'Cowboys' diferentes
'Brokeback mountain', la pel¨ªcula de Ang Lee sobre dos vaqueros gays, est¨¢ logrando gran impacto en todo el mundo. Reci¨¦n estrenada en Espa?a, la autora del cuento en que se basa la cinta nos habla de la destructiva homofobia rural y de c¨®mo cre¨® la historia y los personajes.
'Brokeback mountain', la pel¨ªcula de Ang Lee sobre dos vaqueros gays, est¨¢ logrando gran impacto en todo el mundo. Reci¨¦n estrenada en Espa?a, la autora del cuento en que se basa la cinta nos habla de la destructiva homofobia rural y de c¨®mo cre¨® la historia y los personajes.
O¨ª a la vieja due?a de un bar-cafeter¨ªa que despotricaba indignada porque dos "maricas" hab¨ªan entrado una noche a cenar
Cuando Ennis se mece con Jack, se mezcla la p¨¦rdida de la infancia y su negativa a reconocer que abraza a un hombre
Hay muchos detalles que dan autenticidad a la pel¨ªcula, como las u?as sucias de Ennis en una escena amorosa
En alg¨²n momento a principios de 1997, la historia tom¨® forma. Una noche en un bar al norte de Wyoming vi a un viejo pe¨®n de rancho, que deb¨ªa de tener casi 70 a?os, que, evidentemente, no disfrutaba de una vida lujosa. Aunque se hab¨ªa arreglado para la noche del viernes, la ropa que llevaba era algo andrajosa y sus botas estaban viejas y manchadas. Le hab¨ªa visto por ah¨ª trabajando con vacas y ovejas, a las ¨®rdenes de un capataz de rancho. Era delgado y enjuto, de musculatura fibrosa. Estaba apoyado contra la pared del fondo del bar y ten¨ªa la mirada fija, no en las docenas de hermosas y llamativas mujeres que hab¨ªa en el lugar, sino en los j¨®venes vaqueros que jugaban al billar. A lo mejor estaba siguiendo la partida, o conoc¨ªa a los jugadores, o uno de ellos era hijo o sobrino suyo; pero hab¨ªa algo en su expresi¨®n, una especie de amargo anhelo, que hizo que me preguntara si ser¨ªa un gay de campo. Luego empec¨¦ a pensar en c¨®mo habr¨ªa sido su vida, no la de la persona real que hab¨ªa apoyada en la pared, sino la de cualquier joven mal informado, confundido, que no acaba de entender sus sentimientos mientras crece en el hom¨®fobo entorno del Wyoming rural. Unas semanas m¨¢s tarde o¨ª los crueles comentarios de la vieja due?a de un bar-cafeter¨ªa que despotricaba indignada porque dos "maricas" hab¨ªan entrado la noche anterior a cenar. Dijo que si los clientes habituales del bar hubieran estado all¨ª (era la noche del torneo de dardos), la cosa habr¨ªa acabado mal. Brokeback se construy¨® sobre la peque?a pero firme idea de una pareja de chicos que han crecido en el campo, con unas opiniones y una conciencia de s¨ª mismos moldeadas por su entorno, que se ven inmersos en un mar de emociones cada vez m¨¢s profundo. Quer¨ªa desarrollar la historia a trav¨¦s de una especie de sostenente literario.
El principio de los sesenta parec¨ªa el periodo adecuado. Los personajes ten¨ªan que haber crecido en ranchos ¨¢ridos y aislados y ser claramente hom¨®fobos, especialmente el personaje de Ennis. Ambos quer¨ªan ser vaqueros, formar parte del gran mito del Oeste, pero las cosas no salieron como quer¨ªan. Ennis nunca lleg¨® a ser m¨¢s que un rudo pe¨®n de rancho, y Jack Twist eligi¨® el rodeo como expresi¨®n de su esp¨ªritu vaquero. Ninguno de los dos lleg¨® a destacar y se conocieron pastoreando ovejas, animales que la mayor¨ªa de los aut¨¦nticos vaqueros desprecian. Aunque no eran verdaderamente vaqueros (los que trabajan en los ranchos utilizan a menudo la palabra vaquero con sorna), los cr¨ªticos urbanos lo etiquetaron como un cuento sobre dos vaqueros gays. No. Es una historia sobre la destructiva homofobia rural. Aunque hay muchos lugares en Wyoming en los que hombres gays han vivido y siguen viviendo en armon¨ªa con la comunidad, no hay que olvidar que un a?o despu¨¦s de que se publicara este relato, ataron a Mattew Shepert a una cerca de las afueras de la ciudad m¨¢s culta del Estado, Laramie, la sede de la Universidad de Wyoming. Tambi¨¦n hay que pensar que Wyoming tiene la tasa de suicidios m¨¢s alta del pa¨ªs y que entre las personas que se matan predominan los hombres solteros de avanzada edad.
En mi cabeza, el aislamiento y la altura -la ficticia monta?a Brokeback, un lugar tan grandioso como hostil- empezaban a dar forma a la historia. Todo lo que les pasaba a estos dos j¨®venes ten¨ªa que provocarlo la monta?a. He o¨ªdo muchas veces a gente de Wyoming que ha ido al Este por una raz¨®n u otra, hablar sobre lo mucho que a?oraban su entorno natural, las largas distancias que abarca la mirada, el aire puro y sutil, lo claustrof¨®bicos que resultaban los ¨¢rboles y lo muerta que estaba la atm¨®sfera sin el constante movimiento del aire; yo siento lo mismo. Me pareci¨® que la ¨²nica base posible para esta historia era el amor, algo que todos los humanos necesitamos recibir y dar, sea a nuestros hijos, a nuestros padres o a un amante del otro o del mismo sexo. Quer¨ªa explorar el amor duradero y el alto precio que se puede pagar por ¨¦l, el rechazo hom¨®fobo y la no aceptaci¨®n de uno mismo. Sab¨ªa que era una historia cargada de tab¨²es, pero me sent¨ªa empujada a escribirla. Estos personajes hicieron algo que, como escritora, nunca hab¨ªa experimentado antes: empezaron a volverse incre¨ªblemente reales. Suelo trabajar con personajes obedientes que hacen lo que les pido, pero pronto Jack y Ennis parec¨ªan m¨¢s vivos que mucha de la gente de carne y hueso que hab¨ªa a mi alrededor y empez¨® a producirse un di¨¢logo antif¨®nico entre escritor y personaje. He o¨ªdo a otros escritores hablar de esta experiencia, pero era la primera vez que me ocurr¨ªa a m¨ª.
En los meses siguientes, a medida que trabajaba la historia, las escenas aparec¨ªan y desaparec¨ªan (correg¨ª el relato m¨¢s de 60 veces). El encuentro en la monta?a ten¨ªa que ser, podr¨ªamos decir, seminal y breve. Una primavera, a?os antes, estuve en los Big Horns y en la distancia vi reba?os de ovejas sobre las grandes laderas vac¨ªas. Desde las alturas pod¨ªan abarcarse centenares de kil¨®metros. En unas monta?as tan aisladas, alejados de comentarios oprobiosos y de ojos vigilantes, pens¨¦ que ser¨ªa cre¨ªble que se diera una situaci¨®n sexual entre los personajes. No es nada nuevo o extraordinario; la gente que trabaja con el ganado tiene una comprensi¨®n cruda y completa del comportamiento sexual del hombre y la bestia. Una situaci¨®n de soledad en las alturas, un par de tipos, a veces se impone el sentido pr¨¢ctico, nadie tiene por qu¨¦ hablar de ello y as¨ª son las cosas. Un viejo ranchero de ovejas, ya muerto, dec¨ªa que siempre mandaba a dos hombres a cuidar de las ovejas: "As¨ª, si se sienten solos, se pueden joder el uno al otro". Visto as¨ª, Aguirre, el hombre que los contrat¨®, podr¨ªa haber gui?ado el ojo y no haber dicho nada y el comentario de Ennis a Jack de que aquello no iba a repetirse podr¨ªa haber sido cierto. El factor que lo complica todo es que entre ellos surgi¨® un amor de los que se dan una vez en la vida. Me esforc¨¦ en darle profundidad y complejidad a Jack y Ennis y en reflejar la vida real al enfrentar ese amor a las normas sociales que ambos hombres obedec¨ªan. Ambos se casan y son padres, aman a sus hijos y, en cierto modo, a sus mujeres.
Muchos gays se casan y tienen hijos y son buenos padres. Como es una historia rural, la familia y los hijos son importantes. La mayor¨ªa de las historias (y muchas pel¨ªculas) que he visto sobre relaciones gays tienen lugar en escenarios urbanos y nunca hay ni?os en ellas. A los gays de pueblo que conozco les gustan los ni?os y, si no tienen hijos propios, suelen tener sobrinos y sobrinas que ocupan un espacio muy grande en sus corazones. El hecho de que ambos personajes se casen con mujeres ampl¨ªa la historia e introduce a dos j¨®venes esposas que, desde su inocencia y feliz confianza, van a recibir unas lecciones verdaderamente duras sobre la vida. Alma y Lureen le dan al relato una dimensi¨®n universal, pues los hombres y las mujeres se necesitan, a veces de forma inusual.
?ste fue un relato dif¨ªcil de escribir. A veces me llev¨® semanas encontrar la frase o la descripci¨®n adecuada para algunos personajes concretos. Recuerdo con gran nitidez estar conduciendo una tarde por la carretera Owl Canyon de Colorado, por la frontera sur del Estado, mientras pensaba en el padre de Jack Twist. La expresi¨®n stud duck, que hab¨ªa o¨ªdo en alguna parte referida al t¨ªpico macho dominante, me vino como la mejor forma de describir concisamente a aquel hombrecillo duro. La escena del beso que se dan Jack y Ennis cuando vuelven a verse despu¨¦s de cuatro a?os se me ocurri¨® mientras conduc¨ªa frente a la f¨¢brica de cemento de Laramie. De hecho, escrib¨ª la mayor parte del relato mientras conduc¨ªa. La escena m¨¢s dif¨ªcil fue el p¨¢rrafo en el que, estando en la monta?a, Ennis abraza a Jack y se mece con ¨¦l mientras canturrea, un momento en el que se mezcla la p¨¦rdida de la infancia y su negativa a reconocer que tiene a un hombre entre sus brazos. Tard¨¦ una eternidad en escribir este p¨¢rrafo exactamente como quer¨ªa, y puse incontables veces la canci¨®n Spiritual, del disco de Charlie Haden y Pat Metheny Beyond the Missouri sky (Short stories), tratando de dar con las palabras adecuadas. Estaba intentando describir los incipientes sentimientos de Jack y Ennis, la triste imposibilidad de su relaci¨®n, que para m¨ª hallaba su expresi¨®n en esa m¨²sica. Hasta hoy soy incapaz de escuchar esa canci¨®n sin que Jack y Ennis aparezcan ante mis ojos. Los retazos con los que se construye una historia provienen de muchos armarios.
Yo era una escritora que se estaba haciendo mayor, que se hab¨ªa casado demasiadas veces y, aunque ten¨ªa algunos amigos gays, hab¨ªa ciertas cosas sobre las que ten¨ªa dudas. Habl¨¦ con un ranchero de ovejas para asegurarme de que era hist¨®ricamente correcto que un par de chicos de rancho blancos cuidaran reba?os a principios de los sesenta. En aquellos a?os, los trabajos escaseaban en Wyoming y hasta se contrataba a parejas casadas con hijos para pastorear ovejas. Uno de mis m¨¢s viejos amigos, Tom Watkin, con quien una vez publiqu¨¦ un peri¨®dico de pueblo, estuvo leyendo y comentando el relato a medida que lo escrib¨ªa. Yo pensaba demasiado en esta historia. Se supon¨ªa que era Ennis quien so?aba con Jack, pero yo so?aba con ambos. A¨²n no me hab¨ªa distanciado del relato cuando se public¨® en The New Yorker el 13 de octubre de 1997. Esperaba recibir cartas escandalizadas de personajes religiosos o moralistas, pero en lugar de eso las recib¨ª de hombres, bastantes de los cuales eran peones de rancho de Wyoming y vaqueros y padres que dec¨ªan: "Has contado mi historia" o "ahora entiendo lo que ha tenido que pasar mi hijo". A¨²n hoy, ocho a?os despu¨¦s, recibo esas desgarradoras cartas.
Cuando recib¨ª la propuesta de Diana Ossana y Larry McMurtry de intentar hacer una pel¨ªcula a partir del relato con dinero de su propio bolsillo -algo ins¨®lito entre guionistas- me asaltaron inmediatamente las dudas. Sencillamente, no cre¨ªa que este relato pudiera ser una pel¨ªcula: era demasiado expl¨ªcito sexualmente para lo que se supone que son los gustos del p¨²blico en general; el tema de la homofobia era peliagudo, a menos que se eludiera cautelosamente, y, dada la reticencia de los actores de Hollywood para interpretar a un hombre gay (aunque muchos gays hayan interpretado a heteros de manera brillante), lo m¨¢s probable es que fuera dif¨ªcil encontrar un buen reparto, por no hablar de un director. Fue s¨®lo mi confianza en las habilidades literarias de Larry y Diana, en su experiencia en el cine y en especial en el incomparable conocimiento que Larry tiene de las costumbres y el lenguaje del Oeste lo que hizo que firmara el contrato.
No tardaron mucho tiempo. A los pocos meses pude leer el poderoso gui¨®n que hab¨ªan escrito. Un gui¨®n basado en el relato, pero que lo enriquec¨ªa, que a?ad¨ªa nueva carne a sus largos huesos; elaboraba los personajes, introduc¨ªa un poco de humor, as¨ª como nuevos personajes que empujaban la historia sobre sus firmes v¨ªas. S¨ª, el gui¨®n era hermoso, pero mi preocupaci¨®n continuaba. ?Qu¨¦ productores estar¨ªan interesados en una historia sobre peones de rancho gays en Wyoming? ?Qu¨¦ actores tendr¨ªan el valor de hacer esto? ?Qu¨¦ director asumir¨ªa el riesgo? ?Hasta qu¨¦ punto despedazar¨ªan el gui¨®n? Sin duda, el paisaje liberador pero hostil se perder¨ªa por completo, y con ¨¦l, el mism¨ªsimo fundamento de la historia. Pensaba que la pel¨ªcula se iba a quedar en el gui¨®n.
Los guionistas casi siempre realizan adaptaciones de novelas al cine, por lo que inevitablemente extirpan o comprimen grandes trozos, encorsetan los argumentos y transforman los di¨¢logos en frases televisivas. Esto era distinto. Larry y Diana trabajaban sobre un relato que llegaba con un s¨®lido armaz¨®n. Pero faltaba material. Yo escribo en un estilo ajustado, comprimido, que necesita respirar y soltarse para convertirse en arte. Tuvieron que inventar, agrandar e imaginar. Fue una verdadera colaboraci¨®n. Empec¨¦ a preguntarme por qu¨¦ la gente del cine no prefer¨ªa los relatos a las novelas, pues ¨¦stos ofrecen la oportunidad de un trabajo creativo.
En los a?os siguientes, diversos productores y directores aparecieron en el horizonte, pero hubo problemas con todos ellos. A Larry le gustaba un interesante cineasta joven que hab¨ªa dirigido un cortometraje original y divertido. Conoc¨ª a este chico en Tucson y me cay¨® bien, esper¨¦ que pudiera entender el lugar y los personajes. Acordamos volver a vernos en Wyoming para que conociera el terreno y posibles localizaciones para escenas. Vino con fot¨®grafo, asesor, responsable de localizaciones y otras personas. Aquella reuni¨®n se convirti¨® en algo que recuerdo como un viaje de muerte a Wyoming.
Desde el principio, all¨ª donde miraran estos chicos de ciudad de tiernos corazones hab¨ªa un animal muerto. Primero fueron ciervos junto a la carretera, luego conejos aplastados en el asfalto. Paramos en el campamento base de un pastor de ovejas. Hab¨ªa salido con las ovejas, pero, como era primavera, hab¨ªa un redil improvisado donde guardaba algunas docenas de corderos hu¨¦rfanos. Uno de los miembros del equipo divis¨® un cordero muerto junto a la valla y se puso hist¨¦rico. Decidi¨® (err¨®neamente) que los corderos se estaban muriendo de hambre, y, como era un hombre de acci¨®n, estuvo rebuscando hasta encontrar una bolsa de comida, llen¨® un cazo con ella y la meti¨® en el redil. Keith, el trabajador del rancho que nos estaba ense?ando el lugar, palideci¨®. Propuse que dej¨¢ramos a los corderos, con la esperanza de que el pastor al que pagaban para cuidarlos no nos persiguiera con un machete. Fuimos a una casa desocupada que podr¨ªa haber sido la morada de Ennis y Alma. Pero en cuanto entramos, ah¨ª, al pie de una larga cortina que llegaba al suelo, yac¨ªa un rat¨®n muerto. Acabamos el d¨ªa en un solitario rancho junto a Ucross llamado "el viejo rancho de Childress". Llevaba a?os vac¨ªo, y el hueco que hab¨ªa bajo la casa era un refugio de serpientes de cascabel; el interior era la guarida de otros animales en busca de cobijo. Examinamos una polvorienta habitaci¨®n que ten¨ªa un agujero en el techo por donde alguna vez hab¨ªa salido la chimenea de la estufa. La gente de Los ?ngeles contuvo al un¨ªsono la respiraci¨®n, pues en el suelo estaban los resecos restos de un conejo que alg¨²n b¨²ho hab¨ªa abandonado.
Fue suficiente. Aquellos urbanitas no entend¨ªan que en Wyoming hab¨ªa muchos animales y que los animales a veces se mueren. Estaba claro que los animales y los sitios rurales les eran ajenos, tan claro como que no pod¨ªan hacer esta pel¨ªcula. Y pr¨¢cticamente renunci¨¦ por completo a la idea. No iba a llevarse a cabo, porque no hab¨ªa productores o directores que entendieran el Oeste rural, cualquier cosa rural. La historia de siempre.
Mucho tiempo despu¨¦s, Focus Films mostr¨® inter¨¦s. Aquello era esperanzador, pues en una encarnaci¨®n suya anterior llamada Good Machine hab¨ªan llevado The Laramie project al cine con ¨¦xito. Una noche en Denver conoc¨ª a una de las personas que participaron en esa pel¨ªcula y recorrimos la calle buscando el CD Wrong-Eyed Jesus, de Jim White, que por aquel entonces era uno de mis discos favoritos. As¨ª que yo ten¨ªa una buena predisposici¨®n hacia Focus. Propon¨ªan a Ang Lee como director, y yo pens¨¦: ya empezamos. ?Podr¨ªa un director nacido en Taiwan, probablemente un urbanita consumado, que recientemente hab¨ªa adaptado Hulk al cine, entender Wyoming y las fuerzas subterr¨¢neas del lugar? Lo dudaba. Pero la cosa ya estaba en marcha. No sab¨ªa qu¨¦ esperar e intentaba no pensar en ello.
En una visita a Nueva York tuve un breve encuentro con James Schamus y Ang Lee en un club funky en pleno centro. Me pon¨ªa nerviosa conocer a Ang Lee, a pesar de su reputaci¨®n de brillante y muy h¨¢bil. ?Tendr¨ªamos algo que decirnos? ?Podr¨ªamos superar la distancia cultural? Sonre¨ªmos y charlamos un rato sobre temas intrascendentes, y luego algo de su apacible car¨¢cter me dio confianza y le dije que ten¨ªa mucho miedo con esta historia, que crear historias a veces me llevaba a lugares m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites y que tem¨ªa que la pel¨ªcula no siguiera ese camino. ?l me dijo que tambi¨¦n ten¨ªa miedo, que ser¨ªa extremadamente dif¨ªcil adaptarla al cine. Me dijo que hac¨ªa poco hab¨ªa perdido a su padre. Record¨¦ la muerte de mi madre hac¨ªa algunos a?os y c¨®mo en el mundo se abri¨® un enorme hueco que no hab¨ªa forma de cerrar. Tuve la leve esperanza de que Ang Lee usara su tristeza de forma creativa y transfiriera ese sentimiento personal de p¨¦rdida a una pel¨ªcula que hablaba de dos hombres a quienes las cosas no les pod¨ªan salir bien, que pudiera mostrar la tristeza y la rabia que nos crecen dentro cuando tenemos que aceptar graves heridas emocionales. Sent¨ª que ambos ¨¦ramos conscientes de que la historia era arriesgada y que Lee quer¨ªa aceptarla, probablemente por el reto creativo y tal vez (aunque no lo dijo) por la sobrecogedora euforia que sientes al entrar en proyectos imaginativos desconocidos pero muy exigentes. Por peque?a que fuera, hubo una conexi¨®n positiva.
Despu¨¦s surgieron algunas discrepancias. La escena del motel, que ocurre tras el par¨¦ntesis de cuatro a?os, es crucial en el relato. Durante las pocas horas que pasan en el Motel Siesta se muestran los caminos que van a seguir Jack y Ennis irrevocablemente. En la pel¨ªcula que ya hab¨ªa tomado forma en la cabeza de Ang Lee, era mejor trasladar el raudal de emociones que surg¨ªa en esa escena a un momento posterior y unirlo al doloroso ¨²ltimo encuentro de aquellos hombres. Esto no lo entend¨ª hasta que vi la pel¨ªcula, en septiembre de 2005, y reconoc¨ª la fuerza de esta decisi¨®n narrativa. Aunque siempre hab¨ªa sabido que pel¨ªculas y libros tienen cadencias distintas, formas diferentes, es m¨¢s f¨¢cil comprenderlo en la teor¨ªa que ya en aplicaciones reales. En un momento dado escrib¨ª una carta rogando que recuperaran la escena del motel, que fue totalmente ignorada. Ya no estaba en mis manos, no era mi historia, sino la pel¨ªcula de Ang Lee. As¨ª que me desped¨ª de Jack y Ennis y me dediqu¨¦ a otras cosas.
Antes de que finalmente viera la pel¨ªcula, Larry y Diana ya me hab¨ªan dicho que era muy buena, que el lenguaje quedaba intacto, que los actores estaban espl¨¦ndidos. Pero no estaba preparada para el impacto emocional que recib¨ª cuando la vi. Los personajes regresaron estruendosamente a mi cabeza, m¨¢s grandes y fuertes de lo que jam¨¢s hab¨ªan sido. Ah¨ª estaba el tema que a los escritores no les gusta reconocer: hoy d¨ªa, el cine puede ser m¨¢s intenso que la palabra escrita. Me di cuenta de que si Ang Lee hubiera nacido en Barrow o Novosibirsk, probablemente habr¨ªa dado lo mismo. Lee entiende los sentimientos humanos y no tiene miedo de adentrarse en terreno peligroso.
Me result¨® turbador ver la pel¨ªcula. Sent¨ª que, igual que los antiguos egipcios sacaban el cerebro del cad¨¢ver por las fosas nasales con un fino gancho antes de la momificaci¨®n, el reparto y todo el equipo de la pel¨ªcula, empezando por el director, hab¨ªan entrado en mi mente y extra¨ªdo im¨¢genes. Tuve esa sensaci¨®n especialmente con Heath Ledger, que conoc¨ªa mejor que yo lo que Ennis sent¨ªa y pensaba. Su intimista interpretaci¨®n de ese chico de rancho con una dolorosa necesidad de cari?o crece de una forma tan poderosa que asusta. Resulta escalofriante ver situaciones que has imaginado en la privacidad de tu mente, y has intentado desesperadamente transmitir a los dem¨¢s a trav¨¦s de peque?as marcas negras sobre un papel, alzarse ante ti en una experiencia visual deslumbrante. Me di cuenta de que yo, como escritora, estaba experimentando un viaje cinematogr¨¢fico de lo m¨¢s infrecuente: no hab¨ªan destrozado mi historia, sino que la hab¨ªan agrandado transform¨¢ndola en apasionantes im¨¢genes que agitaban la mente y encog¨ªan el coraz¨®n.
La pel¨ªcula es intensamente Wyoming. Lee incluye animales muertos y buenas peleas, ambas cosas muy propias del Oeste. Aunque se ha rodado en su mayor parte en Alberta, la dise?adora de producci¨®n Judy Becker viaj¨® por Tejas y Wyoming prestando atenci¨®n a las formas del terreno y a las vistas lejanas. La pel¨ªcula es visualmente tan acertada que unas semanas despu¨¦s de verla por primera vez tuve una extra?a experiencia mientras conduc¨ªa por Sierra Madre. Era un d¨ªa brillante y sin viento, la ladeada luz oto?al iluminaba los ¨¢lamos; era temporada de caza y un periodo de trashumancia en el que los ganaderos, con permisos del Servicio Forestal, llevan sus vacas y ovejas a las laderas m¨¢s bajas antes de las primeras tormentas. Al girar una curva tuve que parar para que un reba?o de ovejas cruzara la carretera. Entre los ¨¢rboles de la pendiente ascendente hab¨ªa un caballo ensillado, con una estera enrollada detr¨¢s y un rifle enfundado; tras ¨¦l hab¨ªa otro caballo cargado. No hab¨ªa ning¨²n jinete a la vista. Pens¨¦ en esperar un minuto para ver si Jack o Ennis sal¨ªan de entre los ¨¢rboles; luego sacud¨ª la cabeza, pensando en lo chiflada que estaba por haber confundido cine y realidad, y bastante segura de que ninguno de los personajes iba a aparecer.
Aparte del paisaje, del virtuosismo de las interpretaciones, del extraordinario y sutil trabajo de maquillaje con el que envejecen veinte a?os a estos dos j¨®venes, hay una acumulaci¨®n de peque?os detalles que le da a la pel¨ªcula autenticidad y credibilidad: las u?as sucias de Ennis en una escena amorosa; el viejo cartel de carretera "L¨ªmite de Wyoming", que no se ha visto ah¨ª desde hace d¨¦cadas; la tripita que le sale a Jack a medida que se hace mayor; la mancha de esmalte de u?as que vemos en el dedo de Lureen durante la dolorosa escena del tel¨¦fono; el perfecto peinado tejano de su madre; Ennis y Jack compartiendo un porro en lugar de un cigarro en los a?os setenta; las camisas intercambiadas; la cafetera de esmalte descascarillada? se acumulan y nos convencen de la autenticidad de la historia.
La gente tal vez ponga en duda que dos j¨®venes se enamoren en unas monta?as nevadas, pero todos se creen la cafetera descascarillada, y si la cafetera es aut¨¦ntica, lo dem¨¢s tambi¨¦n lo es.
Traducci¨®n de Jaime Roda Bruce.
'Brokeback mountain, en terreno vedado', se estrena este viernes en Espa?a. El libro del mismo t¨ªtulo de Annie Proulx est¨¢ publicado por Siglo XXI Editores.
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