Una crisis aplazada
Al menos en apariencia, Espa?a mantiene su imagen de gran potencia tur¨ªstica mundial con cifras que contradicen las f¨²nebres predicciones de crisis grave e inmediata debida al agotamiento del modelo sol y playa. Los datos de la Organizaci¨®n Mundial de Turismo referidos a 2005 indican que entraron 55,6 millones de turistas que ingresaron 46.000 millones de euros. Espa?a es el segundo pa¨ªs tur¨ªstico del mundo, por detr¨¢s de Francia en ingresos y de EE UU en n¨²mero de visitantes. En este cap¨ªtulo crece moderadamente por encima de la tasa media mundial, circunstancia que aleja la probabilidad de la tan mencionada crisis de nuestro turismo.
Pero que el impulso tur¨ªstico se mantenga en Espa?a hoy y tambi¨¦n probablemente a corto plazo no implica que el modelo actual de playa y saturaci¨®n inmobiliaria en el litoral sea deseable, ni siquiera rentable a medio y largo plazo. El n¨²mero de turistas aumenta, pero el dinero que gasta cada uno de ellos disminuye. La antigua opci¨®n entre turismo de masas y de calidad parece haber resucitado con la eclosi¨®n de los viajes y el ocio como el gran mercado mundial de los servicios. La p¨¦rdida de rentabilidad y el deterioro del mercado espa?ol pueden y deben evitarse. Hay que articular un acuerdo entre las administraciones para desviar progresivamente la inversi¨®n en la costa -enterrada en cemento y con serios problemas de calidad, que se ir¨¢n agudizando con el paso del tiempo- en beneficio de otras alternativas tur¨ªsticas que presentan un margen mayor de rentabilidad y sostendr¨¢n mejor la imagen de calidad del turismo espa?ol.
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