R¨ªos de contaminaci¨®n
La organizaci¨®n Greenpeace analiza la calidad de las aguas en las cuencas
Desde 2004 todos los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea deben organizar sus recursos h¨ªdricos de acuerdo a la Directiva Marco del Agua, aunque las principales disposiciones de esta norma no ser¨¢n de obligado cumplimiento hasta 2015. Los nueve a?os que restan para que las aguas continentales espa?olas presenten unos niveles de calidad aceptables pueden parecer m¨¢s que suficientes, pero lo cierto es que el trabajo que queda por hacer, para alcanzar este objetivo, es ingente. As¨ª lo creen numerosos expertos y tambi¨¦n ha quedado corroborado en un informe de Greenpeace, que ha examinado la calidad de las aguas en todas las cuencas.
De manera resumida, el documento concluye asegurando que el 33% de los cauces se encuentran en "un estado de calidad inaceptable como consecuencia de la contaminaci¨®n, situaci¨®n que ser¨ªa a¨²n m¨¢s dram¨¢tica si se tuviera en cuenta el estado de las aguas subterr¨¢neas". De hecho, si hoy se aplicaran las normas de calidad de la Directiva Marco del Agua, s¨®lo el 11% de las aguas superficiales y el 16% de las subterr¨¢neas superar¨ªan el examen.
Andaluc¨ªa no escapa a esta visi¨®n sombr¨ªa, de acuerdo a los datos expuestos por Greenpeace. En la parte andaluza de la cuenca del Guadiana, los ecologistas destacan la mala situaci¨®n de los r¨ªos Tinto, Odiel y Piedras, donde la correspondiente confederaci¨®n hidrogr¨¢fica "s¨®lo asegura que el 1,62% de las masas de agua pueden cumplir con los objetivos de la Directiva Marco del Agua". Esta situaci¨®n se debe al deficiente grado de depuraci¨®n de las aguas residuales urbanas y a los vertidos industriales, que plantean "situaciones extremas en los r¨ªos Tinto y Odiel".
En la cuenca del Guadalquivir, los porcentajes de aguas libres de contaminaci¨®n tambi¨¦n son muy reducidos, ya que, de acuerdo a las evaluaciones de la propia Administraci¨®n, "s¨®lo el 23,16% de las aguas superficiales y el 9,86% de las subterr¨¢neas cumplen los requisitos establecidos por las autoridades europeas". Los r¨ªos de esta cuenca, detalla Greenpeace, "sufren graves problemas por vertidos de aguas residuales sin depurar as¨ª como de vertidos procedentes de almazaras, azucareras, alcoholeras y mataderos". El 30% de los municipios de entre 15.000 y 30.000 habitantes carecen de plantas depuradoras, lo que supone que "s¨®lo se somete a depuraci¨®n el 50% de las aguas residuales, urbanas e industriales, que van a parar a estos cauces".
Los ecologistas advierten que la cuenca del Guadalquivir registra el consumo de agua para uso agr¨ªcola m¨¢s elevado de Espa?a, de manera que los r¨ªos se encuentran muy regulados (una presa por cada 162 kil¨®metros de cauce) y el 31% de los acu¨ªferos est¨¢n sometidos a una clara sobreexplotaci¨®n. Esta circunstancia explica las elevadas concentraciones de productos qu¨ªmicos (abonos, plaguicidas y sustancias fitosanitarias) y que, en numerosos casos, impiden su aprovechamiento.
Consumo tur¨ªstico
A tenor de las cifras que aporta Greenpeace tampoco la cuenca mediterr¨¢nea andaluza est¨¢ en condiciones de superar el examen de las autoridades de Bruselas. De nuevo citando fuentes de la propia Administraci¨®n, el informe asegura que, en esta cuenca, "al menos un 42,1% de las aguas superficiales y un 43,3% de las subterr¨¢neas no cumplen con los requerimientos de la directiva europea". De nuevo aparecen los problemas derivados de un intenso aprovechamiento agr¨ªcola, ya que "el 22% de los acu¨ªferos presentan niveles de nitratos muy elevados" y tambi¨¦n es notable la presencia de plaguicidas.
El 44 % de la superficie de esta cuenca, lo que supone cerca de 8.000 kil¨®metros cuadrados, se destina a cultivos de regad¨ªo que son grandes consumidores de agua. Adem¨¢s, el territorio mediterr¨¢neo soporta una cuantiosa poblaci¨®n estacional con elevados consumos asociados a usos tur¨ªsticos (alojamientos, segundas residencias o campos de golf). Ambos factores han provocado la sobreexplotaci¨®n de las aguas subterr¨¢neas, que en zonas litorales presentan graves problemas de intrusi¨®n marina. Y, todo ello, "en una regi¨®n donde los problemas de desertizaci¨®n y p¨¦rdida de suelo f¨¦rtil, al no existir cobertura vegetal, son de los m¨¢s importantes de Espa?a".
M¨¢s all¨¢ de consideraciones ecol¨®gicas, que buscan mantener los ecosistemas fluviales, la apuesta por una mejor calidad de las aguas supone incrementar los recursos disponibles, algo vital en situaciones de escasez. A juicio de Greenpeace, "incluso basando la gesti¨®n hidrol¨®gica en una pol¨ªtica de oferta ilimitada, la lucha contra la contaminaci¨®n permitir¨ªa aumentar la disponibilidad de recursos en mayor medida que la construcci¨®n de embalses, canalizaciones o trasvases".
sandoval@arrakis.es
Soporte de vida
La Directiva Marco del Agua no s¨®lo contempla el control de la contaminaci¨®n en sentido estricto, sino que busca la conservaci¨®n de los ecosistemas asociados al medio fluvial y, por tanto, apuesta por la capacidad de autodepuraci¨®n natural de los cauces. De esta manera, se explica en el informe de Greenpeace, "ya no bastar¨¢ con cumplir los l¨ªmites f¨ªsico-qu¨ªmicos establecidos para un vertido, tambi¨¦n habr¨¢ que tener en cuenta el impacto que causa sobre la masa de agua receptora para no alterar su estado ecol¨®gico".
Esta concepci¨®n de los r¨ªos como soportes indispensables para la vida determina, asimismo, un especial cuidado a la hora de plantear cualquier infraestructura que pueda afectarles. Los ecosistemas de ribera son muy sensibles, por ejemplo, a la regulaci¨®n de los cauces ya que, en la mayor parte de Espa?a, est¨¢n adaptados a los ciclos de sequ¨ªa en verano y a las avenidas e inundaciones en periodos de lluvia, justamente el proceso inverso que se origina cuando hay demasiadas presas y embalses.
Habr¨¢ que desterrar, pues, ese argumento que asegura que el agua que va a parar al mar se pierde, con el que se suele defender la construcci¨®n de m¨¢s embalses, a¨²n cuando Espa?a es el pa¨ªs del mundo con m¨¢s presas por mill¨®n de habitantes (alrededor de 30 por cada mill¨®n de habitantes). Lejos de "perderse", advierten los ecologistas, "el agua que llega al mar cumple funciones important¨ªsimas como, por ejemplo, aportar sedimentos, que son los que dan lugar a elementos geomorfol¨®gicos tan caracter¨ªsticos como los deltas o las playas". Adem¨¢s, los nutrientes que transportan los r¨ªos fertilizan el mar y, por eso, son imprescindibles para mantener ciertas pesquer¨ªas.
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