Lo que no queremos ver
La reciente publicaci¨®n del avance de resultados de la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) por parte del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) ha desvelado una cruda realidad: en nuestra sociedad del crecimiento econ¨®mico, de la riqueza e, incluso, del lujo, la pobreza existe. Y no en peque?a proporci¨®n: un 19,9 % de la poblaci¨®n espa?ola, o sea, al menos ocho millones de personas, viven en condiciones de precariedad. La reacci¨®n de muchos puede haber sido de sorpresa: ?c¨®mo es posible? Y es que no estamos acostumbramos a entender que pobreza no es sin¨®nimo de extrema necesidad y que se dan muchas situaciones personales -casi un 20%- en las que no se pueden satisfacer las necesidades humanas "de una manera digna". Acostumbrados a identificar pobreza con sin techo, o mendicidad, o desamparo total, la encuesta del INE nos dice que hay pobres con techo, y que son muchos.
Ocho millones de personas viven en Espa?a en condiciones de precariedad
Pero en C¨¢ritas, que venimos llamando la atenci¨®n desde hace tiempo sobre estas situaciones, vemos ahora c¨®mo la informaci¨®n obtenida a trav¨¦s de nuestras propias investigaciones sociol¨®gicas -los conocidos Informes Foessa- coincide con los datos del propio INE e, incluso, con las estimaciones del Plan Nacional de Acci¨®n por la Inclusi¨®n Social del Gobierno aprobado el pasado julio. No podemos ocultar, sin embargo, una seria preocupaci¨®n ante la confirmaci¨®n de que existe una situaci¨®n de grave precariedad social que se viene manteniendo desde hace m¨¢s de una d¨¦cada, casi sin variaci¨®n. Y resulta alarmante saber que ese indicador persiste sin bajar desde mediados de los a?os noventa, "a pesar del intenso crecimiento econ¨®mico" de Espa?a en la ¨²ltima d¨¦cada. Es especialmente inquietante que se produzca una situaci¨®n semejante en la Espa?a moderna. Durante las d¨¦cadas de los setenta, ochenta y primeros noventa se manten¨ªa una tendencia a la baja de la tasa de umbral de pobreza. Pero es precisamente en la segunda mitad de los noventa y primeros a?os de este siglo, de gran auge econ¨®mico, cuando esa tendencia se rompe. ?Qu¨¦ est¨¢ pasando con el crecimiento? ?Por qu¨¦ no va acompa?ado de distribuci¨®n? Si muchas veces se nos pide que "primero crezcamos para luego distribuir", ?por qu¨¦ no se ha hecho?
Los datos del INE nos dicen que persisten las situaciones de pobreza que C¨¢ritas desvel¨® en su informe sobre Condiciones de vida de la poblaci¨®n pobre en Espa?a publicado en 1998 por la Fundaci¨®n Foessa. Descubr¨ªamos entonces lo que ahora se rubrica: que con la actual distribuci¨®n de renta y de otros bienes se est¨¢ consolidando un rejuvenecimiento de la pobreza y un sector social de personas a quienes la Uni¨®n Europea denomina "trabajadores pobres". O sea, ciudadanos que aun con trabajo "legal" est¨¢n bajo el umbral de la pobreza. Se trata de algo especialmente grave, pues demuestra que la vulnerabilidad de muchas familias, la precariedad laboral y el riesgo de pobreza est¨¢n muy vinculadas. Y afecta tanto a trabajadores aut¨®ctonos como a inmigrantes. Igualmente, se confirma que las personas de mucha edad, aquellas cuya situaci¨®n depende de la protecci¨®n social, siguen siendo un grupo de riesgo, al igual que los preceptores -mayoritariamente mujeres- de los denominados salarios sociales o Rentas M¨ªnimas de Inserci¨®n, cuyo nivel de cobertura y protecci¨®n son muy bajos. Son grandes grupos sociales que indican c¨®mo la distribuci¨®n de rentas y de otros bienes no ha ido de la mano del crecimiento econ¨®mico, pues la distribuci¨®n de la riqueza a trav¨¦s de la remuneraci¨®n del empleo o de la protecci¨®n social no se est¨¢ trasladando a muchas familias.
Hay otro fen¨®meno sobre el que C¨¢ritas debe llamar la atenci¨®n. Se trata de los hogares bajo el umbral de pobreza con ni?os y adolescentes a su cargo, de los que siempre se ha dicho que se encontraban en peor situaci¨®n que el conjunto de hogares pobres. La situaci¨®n empeoraba en hogares con menores cuyo sustentador principal era un solo adulto y mujer. Los datos del INE alertan sobre el agravamiento de esa tendencia y suponen una acuciante llamada de alerta en un pa¨ªs como Espa?a, con uno de los menores niveles de protecci¨®n familiar de la UE.
Y una ¨²ltima reflexi¨®n. C¨¢ritas hab¨ªa observado que las personas bajo el umbral de pobreza cuya situaci¨®n era "severa o extrema" hab¨ªa descendido. Pero con los datos del INE vemos que el nivel de pobreza severa tambi¨¦n ha dejado de descender. Y esto, en unas condiciones econ¨®micas como las de Espa?a, ?clama al cielo! A pesar de que estamos hablando de situaciones que afectan a casi un mill¨®n y medio de personas, y que es un sector sobre el que es posible incidir positivamente, siguen sin darse los pasos necesarios, como son: afrontar la distribuci¨®n y las transferencias presupuestarias necesarias, dotar al empleo de integraci¨®n social de la suficiente relevancia en la negociaci¨®n colectiva y en los planes de empleo, y dotar a la protecci¨®n familiar los niveles adecuados.
A la vista de estas reflexiones, deber¨ªamos tomar plena conciencia de c¨®mo factores como la precariedad, la educaci¨®n, los j¨®venes y menores, los hogares sin recursos, las viviendas y barrios deteriorados o sin futuro, se retroalimentan, se recrean y se potencian unos a otros. Por ello, urgen medidas de transferencias y distribuci¨®n de empleo, de vivienda y de otros bienes. Pero tambi¨¦n son imprescindibles iniciativas de desarrollo social y de actuaciones integrales e integradas que hagan frente a estas situaciones en toda su complejidad. Son imprescindibles pol¨ªticas de promoci¨®n y desarrollo social si queremos hacer frente a la agresividad y a la ruptura de la cohesi¨®n social que la precariedad, la exclusi¨®n y la marginalidad generan.
Para C¨¢ritas, sin embargo, la responsabilidad en la lucha contra la pobreza no se limita s¨®lo a los poderes p¨²blicos y a los representantes pol¨ªticos. Los obst¨¢culos a los que se enfrentan las personas pobres para vivir con plenitud su dignidad humana son una cuesti¨®n que ata?e al conjunto de la sociedad civil. Y como C¨¢ritas no quiere limitar su voz a la mera denuncia de las injusticias, una y otra vez insiste en convocar a cada ciudadano a la tarea inaplazable de combatir la desigualdad, tanto la exclusi¨®n que se oculta en los entresijos de nuestra sociedad de consumo como la que se ve continuamente alimentada en regiones enteras del planeta por el avance salvaje de la globalizaci¨®n econ¨®mica. Por todo eso, el aldabonazo que el informe del INE acaba de dar a nuestras conciencias deber¨ªa actuar como reactivo para poner en marcha cambios personales en nuestros estilos de vida, un paso imprescindible si deseamos transformar las estructuras sociales y conseguir que otro mundo sea posible.
Silverio Agea Rodr¨ªguez es secretario general de C¨¢ritas Espa?ola
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.