtico logra alcanzar unas condiciones favorables que lo justifiquen y que garanticen a aqu¨¦lla un lugar positivo en la historia de nuestra salvaci¨®n.
Y digo quiz¨¢ porque tampoco est¨¢ claro que ese reforzamiento del protagonismo pol¨ªtico de Batasuna - prop¨®sito principal del prohibido congreso- fuera a ser utilizado por su amo para cerrar airosamente la barraca. Y a falta de esas garant¨ªas, resulta incomprensible la torpeza de que han hecho gala en todo este asunto el Gobierno espa?ol y el partido que lo sustenta. El debilitamiento de ETA es fruto de una serie de factores y agentes que nada tienen que ver con Batasuna. ?sta hoy bien podr¨ªa contribuir a acelerar su final, pero la sociedad vasca y la espa?ola est¨¢n ahora mismo m¨¢s seguras de que no necesitan su concurso para acabar con el monstruo. Es en esa seguridad donde radica la debilidad de Batasuna, como lo muestran los acontecimientos de los ¨²ltimos d¨ªas. Debe concluir que la transubstanciaci¨®n que pretende es un imposible, y que s¨®lo puede salvarse si abandona de una vez su lastre. ?Es capaz de hacerlo?
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