La victoria de Ham¨¢s
La posibilidad de alcanzar una paz aut¨¦ntica entre palestinos e israel¨ªes ha desaparecido de momento con la victoria islamista. El autor sostiene que la nueva situaci¨®n puede no ser tan catastr¨®fica, ya que obligar¨¢ a Ham¨¢s a optar entre el fanatismo y la realidad.
La victoria de Ham¨¢s en las elecciones palestinas supone un duro golpe para las expectativas de paz entre Israel y los palestinos. Y ello tiene una importancia que no debemos infravalorar ni ignorar. La capacidad de maniobra entre los dos pueblos se ha reducido ahora de forma contundente. La posibilidad de llegar a un acuerdo aut¨¦ntico y duradero casi ha desaparecido por el momento. Eso no quiere decir que no se pueda alcanzar alguna clase de acuerdo incluso con Ham¨¢s, pero la diferencia entre ese acuerdo y el que se podr¨ªa haber alcanzado (o por lo menos esperado) hasta el d¨ªa antes de las elecciones palestinas es tal que rompe el coraz¨®n de todo aquel que deseaba a israel¨ªes y palestinos disfrutar por fin de otro tipo de vida.
Nadie se hace ilusiones, pero tal vez la situaci¨®n no sea tan terrible como parece a primera vista
Los palestinos est¨¢n seguros de que fue Ham¨¢s quien expuls¨® a los colonos de Gaza
Ya nos hemos acostumbrado a que el conflicto de Oriente Pr¨®ximo sea capaz de crear una y otra vez situaciones imposibles, cargadas de una surrealista e impresionante creatividad de locos. Sin embargo, esta nueva situaci¨®n supera con creces todas las locuras anteriores: en la Autoridad Palestina, cuya existencia en el d¨ªa a d¨ªa depende casi por completo de Israel, tanto en el sector de la econom¨ªa y del empleo como en el de la alimentaci¨®n, medicinas e inclusive hasta en el suministro de corriente el¨¦ctrica, surge ahora un gobierno religioso fundamentalista que aboga por el exterminio de Israel a trav¨¦s de la lucha armada y que por supuesto se niega a cualquier negociaci¨®n con Israel y a reconocer su derecho a existir. ?ste es, en s¨ªntesis, el complicado dilema (tanto en el aspecto ¨¦tico como en el pr¨¢ctico) ante el que se halla Israel a la hora de valorar qu¨¦ pasos dar ante la nueva Autoridad palestino-isl¨¢mica que ha surgido.
Pero el embrollo es incluso mayor dado que Israel, tras un proceso de casi 40 a?os, hab¨ªa llegado por fin a la conclusi¨®n de que hab¨ªa que acabar con la ocupaci¨®n. La prueba m¨¢s clara de esto es el programa de los tres grandes partidos que se enfrentan en las pr¨®ximas elecciones en Israel: los tres hablan de una forma u otra del fin de la ocupaci¨®n y de la necesidad de llegar a un acuerdo para establecer un Estado palestino y todo ello por el bien de Israel. Y resulta que justo ahora, en este momento tan crucial, cuando la mayor¨ªa de la sociedad israel¨ª ha adoptado finalmente una postura m¨¢s moderada y realista, y m¨¢s o menos se ha dado cuenta de las limitaciones del uso de la fuerza y ha asumido la necesidad de renunciar a las aspiraciones religiosas y territoriales, va el pueblo palestino, hundido en la desesperaci¨®n, y elige a un movimiento extremista, fundamentalista, que se opone a cualquier conciliaci¨®n y cuyas aspiraciones religiosas y territoriales son incuestionables.
No resulta dif¨ªcil explicar esta situaci¨®n contradictoria si uno observa los procesos que se dan en ambos pueblos: los palestinos no perciben todav¨ªa los cambios que se est¨¢n produciendo en la sociedad israel¨ª. Incluso en las consecuencias m¨¢s palpables de ese cambio, como por ejemplo la retirada de la franja de Gaza, los palestinos ven una argucia para afianzar la ocupaci¨®n israel¨ª en otras zonas.
Para la mayor parte de los palestinos, la esperanza de paz del Gobierno de Mahmud Abbas era una ilusi¨®n, un autoenga?o, que solamente le posibilitaba a Israel librarse de la presi¨®n internacional y mantener a¨²n m¨¢s la ocupaci¨®n, ampliar asentamientos y hacer m¨¢s y m¨¢s carreteras para los colonos.
No obstante, para comprender mejor lo que ha ocurrido esta semana, hay que analizar el papel de Ham¨¢s en la sociedad palestina. Para la mayor¨ªa de los palestinos, Ham¨¢s es el ¨²nico capaz de obtener logros importantes y no solamente con relaci¨®n al conflicto con Israel. En las calles palestinas Ham¨¢s es visto como el ¨²nico grupo con inter¨¦s aut¨¦ntico y humano por la miseria y el hambre de cientos de miles de palestinos, los cuales ya estaban hartos de la corrupci¨®n de los miembros de la Autoridad, de sus modales prepotentes y exhibicionistas, de que este a?o se hubiesen duplicado el sueldo y de sus sospechosos contactos con el Gobierno de Israel.
Los palestinos han elegido a Ham¨¢s, no solo porque est¨¢n seguros de que fue Ham¨¢s quien expuls¨® a los colonos de Gaza gracias al lanzamiento de miles de cohetes Kassam y a sus atentados suicidas, sino porque es quien ha creado una amplia y eficaz red de asistencia para ayudar al ciudadano corriente, al pobre, al desempleado, al que ha perdido la esperanza. En muy pocos a?os Ham¨¢s ha establecido una infraestructura alternativa constituida por escuelas, centros de salud y servicios de asistencia social y econ¨®mica.
Ham¨¢s ha sabido dar una respuesta real a las necesidades b¨¢sicas e inmediatas de los palestinos, algo en lo que ha fracasado la Autoridad Palestina. Pero por encima de todo Ham¨¢s les ha otorgado importancia a esas personas con el orgullo herido, cuya vida parec¨ªa carecer de valor. Le ha brindado un sentimiento de autoestima a una generaci¨®n entera de j¨®venes que hab¨ªa visto c¨®mo la ocupaci¨®n y la pobreza denigraban a sus padres y los convert¨ªan pr¨¢cticamente en deshechos humanos. Ham¨¢s ha sabido ligar todos esos sentimientos con el fervor religioso, eso es lo que significa Ham¨¢s en ¨¢rabe y todo ello lo ha transformado en fuerza pol¨ªtica.
Pero con todo, no tengo ninguna duda de que much¨ªsimos palestinos moderados desde el punto de vista pol¨ªtico y religioso se han despertado ahora a una realidad que para ellos es una pesadilla, no menos de lo que puede ser para la mayor¨ªa de los israel¨ªes. Para estos palestinos la idea de que Palestina se transforme en un Estado islamista y fundamentalista, cuyos dirigentes se oponen a cualquier contacto con Israel, es decir, a la posibilidad de mejorar su situaci¨®n, conlleva un caos pol¨ªtico, econ¨®mico y social que puede acabar muy pronto en una guerra fratricida.
En estos momentos todos estamos todav¨ªa at¨®nitos. Hasta los miembros de Ham¨¢s est¨¢n confusos: ellos habr¨ªan preferido una victoria mucho menor que les hubiese permitido ser socios de Gobierno con Al Fatah sin tener as¨ª que establecer un contacto directo con Israel o con la comunidad internacional, sin verse obligados a tomar decisiones pol¨ªticas que estuviesen en contradicci¨®n con los fundamentos de su fe.
Pero ahora la gran pregunta es qu¨¦ va a hacer Ham¨¢s. ?Acaso seguir¨¢ fiel a su pol¨ªtica fundamentalista y terrorista aunque eso suponga que la Uni¨®n Europea suspenda la ayuda econ¨®mica a la Autoridad (5.000 millones de d¨®lares (unos 4.200 millones de euros) en cinco a?os, el mayor apoyo econ¨®mico que ha recibido entidad pol¨ªtica alguna desde la II Guerra Mundial)? Y en ese caso, ?cu¨¢les ser¨¢n las consecuencias de una econom¨ªa hundida, con unas fronteras cerradas y una situaci¨®n de desempleo asfixiante para una poblaci¨®n ya de por s¨ª desesperada? ?Hacia qui¨¦nes van a dirigir entonces su ira y frustraci¨®n? ?Qu¨¦ precio pagar¨¢n por ello los propios palestinos y el propio Israel? ?C¨®mo influir¨¢ esa situaci¨®n tan agitada en la pol¨ªtica de pa¨ªses ¨¢rabes moderados, como Egipto y Jordania, que ya mantienen una lucha tensa con sus propios sectores fundamentalistas?
No obstante, tal vez la situaci¨®n no sea tan terrible como parece a primera vista. Nadie se hace ilusiones de que Ham¨¢s se transforme por completo en algo diferente y abandone sus deseos de borrar del mapa al Estado de Israel. Para Ham¨¢s un acuerdo que implique renunciar a cualquier tierra palestina (incluso aquellas tierras que parte de los propios palestinos aceptar¨ªan perder seg¨²n los acuerdos de Oslo y la iniciativa de Ginebra) supone simplemente una herej¨ªa para el islam. Pero por otra parte, los miembros de Ham¨¢s siempre han sabido actuar con pragmatismo cuando la realidad los ha obligado a ello. Cuando se habla con ellos siempre se cuidan de recordar la herencia del profeta Mahoma, que declar¨® un prolongado alto el fuego con la odiada tribu de Kureish, cuando vio claramente que esa guerra acabar¨ªa siendo muy perjudicial para sus intereses.
Si esto es as¨ª, hay una posibilidad, si bien muy peque?a, de que pronto Ham¨¢s se mueva en el estrecho margen que le queda entre lo que su fanatismo religioso le permite y entre los l¨ªmites de la realidad. En ese caso quiz¨¢s sea posible llegar a una especie de alto el fuego prolongado que conlleve el cese del terrorismo palestino, el fin de los asesinatos selectivos por parte de Israel, la retirada israel¨ª de la mayor parte de los territorios ocupados (aunque sin renunciar a los asentamientos), una mejora en la situaci¨®n de la sociedad palestina y sobre todo una espera paciente y tensa hasta la siguiente fase, hasta que las burlescas situaciones que se dan en Oriente Pr¨®ximo creen una ocasi¨®n para dar un paso decisivo.
Actualmente muchos en Israel piensan que tal vez lo que est¨¢ ocurriendo es el gui¨®n m¨¢s realista, que es algo que se habr¨ªa producido de todos modos, aunque Al Fatah hubiera seguido impotente en el Gobierno, incapaz de acabar con el terrorismo palestino y de llegar a un acuerdo pol¨ªtico que implicase un compromiso aut¨¦ntico y doloroso.
Como israel¨ª, como alguien cuyo Estado cre¨® y foment¨® a Ham¨¢s en los a?os 80 para que sirviera de contrapeso a la OLP de entonces; como alguien cuyo pa¨ªs ha oprimido durante cuatro d¨¦cadas a los palestinos y los ha llevado a la situaci¨®n desesperada en la que se hallan, no creo estar ahora autorizado para juzgarlos por haber sido seducidos por los enga?os de Ham¨¢s y la magia violenta y simplista de todo fanatismo. Pero s¨ª puedo lamentarme y enfadarme, junto con otros muchos palestinos e israel¨ªes, por el hecho de que una vez m¨¢s este prolongado conflicto estaba cerca de encontrar una soluci¨®n, pero el extremismo y el fanatismo y el preferir ignorar por completo lo que ocurre en el pa¨ªs y en el alma de tu enemigo, tanto palestino como israel¨ª, nos han llevado a todos de vuelta a una situaci¨®n que en estos momentos parece sin salida, una situaci¨®n donde quiz¨¢s estemos condenados a reafirmar nuestros miedos m¨¢s profundos y el odio rec¨ªproco, que se va haciendo m¨¢s fuerte entre ambos pueblos mientras la soluci¨®n se aleja, y a confirmar los peores prejuicios que cada uno tiene hacia el otro.
David Grossman es escritor israel¨ª, autor, entre otros libros, de La muerte como forma de vida (Seix Barral). Traducci¨®n de Sonia de Pedro.
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