En el bosque azul
El tiempo ha hecho justicia a Georg B¨¹chner (1813-1837). Perseguido por redactar un panfleto, huy¨® a Estrasburgo y despu¨¦s a Suiza, donde muri¨® de tifus a los 24 a?os. Dej¨® tres dramas. El manuscrito del cuarto, Pietro Aretino, probablemente fue destruido por su prometida, que lo crey¨® obsceno. Leoncio y Lena no se estren¨® hasta 1895, y Woyzeck hasta 1913, reivindicado por los expresionistas. Es un drama de luz y de sombras, con escenas que acaban r¨¢pida, abruptamente, como secuencias de cine. Tiene el encanto de lo inconcluso: estaba manuscrito en unos cuadernos, sin corregir, encontrados tres a?os despu¨¦s de la muerte de B¨¹chner. "Es la pieza fundacional de la dramaturgia contempor¨¢nea", dice Nuno Cardoso, director del montaje que se estrena el 29 de enero en el Teatro de La Abad¨ªa. "Quiz¨¢s es bueno que quedara incompleta. El teatro actual debe mucho a los espacios en blanco de Woyzeck".
Una coplera y un ciego introducen la obra y la comentan, cien a?os antes de Brecht (cuando ¨¦ste despert¨®, el distanciamiento ya estaba all¨ª). No aparecen en la mayor¨ªa de los montajes actuales. En la primera escena, su protagonista, soldado raso, afeita nerviosamente a su capit¨¢n: Chaplin la tuvo presente en una secuencia de El gran dictador. En la siguiente queda definido el car¨¢cter de Woyzeck: est¨¢ con su amigo Andr¨¦s, en un bosque solitario, y habla de ruidos extra?os, de cabezas rodando bajo la tierra, de conspiradores, causantes de todos los males del mundo. Es una criatura c¨¢ndida, a un paso de la paranoia, quiz¨¢ por el experimento (dieta estricta de guisantes) al que se somete durante meses para completar su sueldo. Tiene un ni?o, de una mujer que le pone los cuernos con el Tambor Mayor. Va a todas partes corriendo. Robert Wilson usa la carrera de Woyzeck como leitmotiv de su montaje con el Betty Nansen Teatret dan¨¦s: su int¨¦rprete corre entre escena y escena sin moverse del sitio. Para Wilson, el Doctor es un escarabajo doble, reencarnaci¨®n de Tweedledum y Tweedledee, y el campo, un lugar m¨¢gico con una luna varada y un abeto de postal creciendo a ojos vista: los dos soldados parecen mu?ecos de una cajita de m¨²sica, se?alados repentinamente por dos manecillas gigantes. Cuando Woyzeck piensa en matar a Mar¨ªa, su rostro se ti?e de azul, y su mano alzada a la altura de la boca, de rojo. Wilson usa la luz como ¨®leo.
La puesta en escena de Barney Simon, William Kentridge y la Handspring Puppet Company, de la Rep¨²blica Surafricana, est¨¢ en el polo opuesto: es emocionante. Superpone tres planos: el protagonista y su gente son interpretados por mu?ecos de gran tama?o y por manipuladores de raza negra; mu?ecos blancos encarnan al Capit¨¢n, al Doctor y a los de su cala?a, y unos dibujos hechos por Kentridge con un carboncillo, y animados, meten en escena la noche, la naturaleza, el firmamento... y al hijo de Woyzeck caminando afanoso sobre un planeta vac¨ªo. ?Pobre ni?o!
Ante sus alumnos, el Doctor trata de "objetos" a un gato y al propio Woyzeck. A Nuno Cardoso (Canas de Senhorin, Portugal, 1970) le impresiona el proceso de cosificaci¨®n que sufre el personaje: "Al principio, parece al borde de la discapacidad mental. Al final, est¨¢ vac¨ªo. Es una c¨¢scara de nuez", dice. "Esta obra habla de los mecanismos de explotaci¨®n del hombre por el hombre, sobre la crueldad y la muerte. La relaci¨®n de su protagonista con el Capit¨¢n es la que hay entre el Tercer Mundo y el primero. Hemos utilizado analog¨ªas como ¨¦sta, sin hacerlas expl¨ªcitas. Nuestro trabajo es de laboratorio. Los actores son atletas emocionales y el texto, un resultado del choque de voluntades diferentes. Por ejemplo, en la escena entre Woyzeck y el Capit¨¢n, ¨¦ste alude a la traici¨®n de Mar¨ªa, pero no se la desvela: juega con ¨¦l. En los ensayos, desarrollamos ese juego como un partido de f¨²tbol, con todo el cuerpo, con toda la emoci¨®n. Trabajamos todos juntos: actores, m¨²sico, iluminador... De las improvisaciones surge la puesta en escena. No de un cuaderno de direcci¨®n".
En 1986, al entrar en la Comunidad Europea, Canas, pueblo natal de Cardoso, sufri¨® una reconversi¨®n sider¨²rgica brutal. "Las dos grandes empresas de las que viv¨ªamos desaparecieron. Las personas no fueron tenidas en cuenta: pasaron a engrosar la estad¨ªstica". De ah¨ª viene el compromiso de sus espect¨¢culos.
Woyzeck. Madrid. Teatro de La Abad¨ªa. Del 26 al 29 de enero.
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