Consejo provocador

A menos de un a?o de concluir su mandato -en noviembre pr¨®ximo-, el quinto Consejo General del Poder Judicial de la democracia, elegido bajo mayor¨ªa absoluta del Partido Popular, parece dispuesto a no desaprovechar el tiempo para subrayar su radical disidencia de la mayor¨ªa gobernante emanada de las urnas el 14 de marzo de 2004. No cabe interpretar de otra manera su obstinaci¨®n en sacar adelante un informe contra el proyecto de Estatuto catal¨¢n que supone un desaf¨ªo en toda regla al Congreso, que hace un mes le requiri¨® expresamente para que se abstuviera de emitir cualquier dictamen al respecto.

Nunca el Consejo hab¨ªa llegado a un grado tal de sectarismo en sus 25 a?os de historia, por otra parte no demasiado mod¨¦licos en cuanto a su funcionamiento. Se comprende el escaso aprecio que tienen los espa?oles de la actividad del CGPJ, seg¨²n los sucesivos bar¨®metros demosc¨®picos de la propia instituci¨®n. Pero nunca la instituci¨®n hab¨ªa estado dominada por una mayor¨ªa de vocales tan ideologizada y parcial y por un presidente tan alejado de su funci¨®n institucional de mediaci¨®n como predispuesto a enarbolar ¨¦l mismo la bandera de la confrontaci¨®n. Hernando se comport¨® ayer m¨¢s como el jefe de una facci¨®n que como presidente de un ¨®rgano constitucional, aportando su voto decisivo a una iniciativa que supone un claro desplante y una provocaci¨®n al Parlamento. El presidente del Consejo romp¨ªa as¨ª su propia palabra comprometida en p¨²blico, en el sentido de que El CGPJ no abordar¨ªa el informe sobre el Estatuto catal¨¢n para no interferir en las negociaciones pol¨ªticas en curso.

Hernando neg¨® recientemente legitimidad al Parlamento para controlar la gesti¨®n del CGPJ, porque, a su juicio, representa m¨¢s a las mayor¨ªas partidarias que a la voluntad popular. Es posible que ese pintoresco argumento, impropio de alguien que est¨¢ obligado a conocer el funcionamiento de la democracia parlamentaria, refleje una cierta a?oranza por el sistema de representaci¨®n corporativa de anta?o. Pero expresa, sin duda, el inter¨¦s de Hernando para que el ¨®rgano que preside funcione sin control democr¨¢tico alguno y pueda hacer lo que le venga en gana. Por ejemplo: hacer los informes que juzgue convenientes y al margen de las instancias legitimadas para ped¨ªrselos, que son el Gobierno y el Parlamento. La actuaci¨®n de Hernando y de los nueve vocales que aprobaron ayer el informe sobre el Estatuto catal¨¢n desborda sus competencias, constituye una provocaci¨®n al Parlamento y no va a ninguna parte. ?Para qu¨¦ podr¨ªa servir un informe sin destinatario institucional y que, adem¨¢s, versa sobre un texto ya superado, si no es para tensar a¨²n m¨¢s el debate pol¨ªtico sobre el Estatuto?