Mano a mano en Anoeta
Nihat y Aduriz empatan a goles y el Athletic y la Real exhiben por igual virtudes y defectos
En los partidos rotos, el f¨²tbol suele ser secundario. Son partidos de chispazos, de an¨¦cdotas, de acciones geniales o de fallos garrafales. Lo dem¨¢s resulta un tanto accesorio. Y en un derby esos asuntos prevalecen siempre sobre cualquier rigor t¨¢ctico, estrat¨¦gico o, sencillamente, razonable. Y as¨ª se meten seis goles y se empata como se pod¨ªa ganar o perder. En los partidos rotos, por ejemplo, Nihat, que es un gran futbolista, se suele forrar. En la vor¨¢gine, es el rey.
La Real descubri¨® ayer la barrera que separa lo econ¨®mico de lo deportivo. Empe?ada en vender a Nihat para engordar las arcas, el turco demostr¨® que es el jugador imprescindible para sacar al equipo donostiarra de las puertas del infierno. Su asociaci¨®n con Skoubo, un grandull¨®n que no ejerce como tal, result¨® tan letal como la antigua sociedad que formaba con Kovacevic. Nihat corre, controla, amaga, enga?a al defensor, se coloca y remata, generalmente raso y ajustado. Skoubo, enga?a con su envergadura porque le gusta casi jugar m¨¢s con los pies.
REAL SOCIEDAD 3 - ATHLETIC 3
Real Sociedad: Riesgo; Cifuentes, Jauregi, Ansotegi, Garrido (Barkero, m. 84); Xabi Prieto, Mikel Alonso, Novo (Garitano, m. 62), Gabilondo; Nihat y Skoubo (Uranga, m. 85).
Athletic: Lafuente; Iraola, Ustaritz, Luis Prieto, Amorebieta; Orbaiz, Gurpegui (Tiko, m. 77); Etxeberria (Urzaiz, m. 44) Guerrero (Da?obeitia, m. 62), Yeste; y Aduriz.
Goles: 0-1. M. 7. Pase de Skoubo que Nihat empalma. 0-2. M. 38. Taconazo de Skoubo a Nihat que bate a Lafuente. 1-2. M. 48. Cabezazo de Aduriz. 2-2. M. 68. Bal¨®n atr¨¢s de Da?obeitia y remate de Aduriz. 3-2. M. 68. Bal¨®n a¨¦reo de Nihat a Skoubo, que marca. 3-3. Iraola, a centro de Da?obeitia.
?rbitro: Rodr¨ªguez Santiago. Amonest¨® a Garrido, Ustaritz, Prieto y Novo.
Unos 26.000 espectadores en Anoeta.
El Athletic fue una presa f¨¢cil para Nihat. Javier Clemente le puso como vigilante a un muchacho debutante, Ustaritz, lo que demuestra cu¨¢nto conf¨ªa en los centrales rojiblancos. En siete minutos, Nihat se fabric¨® dos ocasiones malgastadas por cent¨ªmetros y a la tercera la enchuf¨®. Media hora despu¨¦s, otra asociaci¨®n con el delantero dan¨¦s ratific¨® el segundo gol mientras el Athletic segu¨ªa mirando y mirando sin saber qu¨¦ hacer.
La verdad es que el partido era un asunto privado de Nihat, con la ayuda de Skoubo, un futbolista con el que apenas se ha entrenado. El resto de la Real era vulgar, met¨®dico, rutinario, pero... a una velocidad superior a la del Athletic. Presiona infinitamente m¨¢s y el bal¨®n lo mueve con m¨¢s criterio, lo que convert¨ªa al Athletic en un remedo de equipo incapaz de producir ni siquiera sensaci¨®n de peligro.
Al Athletic le pesan la clasificaci¨®n, las urgencias, los cambios y el rigor defensivo en todo el equipo. Es un cuadro que no encuentra el nort, ni el sur. Cuando no le falla la defensa, no encuentra el nivel esperado de su medio campo, ayer superado claramente durante 45 minutos por un equipo pele¨®n que se limit¨® a asfixiar a Orbaiz dejando el trabajo creativo a Gurpegui, un trabajo que no es precisamente el suyo.
Pero ni el Athletic ni la Real son equipos para aguantar un partido completo. Si lo hacen bien en la primera mitad, se hunden en la segunda -caso de la Real- ; si entregan 45 minutos, se rearman en la segunda mitad -caso del Athletic-. Conclusi¨®n: son dos equipos en horas bajas, con poquito juego, poquita gasolina, dependientes de la actuaci¨®n individual de alguno de sus futbolistas y tan vocacionales que, sin jugar razonablemente bien, son capaces de promover un partido entretenido, lleno de bellos goles -hasta cinco-, casi convertido en un mano a mano entre Nihat y Aduriz, mientras el resto corr¨ªa y corr¨ªa, luchaba y luchaba.
El Athletic, por inexperiencia y por falta de actitud y de juego -no exento de falta de estrategia-, entreg¨® 45 minutos y dos goles que acreditan tanto a Nihat como desacreditan a la defensa rojiblanca. La Real le devolvi¨® el favor en la segunda mitad con otros dos goles de Aduriz en los que su defensa se contagi¨® de la actitud de los rojiblancos. Ciertamente, el Athletic, herido, asustado, acorral¨® a la Real y se hizo acreedor a cuando menos al empate, si no a la victoria. Aduriz consigui¨® dos goles, pero tuvo otros dos en su botas extra?amente errados.
La Real era un equipo entregado al resultado al que le acompa?¨® la suerte en el momento decisivo. Cuando Aduriz consigui¨® el empate, la Real parec¨ªa una presa f¨¢cil para un equipo voraz. Y, sin embargo, al instante siguiente de conseguir un empate que le pon¨ªa en la autopista de la victoria, Skoubo se sac¨® de la nada una jugada individual en un globo de Nihat que acab¨® en la red de Lafuente, un tanto despistado. Eso siempre le pasa al de abajo, pero al Athletic le ha ocurrido tantas veces que no se puede acusar a la fatalidad, sino a la docilidad. Ayer reaccion¨® a tiempo. Casi sobre el pitido final, otro bal¨®n colgado sobre la defensa realista acab¨® en la bota de Iraola, que lo empuj¨® a la red. Un resultado extra?o que, probablemente, hoy no dejar¨¢ tranquilo a nadie. Ayer, al Athletic, s¨ª; a la Real, no.
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