El plan de Hwang para ganar un Nobel
El coreano invent¨® su clon al creer que una firma de Boston lo ten¨ªa de verdad - Ambos trabajos habr¨ªan salido a la par - Hwang falsific¨® un billete para subirse a un tren inexistente
Hwang Woo-suk, ahora expulsado de la Universidad Nacional de Se¨²l, public¨® la falsa clonaci¨®n de un embri¨®n humano, y la derivaci¨®n de una falsa l¨ªnea de c¨¦lulas madre a partir de ¨¦l, en la prestigiosa revista Science en febrero de 2004. ?Por qu¨¦?
No tiene sentido que Hwang cometiera uno de los mayores fraudes cient¨ªficos de la historia para ganar dinero. Ni al editor de Science, Donald Kennedy, ni a ninguna otra fuente cient¨ªfica consultada por este diario le consta que hubiera intento alguno de patentar esa l¨ªnea celular (llamada NT-1), ni la t¨¦cnica que supuestamente us¨® Hwang para crearla.
Si era por dinero, Hwang habr¨ªa hecho mejor en concentrarse en Snuppy, el perro cl¨®nico que cre¨® el a?o pasado. Snuppy tiene dos ventajas sobre la l¨ªnea celular NT-1. Primero, que hay miles de millonarios dispuestos a pagar lo que sea para que resuciten a su mascota. Y segundo, que Snuppy es un clon de verdad.
Hwang hubiera hecho mejor en concentrarse en 'Snuppy', el perro que clon¨® en 2005
Robert Lanza, de ACT, era la vanguardia de la clonaci¨®n hasta que Hwang apareci¨®
La novedad de Hwang fue decir que un embri¨®n es un clon, cuando no lo es
Aunque el coreano logr¨® enterrar algunas sospechas iniciales bajo estratos de triqui?uelas, entre el primer art¨ªculo de Science y el estallido del esc¨¢ndalo apenas han pasado 20 meses. Si Hwang no lo hizo por dinero, podr¨ªa haberlo hecho para cubrirse de gloria, pero ?qu¨¦ cubre una gloria de 20 meses? Desde que se conoci¨® la magnitud del esc¨¢ndalo, el mes pasado, el diagn¨®stico m¨¢s repetido por los investigadores relacionados con el campo ha sido que el esc¨¢ndalo de Se¨²l es un caso psiqui¨¢trico.
Pero la excepci¨®n, Robert Lanza, es precisamente el cient¨ªfico que mejor conoce el caso, por tres razones. Primero, porque la vanguardia de la clonaci¨®n humana era ¨¦l hasta que Hwang apareci¨® de la nada. Segundo, porque es vicepresidente de la empresa de Boston ACT, que tiene 30 patentes exclusivas relacionadas con la clonaci¨®n humana. Y tercero, porque uno de los coautores del primer art¨ªculo de Hwang (Science, febrero de 2004) es su amigo Jos¨¦ Cibelli. Su antiguo compa?ero en ACT, y el cient¨ªfico que m¨¢s cerca estuvo de conseguir el primer clon humano. Esto es, el primer clon humano de verdad.
?Por qu¨¦ public¨® Hwang un falso clon humano si la probabilidad de que le pillaran era del 100%?
"Porque Hwang esperaba que nosotros public¨¢ramos un resultado similar de manera inminente", responde Lanza a EL PA?S. "En la segunda mitad de 2003, en ACT hab¨ªamos generado embriones humanos clonados de una fase de desarrollo que normalmente es competente para derivar c¨¦lulas madre. Eso fue justo dos meses antes de que Hwang enviara su borrador a Science".
Dos meses. Lanza y Cibelli se quedaron de piedra al conocer aquel trabajo, que superaba con mucho sus propios resultados, que s¨®lo dos meses antes les hab¨ªan parecido espectaculares. Hwang no s¨®lo hab¨ªa clonado un embri¨®n humano de una fase m¨¢s avanzada que el suyo, sino que hab¨ªa derivado de ¨¦l una l¨ªnea celular irreprochable, y la hab¨ªa convertido en todo tipo de tejidos humanos adultos. Las fotograf¨ªas eran asombrosas. La vanguardia hab¨ªa sido derrotada por un veterinario surcoreano del que nadie hab¨ªa o¨ªdo hablar.
Hoy sabemos lo que Hwang hizo en esos dos meses: cogi¨® directamente una l¨ªnea celular del Hospital MizMedi de Se¨²l, y de paso unos cuantos tejidos adultos que ya hab¨ªan sido generados a partir de ella y, simplemente, la rebautiz¨®.
Se trataba de una l¨ªnea de c¨¦lulas madre que el hospital hab¨ªa derivado tiempo antes de un embri¨®n, en efecto. Pero ese embri¨®n no era un clon, sino uno de los millones de habitantes que saturan los g¨¦lidos tanques de cualquier cl¨ªnica de reproducci¨®n asistida del mundo: un embri¨®n sobrante de una an¨®nima fecundaci¨®n in vitro. Derivar c¨¦lulas madre de un embri¨®n de ese tipo no es ninguna novedad. La novedad es decir que el embri¨®n es un clon cuando no lo es.
La intervenci¨®n de Cibelli en el art¨ªculo fue anecd¨®tica, pero ejemplifica muy bien el estilo de Hwang. Cibelli era el principal art¨ªfice de los avances de ACT que hab¨ªan precipitado su plan. Como Hwang pensaba que los de ACT estaban a punto de publicar su clon, y sabiendo que su brillante farsa iba a humillar a la verdad gris¨¢cea de los norteamericanos, tuvo un gesto diplom¨¢tico que luego repetir¨ªa con otros cient¨ªficos occidentales: busc¨® una excusa cualquiera para que Cibelli, el gran derrotado, pusiera su nombre en ese art¨ªculo capital para la historia de la ciencia.
Para que Cibelli pudiera firmar, Hwang le pidi¨® unas comprobaciones de ¨²ltima hora. Por entonces, Cibelli hab¨ªa dejado ACT por la Universidad de Michigan -un centro p¨²blico-, y all¨ª era un delito investigar con c¨¦lulas embrionarias, de modo que Hwang no le envi¨® las c¨¦lulas, sino s¨®lo muestras de ADN. Resultaba l¨®gico. Ahora, sin embargo, resulta m¨¢s l¨®gico a¨²n.
Hwang s¨®lo cometi¨® un error de c¨¢lculo: el clon de Lanza y Cibelli que era obviamente inferior, pero al menos era verdad, no se public¨® nunca.
"La ¨²nica raz¨®n por la que han podido pillar a Hwang es que nosotros no pudimos acabar los experimentos", prosigue Lanza. "Necesit¨¢bamos m¨¢s ¨®vulos para las clonaciones, y no pudimos conseguirlos debido al ambiente enormemente restrictivo de nuestro pa¨ªs. Pero, si hubi¨¦ramos publicado nuestro art¨ªculo m¨¢s o menos en paralelo con el suyo, Hwang habr¨ªa ganado el premio Nobel en unos a?os. Y lo nuestro ser¨ªa una nota a pie de p¨¢gina, siendo optimistas. ?Su plan estuvo muy cerca de funcionar!".
En realidad, el fraude de Hwang s¨®lo hubiera funcionado si tambi¨¦n lo hubiera hecho el experimento de ACT: Lanza y Cibelli habr¨ªan publicado la t¨¦cnica aut¨¦ntica, y Hwang no habr¨ªa tenido m¨¢s que leerla. El fraude s¨®lo lo habr¨ªa sido por unos meses, y la gloria -ahora s¨ª- no tendr¨ªa m¨¢s l¨ªmite que el precio de un ¨®vulo humano.
Hace s¨®lo dos meses, Lanza se quejaba en una carta enviada a Nature de que los prometedores avances de ACT se hab¨ªan frustrado a finales de 2003 "por la pol¨ªtica restrictiva del presidente George W. Bush en la financiaci¨®n de las investigaciones con c¨¦lulas madre". Si es cierto que Lanza y Cibelli estaban realmente muy cerca, y que s¨®lo el ambiente adverso les impidi¨® lograrlo y publicar su art¨ªculo, la biomedicina ya tiene algo que agradecer al presidente Bush: haber destapado un fraude.
Clonando flores
Un hallazgo cient¨ªfico suele obligar a revisar todo el pasado. El desenmascaramiento de un farsante, tambi¨¦n. Mirando atr¨¢s, la primera clonaci¨®n de un embri¨®n humano no fue la inventada por Hwang en febrero de 2004, sino la anunciada por Lanza y Cibelli el 25 de noviembre de 2001.
El embri¨®n no pas¨® de la fase de seis c¨¦lulas, y los dos cient¨ªficos de ACT se ganaron un irritado abucheo de sus colegas por publicar esa salida en falso, pero la noticia lleg¨® a las primeras p¨¢ginas, empezando, como es natural, por las del Extremo Oriente.
S¨®lo dos semanas despu¨¦s, una bi¨®loga de la Universidad surcoreana de Sunchon llamada Park Ky-young recibi¨® una inesperada subvenci¨®n de unos 130.000 euros. Por entonces, Park se dedicaba a clonar flores, y con ese dinero podr¨ªa haber clonado hasta la flor de loto. Pero el cheque no era para eso, sino para "evaluar el impacto social de la creaci¨®n de un ganado resistente a las vacas locas". ?Comen claveles las vacas coreanas? No. Park era una de las pocas voces favorables a la investigaci¨®n con c¨¦lulas madre en el pa¨ªs. Y el extra?o cheque ven¨ªa firmado por un lector de peri¨®dicos llamado Hwang.
A partir de entonces, Park ascendi¨® a la estratosfera en paralelo con Hwang. En junio de 2003, mientras se estaba instalando en la Casa Azul como asesora cient¨ªfica del presidente Roh Moo-hyun, recibi¨® un segundo cheque de Hwang para "estudiar el desarrollo industrial de bio-¨®rganos". Ese a?o, el presupuesto coreano para investigar en clonaci¨®n no llegaba a 600.000 euros. Fue entonces cuando Lanza y Cibelli consiguieron un embri¨®n de una fase m¨¢s avanzada que el de las primeras p¨¢ginas de 2001. Mientras Hwang maquinaba su plan, la Casa Azul multiplic¨® por 10 su presupuesto para el siguiente a?o.
Park figura como coautora en el segundo art¨ªculo hist¨®rico de Hwang (Science, 2005). Era su forma habitual de agradecer los favores.
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