La mirada Coixet
A Isabel Coixet, protagonista femenina de los Goya de este a?o, lo que le interesan son las historias peque?as, an¨®nimas, las escondidas en cualquier rostro o lugar. Su ¨²ltima pel¨ªcula, 'La vida secreta de las palabras', muestra los estragos de la tortura.
A Isabel Coixet, protagonista femenina de los Goya de este a?o, lo que le interesan son las historias peque?as, an¨®nimas, las escondidas en cualquier rostro o lugar. Su ¨²ltima pel¨ªcula, 'La vida secreta de las palabras', muestra los estragos de la tortura.
Sin Isabel Coixet, la vida en Barcelona, un d¨ªa como hoy a primeros de enero de 2006, ser¨ªa otra. No estar¨ªamos en la oficina de su productora, Miss Wasabi Films, un espacio di¨¢fano donde se apilan libros y carteles de cine, ni aparecer¨ªa ella all¨ª, entre despistada y tierna, protegida por sus gafas de colores y su flequillo extralargo, vestida una vez m¨¢s de oscuro? Sus ayudantes no le fijar¨ªan citas o le comprar¨ªan billetes para sus viajes por el mundo; no habr¨ªa fotos que tomarle ahora mismo en el patio. No tendr¨ªa una hija de ocho a?os, Zoe, apasionada ya del cine ("especialmente el de Tim Burton") como lo fue ella misma de ni?a, ni un novio m¨²sico 12 a?os m¨¢s joven. Algunos empleados de comercio de su barrio, el de Gracia, no se detendr¨ªan a saludarla con admiraci¨®n. La due?a de este restaurante italiano cercano a casa no le preguntar¨ªa "?Qu¨¦ tal, Isabel? ?En qu¨¦ andas??", antes de relatarle sin m¨¢s sus ¨²ltimas vacaciones, que Italia de repente se ha vuelto tristona, la gente no sale, vive como una crisis econ¨®mica y/o existencial? y yo, s¨ª, acabo de parir y me encuentro bien, gracias, pero s¨ª, pedid esta pasta, que est¨¢ deliciosa y?
Sin Coixet no habr¨ªa Cosas que nunca te dije (1995), no imaginar¨ªamos Mi vida sin m¨ª (2002) y desconocer¨ªamos La vida secreta de las palabras (2005)? Al cine le faltar¨ªa un pedazo, esa mirada especial ("dom¨¦stica", la define su amigo el escritor brit¨¢nico John Berger, el de Maneras de ver, 1974, una de las personas que m¨¢s le han influido y ella m¨¢s admira del mundo, el que le ense?¨® que "mirar es encontrar") con la que esta barcelonesa, nacida en 1962, retrata personajes insignificantes y grandiosos a un tiempo; mujeres y hombres que han sido abandonados, torturados o violentados, que van a morir o est¨¢n gravemente heridos por raz¨®n sentimental o existencial, que sobreviven gracias al silencio o comprenden un d¨ªa que mejor estar solo que acompa?ado pero mal amado? Desesperados de toda condici¨®n que son adictos a los helados, que van pidiendo abrazos por la calle, que llaman al tel¨¦fono de la esperanza al caer la noche o se pasan las horas acun¨¢ndose con el runr¨²n de las m¨¢quinas en las lavander¨ªas?
"Mis pel¨ªculas son t¨ªtulos peque?os. Nada que ver con King Kong", ironiza Coixet, sentada delante de un caf¨¦ y unas pastas en Casa Fuster. "?Est¨¢n ricas, eh?", exclama. Le gusta comer. "Me gusta, como se puede ver [gestos hacia su cuerpo]. Me gusta la cocina, aunque cocino mal; descubrir nuevos restaurantes; recortar recetas que nunca leer¨¦, hacer proyectos culinarios que nunca saldr¨¢n?", afirma en un par¨¦ntesis. Y sigue. Se r¨ªe de lo de King Kong cuando en realidad, dice, ser¨ªa para llorar. "No puede ser que durante cuatro d¨ªas seguidos los telediarios saquen el estreno de la pel¨ªcula de Peter Jackson, que es bueno, lo sabemos; espectacular, lo sabemos; pero ?es que no hay nada m¨¢s en lo cultural, que hay que repetir tema? ?Dios, ese tipo de filmes no necesita de ayuda gratuita!".
Prefiere desmenuzar Coixet con su c¨¢mara la vida de gente an¨®nima que habita en casas vac¨ªas a la espera de que la persona amada regrese y los muebles que se llev¨® ocupen de nuevo su lugar, madres moribundas que balancean a sus hijas en canoas simuladas antes de irse a dormir; agentes inmobiliarios que mientras hablan a sus clientes de precio y metros cuadrados los imaginan bailando abrazados; padres que ense?an fotos de sus hijos y se besan o cantan en la soledad de una plataforma golpeada por el viento y la lluvia; cocineros que se salvan con la comida; agrimensores solitarios de las olas y la desolaci¨®n marina. "A Aki Kaurismaki [uno de sus directores preferidos, junto con John Cassavetes, Jim Jarmusch o Wong Kar-Wai] le preguntaron una vez qu¨¦ le interesaba a la hora de filmar, y dijo: 'Bueno, a m¨ª me basta con una pareja hablando delante de un muro. Tambi¨¦n me conformo con una sola persona delante del muro. Y con ninguna, ya que, ahora que lo pienso, a m¨ª lo que de verdad me interesa es el muro'. Y yo estoy de acuerdo con ¨¦l", escribi¨® Coixet un d¨ªa.
Historias an¨®nimas. ?sa es su obsesi¨®n. "Imag¨ªnate. Yo cojo mucho el metro y estoy en el and¨¦n y siempre pienso que en el de enfrente hay alguien que va a irse en direcci¨®n opuesta a la m¨ªa y que ah¨ª hay una gran historia y nunca la encontrar¨¦? O voy por un pasillo largo y pienso que al doblar la esquina pasar¨¢ algo? Lo espero siempre". As¨ª, con los ojos bien abiertos y esa determinaci¨®n con la que ha sacado adelante siempre sus proyectos, va y viene Coixet por su barrio y por el mundo mientras resuelve sus cosas, que son hoy mismo y por este orden temporal: la escritura urgente de una historia sobre Bolivia que formar¨¢ parte de un documental de una ONG; el estreno en Madrid de su primera obra de teatro, 84 Charing Cross Road; un viaje al festival norteamericano de Sundance con su nueva obra La vida secreta de las palabras, y la asistencia a la ceremonia de los Goya, a los que opta con cinco candidaturas (directora, guionista, pel¨ªcula, direcci¨®n de producci¨®n y actor de reparto) por dicho filme: la historia de una enfermera que cuida a un quemado en una plataforma petrol¨ªfera y esconde un pasado terrible, interpretada por Sarah Polley y Tim Robbins. Con esta pel¨ªcula est¨¢ Coixet muy satisfecha. Y algo apenada con las candidaturas: "Hubo entrega total del equipo. Siento que no se haya reconocido el trabajo en los decorados, el maquillaje, el vestuario, el montaje, la fotograf¨ªa, el sonido, esa presencia del mar?". Dice que s¨ª, que de todas sus criaturas, esta ¨²ltima representaba un reto mayor. "Era como, bueno, esto no es una historia peque?a en una caravana. Nunca hab¨ªa rodado con helic¨®ptero en un filme, tampoco en estudio. Y contar con una estrella como Tim? Otro reto era la qu¨ªmica entre Sarah y ¨¦l, pasan mucho tiempo juntos en una relaci¨®n muy estrecha, en un sitio muy peque?o? Y yo creo que, desde el primer momento que empezamos a ensayar, eso sali¨®, lo vi".
-?Qu¨¦ sensaci¨®n le queda al terminar una pel¨ªcula que supone tanto?
-El tiempo entre terminar y el estreno, es el peor. Yo me suicidar¨ªa cada cinco minutos. Quemar¨ªa el negativo?
-?Por que no lo ve? ?Por el qu¨¦ dir¨¢n?
-No, porque hay un trecho entre lo que uno quiere y lo que uno consigue, y ah¨ª se hace abismal esa diferencia entre realidad y deseo. Luego voy haciendo las paces?
-?Se queda como vac¨ªa?
-Me quedo como boba, me hablan y no me entero; me despierto pensando en di¨¢logos completos. Hay un proceso muy doloroso, que es la mezcla. Ver la misma secuencia 50 veces, eso no hay Dios que lo resista, es que ni aunque me lo jure Scorsese. No lo creo. Ver una secuencia hasta que pierde el sentido, eso es dur¨ªsimo?
-?Y ahora anda ya en otra cosa?
-No he roto a¨²n el cord¨®n. Me cuesta mucho soltar una y empezar con otra. Hay un tiempo en que los personajes son m¨¢s reales que la gente con la que me cruzo.
-Antes confesaba que hac¨ªa publicidad porque del cine no pod¨ªa vivir. ?Ahora s¨ª?
-Me resulta m¨¢s f¨¢cil porque mis pel¨ªculas son rentables. Si a ¨¦sta no hubiera ido nadie, la pr¨®xima lo tendr¨ªa mal. Al final, seas el director que seas, incluso los m¨¢s consagrados, eres siempre lo que es tu ¨²ltima obra. La ventaja es que yo hago cosas con un presupuesto moderado, que tienen un p¨²blico con el que conecto bien, que vive mucho las pel¨ªculas, las aprecia".
El sello Coixet implica repetir lugares y detalles una y otra vez en cada filme: las lavander¨ªas, la lluvia, las tomas dentro de los coches, los nombres (Don y Hanna o Anna), las peluqueras de Lleida o Segovia y las actrices: "Leonor Watling y Sarah Polley, s¨ª, esta ¨²ltima protagoniz¨® Mi vida sin m¨ª y siempre pens¨¦ repetir con ella. Es estupenda. Nos entendemos y es de una entrega brutal. Una actriz a la que yo nunca he visto mirarse a un espejo; ella se pone y hace". Insiste Coixet en gestos, como el de llegar a casa, abrir el buz¨®n y recoger las cartas: "Eso aparece en las cinco. Las cartas son la promesa de algo nuevo. Los mensajes que no llegan son muy importantes para m¨ª; hay cosas que has recibido a destiempo, que han cambiado tu manera de pensar sobre una relaci¨®n; mensajes de m¨®viles que caen en manos extra?as. O¨ªr un mensaje ajeno te abre puertas hacia un mundo que no conoces, te permite fantasear? Yo o¨ª una vez uno de una mujer que se equivoc¨® y, ?ufff!, fue estremecedor".
Las cartas son tambi¨¦n protagonistas de su reciente obra de teatro, 84 Charing Cross Road, interpretada por Carme El¨ªas y Josep Minguell, basada en la correspondencia de 20 a?os entre una mujer que vive en Nueva York y un librero de Londres. "Me cost¨® el cambio de registro. Ese puntillismo, ese ir avanzando tres pasos un d¨ªa y volver atr¨¢s. Pero me pareci¨® tambi¨¦n mi territorio, de hecho mis pel¨ªculas son muy teatrales, con poco reparto? ?Cuanto menos bulto, m¨¢s claridad, ¨¦se es mi lema!", se r¨ªe. La diferencia, dice, es la c¨¢mara, que da otra dimensi¨®n a las cosas: "Pero al final, sea como sea, se trata de contar".
Historiadora de formaci¨®n (en lo acad¨¦mico), periodista ocasional (escribi¨® en Fotogramas y publica columna en El Peri¨®dico de Catalunya), publicista desde los 18 a?os por dinero y porque s¨ª, y directora de cine desde siempre (nunca agradecer¨¢ bastante a sus padres el amor que le inculcaron al cine y a los libros, asegura), a Coixet le ha costado lo suyo alcanzar el ¨¦xito. Fracas¨® con su primera obra, Demasiado viejo para morir joven ("Estuve a punto de tirar la toalla") y casi se arruin¨® antes de conseguir que alguien viera la segunda, Cosas que nunca te dije? "La escrib¨ª cuando sufr¨ª una decepci¨®n amorosa. S¨ª, por eso est¨¢ llena de frases que la gente me repite y que yo he verbalizado miles de veces. Bueno, el personaje de ¨¦l, que es la voz en off, tambi¨¦n es alguien que ha sido abandonado. Que se ha quedado congelado sin poder acceder a los dem¨¢s. Yo me sent¨ªa m¨¢s ¨¦l que ella. Ella hace algo, se intenta suicidar. Yo no. Yo me qued¨¦ en una burbuja de desidia total. Pero no s¨¦ si hoy ser¨ªa capaz de escribir una historia as¨ª. Son cosas que pasan, hay que asumirlas, el mundo est¨¢ lleno de otras historias". En Cosas? se fijaron los Almod¨®var, y la producci¨®n para la siguiente, Mi vida sin m¨ª, dej¨® de ser tan tortuosa, de dar tanto miedo.
-?Callar¨ªa usted como la protagonista de Mi vida sin m¨ª, que opta por el silencio cuando le dicen que va a morir?
-Ufff, no. Se lo dir¨ªa enseguida a todos. Pero eso es lo bueno del cine, que uno puede contar las cosas como le gustar¨ªa que fueran. Hay que ser muy valiente, es tan dif¨ªcil escapar de la autocompasi¨®n?
-?Qu¨¦ cosas har¨ªa antes de morir?
-Me ir¨ªa a la Ant¨¢rtida con mi hija. Le hace mucha ilusi¨®n. Pero s¨®lo te puedes plantear de veras esa pregunta cuando es una realidad que te golpea en la cara.
-?Por qu¨¦ todos sus personajes masculinos son tan amables, tan buena gente? ?
-?S¨ª? No me hab¨ªa dado cuenta, Dios m¨ªo. Es que a m¨ª no me gustar¨ªa hacer una peli sobre un hijoputa. No. Yo quiero ver en mis obras a la gente que me gustar¨ªa conocer. Los malos no me interesan.
Recuerda la directora c¨®mo cada una de sus criaturas cinematogr¨¢ficas la ha ido llevando a un sitio distinto, porque eso es el cine, una aventura. "La primera la hice en Barcelona, pero como si la estuviera haciendo en Nueva York. Creo que por eso es una obra fallida, porque hay cosas como que no corresponden, como si estuviera mal elegido el lugar para esa trama? Y en Cosas? hum, claro, para m¨ª el mundo es ancho; para m¨ª, un cineasta tiene la libertad de situar las historias donde le apetezca, de hacer los finales que quiera? Y recuerdo que cuando la rod¨¦ yo viv¨ªa mucho en EE UU, trabajaba all¨ª y? eran los otros los que me empujaban a cuestionarme mi trabajo con eso de 'pero t¨² ?qu¨¦ est¨¢s haciendo en Am¨¦rica?'. Algo que para m¨ª era natural, la trama correspond¨ªa con lo que yo hab¨ªa vivido y sentido all¨ª. Recuerdo que un amigo, al que todav¨ªa sigo machacando, dec¨ªa: 'Pero ?eso de los helados?, ?pero si no se va a enterar nadie?!'. Al a?o siguiente, las casas, invadidas con helados de esa marca? Luego, A los que aman la rodamos en Galicia, y Mi vida?, en Canad¨¢, sencillamente porque era m¨¢s barato. Y la ¨²ltima, en Irlanda, en Bilbao, en Madrid?".
Dice que le han hecho ofertas en Hollywood y que algunos le comentan que hace pel¨ªculas en ingl¨¦s para llegar al mercado internacional, pero que no, que si ella quisiera hacer megablockbuster, ya las habr¨ªa hecho: "Pero yo tengo que enamorarme de una historia, mis personajes me llevan a un lugar y yo voy. Y debo decir que en el pa¨ªs donde menos funcion¨® Mi vida? fue EE UU. Me pusieron de vuelta y media: que qu¨¦ mujer m¨¢s ego¨ªsta porque no compart¨ªa lo del c¨¢ncer, que qu¨¦ indecente por tener un amante?". Al contrario que en Europa. O en Jap¨®n. "En Jap¨®n es donde mis pelis se ven m¨¢s. Hay algo muy japon¨¦s en ellas. Lo m¨¢s hermoso de hacerlas es eso, trascender un poco este mundo peque?o nuestro y llegarle al coraz¨®n a alguien que est¨¢ en un cine de Osaka? O en el de mi barrio, aqu¨ª al lado, los Verdi, donde cada d¨ªa me preguntan: 'Pero ?y eso de la voz de la ni?a?'. Es bonito que la gente las haga suyas, que teorice. Como con la oca?
-?La oca?
-S¨ª. Algunos creen que es la muerte.
-?La muerte? ?Pero no es negra?
-Pues en Jap¨®n es blanca, mira. Y vamos a comer algo a ese restaurante ¨¢rabe de la esquina. Y si no, a un italiano riqu¨ªsimo aqu¨ª al lado?
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