Sagrado caos
No hay que espantarse de la espant¨¢ de los nacionalistas andaluces en la reforma del Estatuto. Este en¨¦simo oportunismo de los pocos seguidores que le quedan a Blas Infante constituye prueba irrefutable de que Hunttington no lleva raz¨®n, y que el siglo XXI no tiene por qu¨¦ ser a la fuerza el siglo de los conflictos identitarios. Hay identidades tan raras que lo mejor es que se pierdan en el mismo caos que las alimenta.
Con esto se me viene a la memoria la mesa redonda que hace un par de semanas convoc¨® la UNIA, con la colaboraci¨®n del Ayuntamiento, en Sevilla. Nada menos que Saramago, Cebri¨¢n, Sami Nair, Jean Daniel y R¨¦gis Debray, en torno a una misma preocupaci¨®n: pero qu¨¦ demonios nos est¨¢ pasando. Del torrente de ideas y pesadumbres, datos y perplejidades, es dif¨ªcil extraer algo com¨²n, como no sea esa preocupaci¨®n de fondo por entender el caos en que se ha instalado nuestra cambiante y acelerada realidad. Hunttington, Fukuyama y sus ac¨®litos proclaman, con sospechoso empe?o, que el choque de civilizaciones es inevitable, a partir de identidades no redimidas y m¨¢s o menos violentas. As¨ª que volver¨¢ la tribu sagrada, como vuelven las religiones variopintas, y adi¨®s a la explicaci¨®n social de los problemas. Al socialismo isl¨¢mico lo han devorado por completo los adoradores de Al¨¢; en USA, un 94% de la poblaci¨®n es creyente practicante, cifra muy por encima de la ¨¦poca extraordinaria de sus fundadores ilustrados, y parece dispuesta a entregarse al absolutismo del bien; los cat¨®licos disimulan su fracaso hist¨®rico repleg¨¢ndose en un Vaticano m¨¢s reaccionario que nunca (hoy ya los protestantes son m¨¢s que los seguidores de Roma, y no digamos los mahometanos); la lengua m¨¢s usada en Internet es... el chino; la diferencia econ¨®mica entre las dos orillas del Estrecho es de 16 a 1, la peor de cuantas separan a los pueblos. Y, a todo esto, nadie est¨¢ dispuesto a renunciar a las "ventajas" de la alta tecnolog¨ªa y al "bienestar" del petr¨®leo, en la absurda creencia, contra la que ya nos advirti¨® Gramsci, de que el progreso es por s¨ª mismo la soluci¨®n a los problemas pol¨ªticos. ("No es tan malo ser atrasados", lleg¨® a decir Debray, tan brillante y parad¨®jico como siempre).
Entre los postulados optimistas, es un decir, anot¨¦ la idea de Cebri¨¢n de que tampoco debemos sacralizar la democracia como ideolog¨ªa, pero s¨ª defenderla como m¨¦todo. Y que este m¨¦todo incluye principalmente saber administrar los cambios, antes de que pasen a alimentar el caos, a?ado por mi cuenta. Esa deber¨ªa ser la pol¨ªtica actual: evitar que la vor¨¢gine nos trague a todos, renunciando todos a creer que estamos en posesi¨®n de la verdad, cualquiera que sea. Y reservar las creencias al ¨¢mbito de lo privado. Un postulado de Jean Daniel me pareci¨® tambi¨¦n excelente: "El siglo XXI est¨¢ marcado ya por la necesidad de conciliar la diversidad de las culturas con la universalidad de los valores". En otro momento formul¨® la idea de un nuevo "humanismo cr¨ªtico" y apost¨® por que los que creemos en la rep¨²blica universal y laica no renunciemos a la pelea, por dura que se ponga. Y en eso estamos. Espero que los andalucistas se acuerden tambi¨¦n de aquello de "Andaluc¨ªa por s¨ª, para Espa?a y la Humanidad".
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