A por los 1.000 goles con 40 a?os
Romario, ahora en el Vasco da Gama, ya lleva 949 tantos y sigue marc¨¢ndose nuevos retos
R¨ªo de Janeiro sufri¨® mucho el 29 de enero de 1966 con una tormenta tropical. Pero ese d¨ªa naci¨® en la favela de Jacarezinho el primer hijo de Edevair de Souza Faria y Manuela Ladislau Faria. Pesaba menos de dos kilos, padec¨ªa bronquitis y se llamaba Romario. El nombre se debi¨® a una inspiraci¨®n de Edevair. Como suele ocurrir en las familias pobres de Brasil, busc¨® uno que sonara a importante. Lo encontr¨® en la radio. "Romario, el hombre diccionario", se anunciaba un locutor. Pasados 40 a?os, en cualquier diccionario del f¨²tbol tiene su sitio.
Con su 1,68 metros, las canas salpicando su pelo escaso y con gafas de miop¨ªa ligera cuando no est¨¢ sobre el c¨¦sped, Romario se resiste a una jubilaci¨®n muchas veces anunciada. Al cumplir los 40 a?os, est¨¢ a la caza obsesiva de una marca: superar los mil goles. Claro que se trata de una contabilidad troncha: la FIFA acept¨® la suya personal, en la que valen goles en partidos no oficiales. A Romario, esos detalles no le importan. Como siempre, cuando quiere algo, lo busca y... ya. El curso pasado, por ejemplo, el ex barcelonista y ex valencianista, ahora en el Vasco da Gama, ha sido el goleador del campeonato. Sin m¨¢s ayuda que la experiencia y lo que le queda de su magia, se torn¨® en el m¨¢s viejo de los artilleros.
La FIFA ha aceptado su marca personal, en la que se incluyen los goles en partidos no oficiales
Su vida no es otra cosa que superar desaf¨ªos. De ni?o, hac¨ªa la entrega de la ropa de las casas vecinas que su madre lavaba para redondear el presupuesto. Luego, ayudaba a cargar camiones de sand¨ªas en el mercado. Y era el encargado de vigilar un gallinero colectivo del que a cada rato su hermano y ¨¦l se escapaban con alguna gallina para la comida dominical.
Empez¨® muy ni?o en el Estrellita, creado por su padre. A los 13 a?os se lo llevaron al Olar¨ªa, de las divisiones inferiores. Y de ah¨ª, al Vasco, uno de los grandes, en un brinco. Se estren¨® en ¨¦l a los 19 a?os. En 1986, a los 20 y en su primera temporada, fue el goleador de R¨ªo. En los dos siguientes se ungi¨® como revelaci¨®n en el bicampeonato conquistado por el Vasco en un tiempo en el que el f¨²tbol de Brasil era fant¨¢stico -ahora, el mejor f¨²tbol brasile?o se reparte entre Espa?a, Italia, Alemania e Inglaterra-. Y despu¨¦s, la fama, la gloria, los millones...
Rebelde, arrogante, indisciplinado, ego¨ªsta, f¨¢brica de confusiones... Lo es y lo ha sido siempre. A los tres a?os, su madre le ataba al pie de una mesa para que no se escapase de casa. M¨¢s tarde, cuando volv¨ªa con un ojo morado y llorando por haber sido masacrado en alguna pelea callejera, le esperaba con el cintur¨®n en la mano.
Las cosas son como ¨¦l quiere o no son nada. Nunca se alej¨® de sus amigos de la infancia y la juventud. Cuida de su patrimonio con la misma exigencia que se impone al enfrentarse al gol. Nunca se preocup¨® de lo que los dem¨¢s dicen. Dispara frases de admirable arrogancia con la frialdad de los verdugos: "No soy un televisor para preocuparme de la buena imagen". As¨ª resuelve sus problemas. O los crea: cuando se enfrent¨® a un entrenador con el ego subido, padeci¨®. Vanderlei Luxemburgo, por ejemplo, no le dej¨® participar en los Juegos Ol¨ªmpicos de Sidney 2000. Era el ¨²ltimo sue?o, la venganza contra Mario Zagallo, que le apart¨® de la selecci¨®n en 1998. Romario jam¨¢s se conform¨®. Brasil perdi¨® en el Mundial de Francia 98 y en la cita australiana. Luxemburgo perdi¨® el empleo. Romario no perdi¨® la l¨ªnea: sigui¨® en las canchas destrozando adversarios.
Claro que ya no juega ni la vig¨¦sima parte de antes. Apenas se mueve y pone a sus compa?eros a jugar por y para ¨¦l. Porque de sus pies siguen naciendo los goles. No necesita m¨¢s. Ignora la inexistencia del ¨¢ngulo apropiado, no sabe lo que son las situaciones de riesgo, desaf¨ªa las probabilidades, cree en las posibilidades de lo imposible... Jubilarse... ?Para qu¨¦? Si dudan de su marca, los mil goles, el problema es de quien duda. El suyo es seguir anotando. Va por 949. A estas alturas, 51 no son nada.
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