La vida nueva de Laborda
El ex presidente del Senado cuenta su experiencia de meses sin poder hablar, sin movilidad y sin memoria

Juan Jos¨¦ Laborda (Bilbao, 1947) intu¨ªa que ten¨ªa la tensi¨®n alta, desarrollaba una actividad sin l¨ªmites e incluso se sent¨ªa estimulado por el estr¨¦s. Era un senador activo y hab¨ªa sido presidente socialista del Senado. El 13 de octubre de 2004, nueve d¨ªas despu¨¦s de su cumplea?os, estaba comiendo cerca de las Cortes, se sinti¨® indispuesto, tom¨® en la mano su tel¨¦fono y marc¨® el n¨²mero de su casa. "Ana", le dijo a su mujer, "estoy muy mal". Cinco d¨ªas despu¨¦s despert¨® en el hospital; no recordaba nada, ni los nombres de sus hijos; no pod¨ªa andar, no reten¨ªa lo que le¨ªa. Hace unas semanas, volvi¨® a su trabajo pol¨ªtico en la C¨¢mara alta, recibi¨® el premio de los periodistas parlamentarios, ya habla con soltura, y va cada d¨ªa a rehabilitaci¨®n para recuperar la movilidad que le sigue faltando. Tuvo un ictus, una embolia que le afect¨® a la parte izquierda de su cerebro, donde residen los emisores de las facultades que le fueron interrumpidas en el lado derecho de su cuerpo: la memoria, el habla... El pasado martes nos cont¨® la historia de ese tiempo. La emoci¨®n con la que lo revive estuvo a flor de piel en todo su relato.
- Una temporada extra?a. "Tuve este problema cardiovascular el 13 de octubre de 2004, recuper¨¦ el habla a finales de diciembre y sal¨ª de la silla de ruedas a finales de 2005. La verdad es que recuperar la normalidad te da satisfacci¨®n, y eso fue lo que sent¨ª cuando me decid¨ª a ir de nuevo al Senado, en silla de ruedas, en mayo de 2005; al principio te da un poco de corte que te vean as¨ª, pero lo super¨¦ y fui. Se emocionaron al verme mis compa?eros. Y luego me dieron el premio los periodistas. Me dije: 'Si en lugar de cojo fuera cardiaco, aqu¨ª me caigo de emoci¨®n'. Todo el mundo se puso de pie y yo quise quitarle solemnidad al momento. Les dije: 'Muchas gracias por haberle dado el premio a una persona que aprendi¨® a hablar hace unos meses. ?Si me han dado el premio parlamentario a m¨ª, c¨®mo hablar¨¢n los que no lo han tenido!'. La gente se descojonaba de la risa, y eso es lo que yo quer¨ªa, porque en estas ocasiones es muy f¨¢cil que se te salten las l¨¢grimas. He pasado todo este trance sin tomar una pastilla para el ¨¢nimo. Al Senado fui para votar a favor de la Constituci¨®n Europea. La Constituci¨®n Europea establece que el Estado ya no va a ser due?o de los individuos, no va a haber m¨¢s pena de muerte; un polaco puede ir al mismo tribunal que un espa?ol o un belga... Y yo quer¨ªa estar all¨ª, a pesar de mi estado entonces. Lo que m¨¢s me impresion¨® entonces fue tener que atender a todos los senadores que me aplaud¨ªan puestos en pie. Mi obsesi¨®n era no caerme".
- Una gran putada. "Fue un momento muy emocional, como de reivindicaci¨®n... Yo en el fondo creo que soy una persona fuerte y, en ese sentido, no le doy importancia a mi capacidad para superar las situaciones dif¨ªciles. En este periodo mantuve una gran entereza, y, de todos modos, los ¨²nicos que me hicieron llorar fueron mis amigos guineanos. Vinieron aqu¨ª, especialmente Pl¨¢cido Mic¨® y Celestino Bacale [exiliados de Guinea], y mucha m¨¢s gente del exilio guineano. A veces pensaba: si me llego a haber muerto, ?se hubieran acordado de m¨ª esas personas en todas esas citas a las que yo no pude ir? Ya no se me esperaba en ning¨²n lugar. Eso es lo que les cont¨¦ a los guineanos, ah¨ª est¨¢ mi muerte pol¨ªtica, ya no se me espera en ning¨²n lugar, y en aquel momento grave de mi estado ellos me escucharon y dijeron: 'Pues no estamos de acuerdo, porque si te llegas a morir nos hubieras hecho una gran putada'. Entonces me entraron ganas de llorar. Esa visita y esas palabras me dieron fuerzas para seguir. Lo que ellos me dijeron era que permaneciera, que hab¨ªa mucho que hacer, y esas cosas concretas fueron las que despertaron mi decisi¨®n de seguir... Entre otras cosas, por Guinea... Me involucr¨¦ en el tema guineano cuando asist¨ª en 2002 al juicio a Pl¨¢cido Mic¨®. Fue una impresi¨®n tremenda. A partir de entonces convert¨ª Guinea en mi caso; hice todo lo posible para lograr la libertad de Mic¨®, y sali¨® libre, en efecto, en agosto de 2003".
- Re¨ªrse de uno mismo. "La verdad es que la pasi¨®n por Guinea me ha dado muchas satisfacciones, y en ese momento me dio ese est¨ªmulo, 'nos hace una gran putada si se muere'... An¨ªmicamente me he sentido bien siempre, incluso he hecho bromas con mi enfermedad desde el primer momento, me he re¨ªdo de m¨ª mismo, que es una cosa bastante saludable. He sido, incluso, cruel conmigo, porque me he reprochado que no pueda andar, que me canse... Pero sin duda aquellos est¨ªmulos pol¨ªticos e intelectuales han servido para que yo siga adelante. Guinea ha sido un asunto importante (el ¨²nico pa¨ªs subsahariano que habla espa?ol, los que sal¨ªan torturados en el juicio del cine Marfil, en Malabo, ped¨ªan auxilio en nuestro idioma) pero tambi¨¦n, como a todos, a m¨ª me ha preocupado el Estatuto de Catalu?a. Siento una gran satisfacci¨®n porque he entendido que el proceso catal¨¢n no es simplemente un proceso de personas, sino que es el proceso de un sistema... Y lo que ha sucedido estos d¨ªas demuestra que nuestro sistema pol¨ªtico funciona perfectamente".
- La necesidad de prevenir. "No me pondr¨ªa como ejemplo. Es cierto que he pasado por una enfermedad grave, pero, al lado de muchos de los que van conmigo a rehabilitaci¨®n a la piscina, yo soy Esther Williams. Hay mucha gente que tiene episodios cerebrales grav¨ªsimos, es terror¨ªfico y no nos enteramos. Yo estoy viendo chicas que tienen menos a?os que mi hija Ana (tiene 23), que por tomar drogas de dise?o padecen hemorragias masivas. Yo era una persona muy fuerte, hasta disfrutaba con el estr¨¦s, pero no iba nunca al m¨¦dico; intu¨ªa que ten¨ªa la tensi¨®n muy alta, pero no me la revisaba. Mi tensi¨®n era emocional, y yo sab¨ªa que era muy alta, pero me enga?aba. Estaba metido en mil historias, con mil tensiones, ten¨ªa la tensi¨®n por los aires, pero me daba apuro comprobarlo... Hubiera salido mucho m¨¢s barato para m¨ª tomar una pastilla diaria que lo que me sucedi¨® despu¨¦s. Yo era una persona que en el mes de noviembre del a?o pasado estaba aprendiendo a hablar, y luego aprendiendo a andar. Un infante. No pod¨ªa hablar, pero tampoco pod¨ªa escribir, era un fracasado. Le¨ªa, pero no recordaba lo que hab¨ªa le¨ªdo. Mi conciencia hizo un gran esfuerzo por recuperarse, para que Juan Jos¨¦ Laborda volviera a ser lo m¨¢s parecido posible al que yo ten¨ªa en el recuerdo".
- Las ganas de ser. "Siempre me he preguntado por qu¨¦ no dije nada a los que estaban conmigo almorzando cuando me empec¨¦ a sentir fatal; saqu¨¦ el m¨®vil y llam¨¦ a mi mujer. 'Ana, estoy muy mal'. No dije nada a nadie. Me dice mi familia que yo me relacionaba con ellos. No pod¨ªa hablar pero s¨ª atend¨ªa, miraba, me acurrucaba con mi hija. No consegu¨ªa acordarme de c¨®mo se llamaban mis hijos. Sab¨ªa sus nombres cuando los le¨ªa, pero luego, al verles, los nombres se me iban. Cuando recuper¨¦ el habla y la capacidad de leer y recordar fue una alegr¨ªa y, en el fondo un alivio, porque estaba aterrado ante la posibilidad de que no volviera a hablar nunca. Si no hubiera vuelto a hablar hubiera tenido dificultades para todo lo dem¨¢s, para las ganas de ser. No hablar no sabes lo que es, es terrible".

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