Identidad brit¨¢nica
La bandera colgaba, fl¨¢cida, de su poste, mientras Gordon Brown hablaba sobre la necesidad de reafirmar la identidad brit¨¢nica en la conferencia anual de la Sociedad Fabiana de Londres, a principios de este mes. A algunas personas, incluido yo, nos result¨® desconcertante que la Union Jack ondeara de forma tan destacada, en solitario esplendor, durante una reuni¨®n de gentes de centro-izquierda. Es de esperar que la vieja bandera imperial est¨¦ a la vista de todos en un desfile del ej¨¦rcito de reservistas o una visita real al Instituto de la Mujer; pero ?en un encuentro de hombres y mujeres de centro-izquierda, en busca de una identidad brit¨¢nica para el siglo XXI?
La bandera que presid¨ªa el escenario del Imperial College de Londres, de aspecto inmaculado y muy oficial (la examin¨¦ de cerca), era un pr¨¦stamo y una sugerencia del Tesoro de Su Majestad, y su fin era ilustrar el discurso del ministro de Hacienda. Al proponer un nuevo patriotismo brit¨¢nico, Gordon Brown pregunt¨®: "?Y qu¨¦ tenemos nosotros que equivalga al simbolismo nacional de una bandera en cada jard¨ªn?". Como tantas veces, estaba pensando en Estados Unidos, donde son muchas las casas particulares que exhiben de forma espont¨¢nea la bandera de las barras y estrellas. El que seguramente ser¨¢ nuestro pr¨®ximo primer ministro a?adi¨® otro argumento: "Cuando la gente de centro-izquierda rechaz¨® los s¨ªmbolos nacionales, el Partido Nacional Brit¨¢nico
Existen s¨®lidos motivos hist¨®ricos para mi rechazo a que la Union Jack presida una conferencia dedicada a redefinir la identidad brit¨¢nica
Desde luego, no podemos ceder la bandera nacional brit¨¢nica a la derecha nacionalista, debemos "convertirla en algo nuevo", como dice Brown
Todo el mundo conoce ese trozo de tela con cruces rojas, blancas y azules. Ha servido para hacer el bien tanto como para el mal; desecharla dividir¨ªa al pa¨ªs
trat¨® de quedarse con la Union Jack... Nuestra reacci¨®n deber¨ªa ser... decir que la bandera de la uni¨®n es la bandera de Gran Breta?a, no del PNB". Y concluy¨®: "Debemos proclamar que la bandera de la uni¨®n es, por definici¨®n, una bandera de tolerancia e inclusi¨®n".
En un plano intelectual, comprendo su argumento. No podemos ceder la bandera nacional brit¨¢nica a la derecha nacionalista, debemos "convertirla en algo nuevo". Pero, desde un punto de vista emocional, no puedo sumarme. Amo a mi pa¨ªs, pero la Union Jack me deja fr¨ªo. Est¨¢ demasiado asociada a los aspectos m¨¢s anticuados, prosopop¨¦yicos y chauvinistas de Gran Breta?a. Por muy pr¨ªstina que sea, conserva el vago aroma de cerveza rancia en un casino de pueblo, una lloviznosa tarde de lunes. Los vergonzosos intentos de volver a impulsar la imagen de marca de la cool Britannia, con la Spice Girl Geri Haliwell cubierta por la Union Jack, me dejaron indiferente. ?Y la atleta negra brit¨¢nica Kelly Holmes, que tambi¨¦n se envolvi¨® en la bandera despu¨¦s de sus dos medallas de oro en los Juegos Ol¨ªmpicos? Es verdad que aquello s¨ª dio escalofr¨ªos. Pero es la excepci¨®n que prueba la regla.
?Ser¨¢ quiz¨¢ que algunos de nosotros no somos susceptibles a las banderas? Cuando se dice que alguien "enarbola una bandera", suele tener un sentido peyorativo, y es por algo: a menudo va acompa?ado de muertes. Pero no s¨®lo, y no siempre. Me emocion¨® profundamente el mar de banderas -naranjas, ucranias, polacas, europeas- que ondeaban los manifestantes en la plaza de la Independencia de Kiev durante la Revoluci¨®n Naranja, que fue totalmente pac¨ªfica. Tambi¨¦n me conmovi¨® ver c¨®mo en Estados Unidos, los ciudadanos de a pie sacaron sus barras y estrellas en respuesta a los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. (Lo cual no quer¨ªa decir entonces, ni quiere decir ahora, que apoyaran la invasi¨®n de Irak, pese a que el Gobierno de Bush aprovech¨® aquella emoci¨®n patri¨®tica con ese objetivo).
La cruz de San Jorge
Cada vez que vuelvo a Heathrow de un viaje al extranjero y, en ruta a trav¨¦s del campo, veo la sencilla cruz roja sobre fondo blanco que constituye la bandera de San Jorge, izada sobre una granja entre los ¨¢rboles, mi coraz¨®n da un peque?o vuelco. S¨ª, ya s¨¦ que el granjero que muestra esa bandera seguramente es un furioso euroesc¨¦ptico o, incluso, un partidario del PNB, pero no reacciono con la cabeza, sino con el coraz¨®n. El coraz¨®n tiene motivos que la raz¨®n desconoce.
Sin embargo, existen s¨®lidos motivos hist¨®ricos para mi rechazo a que la Union Jack presida en solitario una conferencia dedicada a redefinir la identidad brit¨¢nica. Si se repasa la historia de la bandera, se ve que ha estado ¨ªntimamente unida a la monarqu¨ªa, el ej¨¦rcito, el imperio, la identidad blanca y los prejuicios contra la Europa continental. Decir que no es m¨¢s que un "delantal de carnicero", como hizo un apasionado nacionalista escoc¨¦s, es claramente injusto. Pero no cabe duda de que representa una versi¨®n de lo brit¨¢nico construida -como han estudiado la historiadora Linda Colley y otros- a base de concebir a los europeos continentales (sobre todo, los franceses) y a los pueblos colonizados de ?frica y Asia como los Otros cuya existencia nos define.
Paul Gilroy ha popularizado la frase "no hay ning¨²n negro en la Union Jack". He intentado encontrar un equivalente para los europeos continentales, tambi¨¦n excluidos de la bandera, y se me ha ocurrido que "no hay ning¨²n Jacques en la Union Jack". Pero resulta que no es del todo cierto. Una de las etimolog¨ªas posibles de la palabra Jack dentro del nombre de la ense?a deriva de c¨®mo firmaba el padre original de la bandera de la uni¨®n, el rey Jacobo VI de Escocia y I de Inglaterra: Jacques. (El Oxford English Dictionary dice que es una etimolog¨ªa poco cre¨ªble, aunque s¨ª la considera digna de menci¨®n). Sin embargo, en los 400 a?os transcurridos desde que se present¨® la primera versi¨®n de la Union Jack -que entonces s¨®lo consist¨ªa en una combinaci¨®n de la cruz escocesa y la inglesa-, en 1606, en Gran Breta?a siempre se ha considerado que representaba lo contrario de todo lo relacionado con cualquier maldito Jacques del continente. Sobre todo, si el Jacques en cuesti¨®n se apellida Chirac.
Contenido positivo
Entonces, ?deber¨ªamos desechar los brit¨¢nicos nuestra bandera nacional y dise?ar una nueva, como ha hecho el British Council con su logotipo? Eso ser¨ªa rid¨ªculo. El mundo entero conoce ese trozo de tela con cruces rojas, blancas y azules. Ha servido para hacer el bien tanto como para hacer el mal. Desecharla dividir¨ªa al pa¨ªs. No; como propone Gordon Brown, debemos hacer todo lo posible para llenarla de contenido positivo, tolerante e integrador. Pero adem¨¢s debemos hacer otra cosa.
La clave para que sobrevivan las libertades en el mundo actual es asumir m¨²ltiples identidades. Una de las cualidades caracter¨ªsticas de la identidad brit¨¢nica es que ejemplifica, e incluso necesita, esas m¨²ltiples identidades. Todo brit¨¢nico es al mismo tiempo algo m¨¢s. Yo soy tambi¨¦n ingl¨¦s, Gordon Brown es adem¨¢s escoc¨¦s, el famoso periodista de la BBC John Humphrys es adem¨¢s gal¨¦s, la atleta Kelly Holmes es brit¨¢nica de origen jamaicano, sir Iqbal Sacranie es brit¨¢nico y musulm¨¢n, y as¨ª sucesivamente. Gran Breta?a es una cosa peculiar, te¨®ricamente imposible y confusa en la pr¨¢ctica, pero magn¨ªfica: una naci¨®n de cuatro naciones. A la que se han a?adido muchas m¨¢s etnias y culturas. Como suger¨ªamos al presentar la candidatura de Londres para 2012, somos pioneros mundiales en hacer compatibles distintas identidades.
No creo que un uso m¨¢s extendido de la Union Jack suscite m¨¢s solidaridad nacional entre los brit¨¢nicos. Desde luego, nunca ser¨¢ para nosotros lo que las barras y estrellas son para los estadounidenses. Pero, si queremos reforzar nuestra identidad nacional mediante un trozo de tela en un poste, ?por qu¨¦ no tener, en vez de uno, muchos? Junto a la Union Jack, debemos izar nuestras banderas locales: la de la ciudad, la de la escuela, el equipo, el club, la universidad, tal vez el condado o la regi¨®n. Y la bandera de San Jorge, si somos ingleses, o el Saltire (la cruz de San Andr¨¦s) si somos escoceses, o el drag¨®n de Gales, o la cruz de San Patricio. Y, si nos apetece, la bandera europea. ?sta suele ondear junto a la bandera nacional en casi todos los dem¨¢s pa¨ªses de Europa. ?Por qu¨¦ no aqu¨ª? ?Y por qu¨¦ no a?adir la bandera de la ONU, ya que estamos? ?Les parecen demasiadas? Por supuesto. Cada uno tiene que elegir con cuidado dos o tres. Para expresar qui¨¦nes somos hoy los brit¨¢nicos, debemos exhibir m¨¢s banderas o no exhibir ninguna.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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